"Brasil es el pa¨ªs m¨¢s parecido del mundo a EE UU"
Roberto Mangabeira Unger (R¨ªo de Janeiro, 1947) es un ministro at¨ªpico. Primero por su propia biograf¨ªa: es catedr¨¢tico en la facultad de leyes de Harvard (ocup¨® el cargo a los 29 a?os, el m¨¢s joven que ha tenido nunca ese centro universitario y fue profesor del actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama), ha escrito numerosos libros sobre pol¨ªtica y construcci¨®n social y esta considerado como uno de los te¨®ricos m¨¢s brillantes, y pol¨¦micos, en el ¨¢mbito del pensamiento social contempor¨¢neo (sus trabajos est¨¢n disponibles en www.robertounger.net). Es autor de un corto, y muy pol¨¦mico, ensayo sobre "Espa?a y su futuro", que escribi¨® antes de ser ministro, que supone una cr¨ªtica muy directa a los sucesivos gobernantes que ha tenido la democracia espa?ola y que podr¨ªa resumirse en una l¨ªnea: Espa?a es hoy un pa¨ªs sin proyecto, incapaz de aprovechar su potencial.
Implicado desde hace a?os en la pol¨ªtica cotidiana de su pa¨ªs, Mangabeira, que se considera de izquierda, fue un cr¨ªtico muy duro del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, quien, sin embargo, le llam¨® un d¨ªa, en su segundo mandato, para ofrecerle una cartera que ser¨ªa ins¨®lita en cualquier otro pa¨ªs que no fuera Brasil: ministro de Asuntos Estrat¨¦gicos. Desde Brasilia, donde recibe a El Pa¨ªs, Mangabeira analiza las grandes l¨ªneas de la vida pol¨ªtica social y econ¨®mica de Brasil y las grandes corrientes internacionales, pero eso no le parece suficiente. "El presidente Lula me propuso que ayudara a formular un modelo conceptual sobre el futuro de Brasil, pero para hacer eso no necesito estar en Brasilia. Para escribir panfletos podr¨ªa continuar en Harvard. Lo que intento es definir iniciativas concretas que encarnen o anticipen ese cambio en la trayectoria institucional del pa¨ªs. Escoger iniciativas en pol¨ªticas p¨²blicas sectoriales, educaci¨®n, trabajo, pol¨ªtica agr¨ªcola o industrial, que tengan efecto pr¨¢ctico inmediato pero que tambi¨¦n prefiguren el cambio de rumbo que necesita el pa¨ªs".
En medio de la formidable crisis econ¨®mica y financiera actual, sus propuestas, no solo para Brasil, sino para la comunidad internacional en su conjunto, adquieren cada d¨ªa mayor relevancia y son objeto de mayor debate. Uno de sus ¨²ltimos libros se titula: "?Qu¨¦ deber¨ªa proponer la izquierda?"
Pregunta: ?Qu¨¦ deber¨ªa proponer hoy la izquierda en todo el mundo?
Respuesta: B¨¢sicamente hay tres izquierdas en el mundo. Hay una vendida, que acepta el mercado y la globalizaci¨®n en sus formas actuales y que quiere simplemente humanizarlas por medio de pol¨ªticas sociales. Para esa izquierda, solo se trata de humanizar lo inevitable. Su programa es el programa de sus adversarios, con un descuento social y una renta moral y narcisista. Hay otra izquierda, recalcitrante, que quiere desacelerar el progreso de los mercados y la globalizaci¨®n, en defensa de su base hist¨®rica tradicional (los trabajadores sindicados de grandes empresas industriales). Y hay una tercera izquierda, la que me interesa, que quiere reconstruir el mercado y reorientar la globalizaci¨®n con un conjunto de innovaciones institucionales. Para esa izquierda, lo primero es democratizar la econom¨ªa de mercado, lo segundo capacitar al pueblo y lo tercero, profundizar la democracia. Yo entiendo ese proyecto como una propuesta de la izquierda para la izquierda. Dir¨ªa, con un lenguaje provocativo y algo teol¨®gico, que la ambici¨®n de esa izquierda no es humanizar la sociedad, sino divinizar la humanidad. El objetivo es elevar la vida com¨²n de las personas comunes al plano m¨¢s alto. Y todo lo que se hace en materia de lucha contra la desigualdad es accesorio a esto. Rousseau dice en alg¨²n lugar: ellos no consiguieron ser hombres; entonces, decidieron ser ricos. Nosotros, la izquierda, no queremos eso, queremos que sean hombres.
P. ?Como analiza hoy d¨ªa la crisis econ¨®mica internacional?
R. Yo dir¨ªa que hace mucho tiempo que el mundo est¨¢ sometido al yugo de una dictadura de falta de alternativas y que, en general, en la historia moderna, contrariamente a lo que pensaron muchos de los grandes te¨®ricos sociales, los cambios fueron forzados por las guerras y los colapsos econ¨®micos. El trauma fue el requisito de la transformaci¨®n. Hoy hay una gran pobreza de ideas sobre las alternativas en el mundo. Las ideas que orientaron la izquierda hist¨®ricamente, como el marxismo, est¨¢n fallidas y la respuesta a la crisis financiera internacional revela de una forma muy dram¨¢tica las consecuencias de esa pobreza de ideas. No hay nada que no sea una versi¨®n momificada del keynesianismo vulgar, es la ¨²nica luz en esta obscuridad. Hasta ahora, el debate ha estado casi enteramente dominado por dos temas superficiales: el imperativo de regular los mercados financieros y la necesidad de adoptar pol¨ªticas fiscales y monetarias expansionistas. Son ideas muy por debajo del nivel, de la dimensi¨®n del problema. Los l¨ªderes de las veinte econom¨ªas m¨¢s importantes del mundo se re¨²nen en Washington y no tienen nada que decir. La verdad es que los poderosos aborrecen a las ideas; cuando ellos llegan, las ideas se van.
P. ?De que habr¨ªa que debatir entonces?
R. Hay tres temas suprimidos en el debate, mucho m¨¢s importantes que esos dos temas superficiales. Todo lo que se puede hacer, y se debe hacer, en materia de regulaci¨®n de los mercados financieros y de expansionismo fiscal y monetario depende, para su eficacia, del enfrentamiento de esos temas subyacentes m¨¢s importantes. Son tres. Primero, la necesidad de superar los desequilibrios estructurales en la econom¨ªa mundial entre los pa¨ªses con super¨¢vit en comercio y ahorro, empezando por China, y los pa¨ªses deficitarios en comercio y ahorro, comenzando por EEUU. El motor del crecimiento mundial, en los ¨²ltimos a?os, fue el acuerdo impl¨ªcito entre esos dos elementos. Ese motor se ha roto y vamos a tener que conseguir otro. Eso exigir¨¢ grandes cambios en EEUU, en China y la organizaci¨®n de la econom¨ªa mundial.
P.?No se trata de regular, sino de reorganizar?
R. Efectivamente. Vamos al segundo punto: la necesidad de que la regulaci¨®n de los mercados financieros sea parte de una tarea mayor, que es reorganizar la relaci¨®n entre el sistema financiero y la producci¨®n. Reorganizar espec¨ªficamente el v¨ªnculo entre finanzas y producci¨®n. De la forma en que se organizan hoy las econom¨ªas de mercado, el sistema productivo est¨¢ b¨¢sicamente autofinanciado. ?Cu¨¢l es entonces el prop¨®sito de todo el dinero que est¨¢ en los bancos y en las bolsas de valores?. Te¨®ricamente sirve para financiar la producci¨®n, pero en realidad es solo va oblicuamente a ese cometido. Eso no tiene que ser as¨ª y eso es el resultado de las instituciones existentes. En este sistema, las finanzas son relativamente indiferentes a la producci¨®n en tiempos de bonanza y son una amenaza destructiva cuando surge una crisis como esta. Es decir, son indiferentes para el bien y eficaces para el mal.
P. ?Y el debate sobre la distribuci¨®n de la riqueza?
R. Ese es el tercer punto del que hablaba. El v¨ªnculo entre recuperaci¨®n y redistribuci¨®n. Todos admiramos la construcci¨®n en la segunda mitad del s. XX en EEUU de un mercado de consumo en masa. En principio, la construcci¨®n de ese tipo de mercado exige la democratizaci¨®n del poder adquisitivo y, por lo tanto, redistribuci¨®n de la renta y de la riqueza, pero eso no sucedi¨® en EEUU. Ocurri¨® lo contrario, hubo una violenta concentraci¨®n de la renta y de la riqueza. ?C¨®mo entonces consiguieron los norteamericanos la construcci¨®n de un mercado de consumo en masa?. Parte de la respuesta est¨¢ en lo que sucedi¨® con la supervalorizaci¨®n inmobiliaria ficticia. Ha habido una falsa democratizaci¨®n del cr¨¦dito, una democratizaci¨®n postiza, precaria del cr¨¦dito, que hizo las veces de la democratizaci¨®n de redistribuci¨®n la renta y de la riqueza, que no hubo. Y ahora que ese sistema est¨¢ destruido, es necesario crear una nueva base para el mercado. Es necesario insistir en cambios m¨¢s profundos. Lo que yo le digo a mis ciudadanos es que yo quiero una din¨¢mica de rebeld¨ªa; pero la rebeld¨ªa es una condici¨®n necesaria, pero no suficiente. Necesita una aliada que es la imaginaci¨®n, la imaginaci¨®n institucional.
P. ?Cu¨¢l es el papel de Brasil en esa pol¨¦mica?
R. Voy a decir inmediatamente lo que me parece m¨¢s importante de Brasil. Su atributo m¨¢s destacable es su vitalidad. Brasil es, sobre todo, vida. Hierve de vida que viene de abajo y esa vitalidad tiene una expresi¨®n social muy importante. La clase media tradicional en Brasil hace mucho tiempo que esta debilitada, econ¨®micamente y espiritualmente. Yo digo espiritualmente porque esa clase media tradicional amenaza, al igual que en los pa¨ªses ricos del Atl¨¢ntico Norte, con una cultura de desencanto con la pol¨ªtica. Pero Brasil no es Dinamarca, en nuestro pa¨ªs todo contin¨²a dependiendo de soluciones colectivas a problemas colectivos. Nosotros necesitamos desesperadamente la pol¨ªtica.
P. ?Esta surgiendo una nueva clase media?
R. Surge, al lado de esa clase media tradicional, una segunda clase media que viene de abajo. No es una clase media europeizada, sofisticada; es ruda, morena, mestiza, de millones de personas que trabajan, luchan, para abrir peque?as empresas, que estudian por la noche y que inauguran una cultura de autoayuda iniciativa. Es el horizonte que la mayor¨ªa quiere seguir. Pero sin tener c¨®mo seguirlo, sin instrumentos ni ayuda. Yo entiendo que la gran revoluci¨®n en Brasil hoy, ser¨ªa que el Estado usara sus poderes y recursos para permitir a la mayor¨ªa seguir el camino de esa vanguardia de batalladores emergentes. Para eso tendr¨ªa que innovar en las instituciones, econ¨®micas y pol¨ªticas. Y ah¨ª est¨¢ un gran problema, porque nuestros dirigentes hist¨®ricamente demostraron una completa falta de imaginaci¨®n y de audacia. Nuestra gran tarea nacional hoy, colocada en sus t¨¦rminos m¨¢s sencillos, ser¨ªa instrumentalizar esa energ¨ªa, esa energ¨ªa que viene de abajo. Ah¨ª hay dos grandes proyectos. Un proyecto de democratizar la econom¨ªa de mercado y un proyecto de profundizar la democracia pol¨ªtica. Y eso vale para encarar la crisis en todo el mundo.
P. ?Impulsar¨¢ Brasil la construcci¨®n de un proyecto com¨²n en Am¨¦rica Latina?.
R. Al proyecto de uni¨®n sudamericana le falta un coraz¨®n, un cerebro. Es todo esqueleto, estructura, no tiene esp¨ªritu. La UE tuvo dos premisas: ser un proyecto de paz perpetua, para poner el fin al siglo de las guerras europeas, y ser un gran espacio de un modelo de organizaci¨®n social y econ¨®mica diferente del modelo de EEUU. Nosotros no construimos a¨²n en Am¨¦rica del Sur una contrapartida para eso, tratamos de comercio, de integraci¨®n energ¨¦tica y log¨ªstica, pero no tratamos de lo m¨¢s importante: cu¨¢l es nuestro proyecto, cu¨¢l es nuestro camino en el mundo. Yo creo que la afirmaci¨®n de ese modelo, de esa trayectoria, en Brasil, que es, de lejos, el pa¨ªs m¨¢s preponderante de Am¨¦rica de Sur, permitir¨ªa dar un coraz¨®n, un cerebro, al proyecto de uni¨®n sudamericana.
P. ? Como son las relaciones entre Brasil y Estados Unidos?
R. Yo digo siempre que Brasil es el pa¨ªs del mundo m¨¢s parecido a EEUU, aunque esa semejanza no se reconoce, ni en EEUU ni en Brasil. Son dos pa¨ªses con tama?os pr¨¢cticamente id¨¦nticos, fundados con la mismas bases, poblaci¨®n europea y esclavitud africana, multi¨¦tnicos. Los m¨¢s desiguales de su tipo. EEUU, el m¨¢s desigual de los pa¨ªses ricos; Brasil, el m¨¢s desigual de los grandes pa¨ªses en desarrollo. Y parad¨®jicamente, en esos dos pa¨ªses muy desiguales la mayor parte de los hombres y de las mujeres comunes contin¨²an pensando que todo es posible. Brasil tiene, sobre todo ahora, una oportunidad extraordinaria y considero que un compromiso cr¨ªtico con EEUU. Ellos est¨¢n buscando en este momento, un momento de inflexi¨®n hist¨®rica, un suced¨¢neo al proyecto de Roosevelt. En Brasil estamos en una b¨²squeda paralela de un nuevo modelo de desarrollo que transforme la ampliaci¨®n de las oportunidades econ¨®micas y educativas, en el propio motor del crecimiento econ¨®mico. No se trata de discutir solo en el nivel de las abstracciones ideol¨®gicas; mi propuesta es que construyamos experimentos comunes en las instituciones que definen la econom¨ªa de mercado y la democracia (FMI,BM, OMC, ONU)
P. ?Participa el presidente Lula de su an¨¢lisis estrat¨¦gico?
R. Lula es, en algunos aspectos, una personalidad opuesta a la m¨ªa, pero ¨¦l tiene intuici¨®n, y capta y traduce en sus discursos, lo noto cada vez m¨¢s, esas cosas.

El profesor de Obama
"Barack Obama es un hombre muy inteligente, muy abierto, pero al mismo tiempo muy cauteloso". Roberto Mangabeira tuvo como alumno al actual presidente de Estados Unidos en un curso que imparti¨® en Harvard dedicado al an¨¢lisis de posibles alternativas progresistas para democratizar la econom¨ªa de mercado y profundizar la democracia tanto en pa¨ªses ricos como pobres. ?Comparte Obama sus teor¨ªas?. El catedr¨¢tico de Harvard se expresa con mucho cuidado: "Obama fue mi alumno. Tengo relaciones cordiales con el y un gran aprecio. Es un hombre con una gran inteligencia, una inteligencia con cualidades morales y de ¨ªndole pr¨¢ctica. Cuando se form¨® en la escuela, rechaz¨® a grandes firmas y fue a ense?ar derecho constitucional a Chicago. Eso impresiona y da muestra de su gran capacidad de sacrificio. Pero no se debe centrar todo en la personalidad del nuevo presidente, sino en el propio pa¨ªs, porque el gran actor en estos momentos es Estados Unidos, un pa¨ªs en evoluci¨®n que vive hoy d¨ªa una gran apertura y un gran fervor". "El resultado de todo esto", asegura Mangabeira, "depender¨¢ de la alianza entre pol¨ªtica y pensamiento".
"Obama es, sobre todo, un hombre muy representativo de la cultura p¨²blica de Estados Unidos, centrado en lo pragm¨¢tico. Sab¨ªa poner de lado la ret¨®rica enga?osa y enfocar el contenido pr¨¢ctico de los experimentos libertadores". ?Ser¨¢ ahora capaz de responder a todas las expectativas que ha levantado? Mangabeira cree que la mayor¨ªa de los colaboradores del nuevo presidente son personas muy experimentadas, muy inteligentes, pero con ideas muy convencionales. Por ahora, explica, las ideas que han expresado est¨¢n muy circunscritas a un programa en el que lo b¨¢sico es regular los mercados financieros, adoptar pol¨ªticas fiscales y monetarias expansivas, promover energ¨ªas renovables relacionadas con el cambio clim¨¢tico, usar el poder del Estado para ampliar la cobertura de seguros privados salud, respetar m¨¢s el multilateralismo en las relaciones internacionales y, finalmente, sacar las tropas de Irak y recolocarlas en Afganist¨¢n.
"Eso puede parecer mucho", afirma el ministro de Asuntos Estrat¨¦gicos de Brasil, "pero es muy poco desde el punto de vista de las expectativas de Estados Unidos. El presidente va a oscilar entre el horizonte program¨¢tico circunscrito a esos elementos y ese mandarinato, y la inquietud del pa¨ªs, que est¨¢ m¨¢s abierto a un cuestionamiento y a un autocuestionamiento de lo que estuvo nunca desde la d¨¦cada 30 del siglo pasado. Yo solo puedo esperar que EEUU continue hirviendo y que la imaginaci¨®n aparezca en su gran tarea para tomar el lado de los inquietos".
"Lo m¨¢s importante en estos momentos en Estados Unidos es la actitud de sus j¨®venes. M¨¢s de 10 millones de voluntarios trabajaron gratuitamente en la campa?a de Obama: son un s¨ªntoma de ese momento incre¨ªble. Ese idealismo necesita un rumbo, necesita de imaginaci¨®n. Todo va a estar determinado por el ambiente del pa¨ªs. A mi me gustar¨ªa que ese movimiento cr¨ªtico en Brasil y en estados unidos nos pueda ayudar rec¨ªprocamente. A librarnos de nuestros pecados, ellos de su idolatr¨ªa institucional y nosotros de nuestra rendici¨®n institucional. Espero que los norteamericanos mantengan la presi¨®n al servicio de la humanidad. Ser¨¢ muy importante para todo el mundo. Y si los europeos despiertan, porque el ritmo hist¨®rico dice que los europeos despiertan en las guerras y se adormecen en la paz, ser¨ªa aun mejor".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.