El discurso de la victoria de Obama
Texto completo del discurso del pr¨®ximo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pronunciado ante m¨¢s de 100.000 personas en el Grant Park de Chicago
Discursos hist¨®ricos: Consulta el discurso de Obama en la ceremonia de toma de posesi¨®n.
?Hola, Chicago!
Si todav¨ªa queda alguien por ah¨ª que a¨²n duda de que Estados Unidos es un lugar donde todo es posible, quien todav¨ªa se pregunta si el sue?o de nuestros fundadores sigue vivo en nuestros tiempos, quien todav¨ªa cuestiona la fuerza de nuestra democracia, esta noche es su respuesta.
Es la respuesta dada por las colas que se extendieron alrededor de escuelas e iglesias en un n¨²mero c¨®mo esta naci¨®n jam¨¢s ha visto, por las personas que esperaron tres horas y cuatro horas, muchas de ellas por primera vez en sus vidas, porque cre¨ªan que esta vez ten¨ªa que ser distinta, y que sus voces podr¨ªan suponer esa diferencia.
Es la respuesta pronunciada por los j¨®venes y los ancianos, ricos y pobres, dem¨®cratas y republicanos, negros, blancos, hispanos, ind¨ªgenas, homosexuales, heterosexuales, discapacitados o no discapacitados. Estadounidenses que transmitieron al mundo el mensaje de que nunca hemos sido simplemente una colecci¨®n de individuos ni una colecci¨®n de estados rojos y estados azules.
Somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de Am¨¦rica.
Es la respuesta que condujo a aquellos que durante tanto tiempo han sido aconsejados a ser esc¨¦pticos y temerosos y dudosos sobre lo que podemos lograr, a poner manos al arco de la Historia y torcerlo una vez m¨¢s hacia la esperanza en un d¨ªa mejor.
Ha tardado tiempo en llegar, pero esta noche, debido a lo que hicimos en esta fecha, en estas elecciones, en este momento decisivo, el cambio ha venido a Estados Unidos.
Esta noche, recib¨ª una llamada extraordinariamente cort¨¦s del senador McCain.
El senador McCain luch¨® larga y duramente en esta campa?a. Y ha luchado a¨²n m¨¢s larga y duramente por el pa¨ªs que ama. Ha aguantado sacrificios por Estados Unidos que no podemos ni imaginar. Todos nos hemos beneficiado del servicio prestado por este l¨ªder valiente y abnegado.
Le felicito; felicito a la gobernadora Palin por todo lo que han logrado. Y estoy deseando colaborar con ellos para renovar la promesa de esa naci¨®n durante los pr¨®ximos meses.
Quiero agradecer a mi socio en este viaje, un hombre que hizo campa?a desde el coraz¨®n, e hizo de portavoz de los hombres y las mujeres con quienes se cr¨ªo en las calles de Scranton y con quienes viajaba en tren de vuelta a su casa en Delaware, el vicepresidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden.
Y no estar¨ªa aqu¨ª esta noche sin el respaldo infatigable de mi mejor amiga durante los ¨²ltimos 16 a?os, la piedra de nuestra familia, el amor de mi vida, la pr¨®xima primera dama de la naci¨®n, Michelle Obama.
Sasha y Malia, os quiero a las dos m¨¢s de lo que pod¨¦is imaginar. Y os hab¨¦is ganado el nuevo cachorro que nos acompa?ar¨¢ hasta la nueva Casa Blanca. Y aunque ya no est¨¢ con nosotros, s¨¦ que mi abuela nos est¨¢ viendo, junto con la familia que hizo de m¨ª lo que soy. Los echo en falta esta noche. S¨¦ que mi deuda para con ellos es incalculable
A mi hermana Maya, mi hermana Alma, al resto de mis hermanos y hermanas, much¨ªsimas gracias por todo el respaldo que me hab¨¦is aportado. Estoy agradecido a todos vosotros. Y a mi director de campa?a, David Plouffe, el h¨¦roe no reconocido de esta campa?a, quien construy¨® la mejor, la mejor campa?a pol¨ªtica, creo, en la Historia de los Estados Unidos de Am¨¦rica.
A mi estratega en jefe, David Axelrod, quien ha sido un socio m¨ªo a cada paso del camino. Al mejor equipo de campa?a que se ha compuesto en la historia de la pol¨ªtica. Vosotros hicisteis realidad esto, y estoy agradecido para siempre por lo que hab¨¦is sacrificado para lograrlo.
Pero sobre todo, no olvidar¨¦ a qui¨¦n pertenece de verdad esta victoria. Os pertenece a vosotros. Os pertenece a vosotros.
Nunca parec¨ª el aspirante a este cargo con m¨¢s posibilidades. No comenzamos con mucho dinero ni con muchos avales. Nuestra campa?a no fue ideada en los pasillos de Washington. Se inici¨® en los jardines traseros de Des Moines y en los cuartos de estar de Concord y en los porches de Charleston. Fue construida por los trabajadores y las trabajadoras que recurrieron a los pocos ahorros que ten¨ªan para donar a la causa cinco d¨®lares y diez d¨®lares y veinte d¨®lares
Adquiri¨® fuerza de los j¨®venes que rechazaron el mito de la apat¨ªa de su generaci¨®n, que dejaron atr¨¢s sus casas y sus familiares para hacer trabajos que les procuraron poco dinero y menos sue?o.
Adquiri¨® fuerza de las personas no tan j¨®venes que hicieron frente al g¨¦lido fr¨ªo y el ardiente calor para llamar a las puertas de desconocidos y de los millones de estadounidenses que se ofrecieron voluntarios y organizaron y demostraron que, m¨¢s de dos siglos despu¨¦s, un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no se ha desvanecido de la Tierra.
Esta es vuestra victoria.
Y s¨¦ que no lo hicisteis s¨®lo para ganar unas elecciones. Y s¨¦ que no lo hicisteis por m¨ª. Lo hicisteis porque entend¨¦is la magnitud de la tarea que queda por delante. Mientras celebramos esta noche, sabemos que los retos que nos traer¨¢ el d¨ªa de ma?ana son los mayores de nuestras vidas -dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiera desde hace un siglo-.
Mientras estamos aqu¨ª esta noche, sabemos que hay estadounidenses valientes que se despiertan en los desiertos de Irak y las monta?as de Afganist¨¢n para jugarse la vida por nosotros.
Hay madres y padres que se quedar¨¢n desvelados en la cama despu¨¦s de que los ni?os se hayan dormido y se preguntar¨¢n c¨®mo pagar¨¢n la hipoteca o las facturas m¨¦dicas o ahorrar lo suficiente para la educaci¨®n universitaria de sus hijos.
Hay nueva energ¨ªa por aprovechar, nuevos puestos de trabajo por crear, nuevas escuelas por construir, y amenazas por contestar, alianzas por reparar.
El camino por delante ser¨¢ largo. La subida ser¨¢ empinada. Puede que no lleguemos en un a?o ni en un mandato. Sin embargo, Estados Unidos, nunca he estado tan esperanzado como estoy esta noche de que llegaremos.
Os prometo que, nosotros, como pueblo, llegaremos.
Habr¨¢ percances y comienzos en falso. Hay muchos que no estar¨¢n de acuerdo con cada decisi¨®n o pol¨ªtica m¨ªa cuando sea presidente. Y sabemos que el gobierno no puede solucionar todos los problemas.
Pero siempre ser¨¦ sincero con vosotros sobre los retos que nos afrontan. Os escuchar¨¦, sobre todo cuando discrepamos. Y sobre todo, os pedir¨¦ que particip¨¦is en la labor de reconstruir esta naci¨®n, de la ¨²nica forma en que se ha hecho en Estados Unidos durante 221 a?os bloque por bloque, ladrillo por ladrillo, mano encallecida sobre mano encallecida.
Lo que comenz¨® hace 21 meses en pleno invierno no puede terminar en esta noche oto?al. Esta victoria en s¨ª misma no es el cambio que buscamos. Es s¨®lo la oportunidad para que hagamos ese cambio. Y eso no puede suceder si volvemos a como era antes. No puede suceder sin vosotros, sin un nuevo esp¨ªritu de sacrificio.
As¨ª que hagamos un llamamiento a un nuevo esp¨ªritu del patriotismo, de responsabilidad, en que cada uno echa una mano y trabaja m¨¢s y se preocupa no s¨®lo de nosotros mismos sino el uno del otro.
Recordemos que, si esta crisis financiera nos ha ense?ado algo, es que no puede haber un Wall Street (sector financiero) pr¨®spero mientras que Main Street (los comercios de a pie) sufren.
En este pa¨ªs, avanzamos o fracasamos como una sola naci¨®n, como un solo pueblo. Resistamos la tentaci¨®n de recaer en el partidismo y mezquindad e inmadurez que han intoxicado nuestra vida pol¨ªtica desde hace tanto tiempo.
Recordemos que fue un hombre de este estado quien llev¨® por primera vez a la Casa Blanca la bandera del Partido Republicano, un partido fundado sobre los valores de la autosuficiencia y la libertad del individuo y la unidad nacional.
Esos son valores que todos compartimos. Y mientras que el Partido Dem¨®crata ha logrado una gran victoria esta noche, lo hacemos con cierta humildad y la decisi¨®n de curar las divisiones que han impedido nuestro progreso.
Como dijo Lincoln a una naci¨®n mucho m¨¢s dividida que la nuestra, no somos enemigos sino amigos. Aunque las pasiones los hayan puesto bajo tensi¨®n, no deben romper nuestros lazos de afecto.
Y a aquellos estadounidenses cuyo respaldo me queda por ganar, puede que no haya obtenido vuestro voto esta noche, pero escucho vuestras voces. Necesito vuestra ayuda. Y ser¨¦ vuestro presidente, tambi¨¦n.
Y a todos aquellos que nos ven esta noche desde m¨¢s all¨¢ de nuestras costas, desde parlamentos y palacios, a aquellos que se juntan alrededor de las radios en los rincones olvidados del mundo, nuestras historias son diversas, pero nuestro destino es compartido, y llega un nuevo amanecer de liderazgo estadounidense.
A aquellos, a aquellos que derrumbar¨ªan al mundo: os vamos a vencer. A aquellos que buscan la paz y la seguridad: os apoyamos. Y a aquellos que se preguntan si el faro de Estados Unidos todav¨ªa ilumina tan fuertemente: esta noche hemos demostrado una vez m¨¢s que la fuerza aut¨¦ntica de nuestra naci¨®n procede no del poder¨ªo de nuestras armas ni de la magnitud de nuestra riqueza sino del poder duradero de nuestros ideales; la democracia, la libertad, la oportunidad y la esperanza firme.
All¨ª est¨¢ la verdadera genialidad de Estados Unidos: que Estados Unidos puede cambiar. Nuestra uni¨®n se puede perfeccionar. Lo que ya hemos logrado nos da esperanza con respecto a lo que podemos y tenemos que lograr ma?ana.
Estas elecciones contaron con muchas primicias y muchas historias que se contar¨¢n durante siglos. Pero una que tengo en mente esta noche trata de una mujer que emiti¨® su papeleta en Atlanta. Ella se parece mucho a otros que guardaron cola para hacer o¨ªr su voz en estas elecciones, salvo por una cosa: Ann Nixon Cooper tiene 106 a?os.
Naci¨® s¨®lo una generaci¨®n despu¨¦s de la esclavitud; en una era en que no hab¨ªa autom¨®viles por las carreteras ni aviones por los cielos; cuando alguien como ella no pod¨ªa votar por dos razones -porque era mujer y por el color de su piel. Y esta noche, pienso en todo lo que ella ha visto durante su siglo en Estados Unidos- la desolaci¨®n y la esperanza, la lucha y el progreso; las veces que nos dijeron que no pod¨ªamos y la gente que se esforz¨® por continuar adelante con ese credo estadounidense: S¨ª podemos.
En tiempos en que las voces de las mujeres fueron acalladas y sus esperanzas descartadas, ella sobrevivi¨® para verlas levantarse, expresarse y alargar la mano hacia la papeleta. S¨ª podemos. Cuando hab¨ªa desesperaci¨®n y una depresi¨®n a lo largo del pa¨ªs, ella vio c¨®mo una naci¨®n conquist¨® el propio miedo con un Nuevo Arreglo, nuevos empleos y un nuevo sentido de prop¨®sitos comunes.
S¨ª podemos
Cuando las bombas cayeron sobre nuestro puerto y la tiran¨ªa amenaz¨® al mundo, ella estaba all¨ª para ser testigo de c¨®mo una generaci¨®n respondi¨® con grandeza y la democracia fue salvada.
S¨ª podemos.
Ella estaba all¨ª para los autobuses de Montgomery, las mangas de riego en Birmingham, un puente en Selma y un predicador de Atlanta que dijo a un pueblo: "Lo superaremos".
S¨ª podemos.
Un hombre lleg¨® a la luna, un muro cay¨® en Berl¨ªn y un mundo se interconect¨® a trav¨¦s de nuestra ciencia e imaginaci¨®n.
Y este a?o, en estas elecciones, ella toc¨® una pantalla con el dedo y vot¨®, porque despu¨¦s de 106 a?os en Estados Unidos, durante los tiempos mejores y las horas m¨¢s negras, ella sabe c¨®mo Estados Unidos puede cambiar.
S¨ª podemos.
Estados Unidos, hemos avanzado mucho. Hemos visto mucho. Pero queda mucho m¨¢s por hacer. As¨ª que, esta noche, pregunt¨¦monos -si nuestros hijos viven hasta ver el pr¨®ximo siglo, si mis hijas tienen tanta suerte como para vivir tanto tiempo como Ann Nixon Cooper, ?qu¨¦ cambio ver¨¢n? ?Qu¨¦ progreso habremos hecho?
Esta es nuestra oportunidad de responder a ese llamamiento. Este es nuestro momento. Estos son nuestros tiempos, para dar empleo a nuestro pueblo y abrir las puertas de la oportunidad para nuestros peque?os; para restaurar la prosperidad y fomentar la causa de la paz; para recuperar el sue?o americano y reafirmar esa verdad fundamental, que, de muchos, somos uno; que mientras respiremos tenemos esperanza.
Y donde nos encontramos con escepticismo y dudas y aquellos que nos dicen que no podemos, contestaremos con ese credo eterno que resume el esp¨ªritu de un pueblo: S¨ª podemos.
Gracias. Que Dios os bendiga. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de Am¨¦rica.
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