El 'milagro' de los Andes
Nueve personas son rescatadas en los Andes tras estrellarse su avioneta y pasar cuatro d¨ªas a temperaturas bajo cero y sin comida
Pens¨¢bamos que morir¨ªamos de fr¨ªo y sin comer. Son las palabras de V¨ªctor Suazo, uno de los nueve supervivientes que han pasado un calvario de cuatro d¨ªas, a temperaturas de 10 grados bajo cero y sin nada que llevarse a la boca, despu¨¦s de que la avioneta en la que viajan se estrellase en mitad de los Andes.
Todo empez¨® el pasado s¨¢bado, un d¨ªa de densa niebla y fuertes lluvias en Chile, cuando una avioneta Cessna 208 Caravan despareci¨® de los radares para ir a estrellarse a una zona boscosa de los Andes. Diez pasajeros iban a bordo y se tem¨ªa lo peor. Pero todos sobrevivieron al golpe. Lo comunicaron por el transistor, aunque les esperaba un infierno perdidos en mitad de la nada mientras las autoridades chilenas movilizaron a m¨¢s de 100 personas para su b¨²squeda.
S¨®lo pod¨ªamos caminar, tap¨¢bamos a los heridos e ¨ªbamos a buscar agua a unos 20 metros del avi¨®n cada ma?ana a la espera del rescate, cuenta uno de los supervivientes, que se refugiaron en el fuselaje del aparato e hicieron fogatas con la ropa, mientras las condiciones atmosf¨¦ricas adversas, las fracturas y heridas y la falta de alimento se ense?aban con ellos.
Yo com¨ªa pasto, reconoce Jorge Uribe, otro de los pasajeros. Como ¨¦l, sus compa?eros cog¨ªan hierbas o la poca leche en polvo o galletas del avi¨®n. Era la ¨²nica manera de llevarse algo a la boca, pero escaseaba y amenazaba con acabarse a medida que pasaban las horas.
Muere el piloto
Durante el d¨ªa colocaban los chalecos reflectantes sobre la nave para darse a ver a los equipos de rescate. Tambi¨¦n se cuidaban unos a otros. Pero el transistor dej¨® de funcionar el martes y las esperanzas disminu¨ªan. M¨¢s a¨²n cuando muri¨® el piloto del avi¨®n, Nelson Bahamonde, con m¨¢s de 16.000 horas de vuelo y aut¨¦ntico coordinador del grupo hasta su fallecimiento.
Desde el siniestro, el piloto se encarg¨® de dar consejos, organizar a todos y racionalizar las provisiones. En los ¨²ltimos instantes de su vida, Bahamonde dio su ¨²ltimo consejo: Si es necesario, incendiad el avi¨®n, eso provocar¨¢ una enorme humareda. Como cuenta Jorge Uribe: ?l nos salv¨®. Nosotros tratamos de salvarlo a ¨¦l y no pudimos. Seg¨²n el relato de otros compa?eros, tambi¨¦n fue importante la labor de Sonia C¨¢rdenas, profesora de profesi¨®n, que manten¨ªa lo m¨¢s alta posible la moral del grupo.
El d¨ªa antes del rescate las fuerzas estaban pr¨¢cticamente agotadas. Nos protegimos con la misma ropa que llevamos, nos agrupamos todos juntos y rez¨¢bamos, afirma Uribe. Al final, el jueves, con el sol ganando su partida a la lluvia, los equipos de rescate dieron con ellos en una zona de dif¨ªcil acceso situada a 15 kil¨®metros de la localidad de La Junta, en la regi¨®n de Ays¨¦n. Lo ¨²nico que le sali¨® decir a Miguel Almohacid, empleado de una tienda en Chile, al ver a sus salvavidas llegar al rescate, fue: Una noche m¨¢s y hubi¨¦ramos muerto. Pero, tras cuatro d¨ªas en las peores condiciones en los Andes, sobrevivieron y sucedi¨® el milagro.
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