La ONU exige a Israel que detenga la demolici¨®n de casas en Jerusal¨¦n Este
Son m¨¢s de 60.000 personas, de los 225.000 palestinos que viven en la ciudad, quienes pueden resultar afectados por los derribos
En Jerusal¨¦n Este, epicentro del conflicto ¨¢rabe-israel¨ª, tiene lugar desde hace 42 a?os una pugna a menudo sorda que libran ciudadanos corrientes contra una maquinaria burocr¨¢tica y policial descomunal de las autoridades israel¨ªes. Los palestinos levantan casas en lugares, ocupados desde 1967, donde han vivido sus familias durante generaciones; las excavadoras israel¨ªes las derriban al tiempo que alzan edificios para colonos jud¨ªos, con frecuencia reci¨¦n llegados y financiados por magnates estadounidenses. Es uno de los caballos de batalla con mayor potencial de desatar revueltas. 1.500 ¨®rdenes de demolici¨®n, que afectan a 9.000 personas, han sido ya entregadas a los due?os de las viviendas. Naciones Unidas ha exigido este viernes al Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu -sum¨¢ndose a la Casa Blanca y a la Uni¨®n Europea- que detenga esa pr¨¢ctica.
Un paseo por muchos barrios orientales de la ciudad santa sobra para constatar c¨®mo se mezclan el urbanismo, la lucha por la tierra y la pol¨ªtica en un ¨¢rea conquistada por Israel y cuya anexi¨®n en 1981 nunca ha sido reconocida legalmente por Naciones Unidas. De vez en cuando se observa una bandera negra, m¨¢s bien un trapo colgado de un palo, en el suelo de un solar. En ese lugar hab¨ªa una casa.
La escena se repite con frecuencia, 25 veces desde que comenz¨® 2009: una familia, habitualmente extensa en la sociedad palestina, amontona sus enseres junto a su residencia. La excavadora, protegida por decenas de polic¨ªas, reduce a escombros el hogar y deja a los lugare?os con un rostro que es el vivo reflejo de la impotencia.
Son m¨¢s de 60.000 personas, de los 225.000 palestinos que viven en la ciudad, quienes pueden resultar afectados por los derribos. Son quienes decidieron edificar sin recabar los permisos del ayuntamiento, un 28% de todas las casas. Solicitar licencias de construcci¨®n es una tarea endiablada, que supone desembolsos cuantiosos, y que en contad¨ªsimas ocasiones da fruto. Entre otros motivos porque, seg¨²n Naciones Unidas, a los palestinos s¨®lo se les permite construir en el 13% de la superficie de Jerusal¨¦n Este. Un tercio ya fue destinado a levantar vecindarios jud¨ªos -"en violaci¨®n de la legalidad internacional", afirma la ONU- donde residen 200.000 personas. La marcha de la colonizaci¨®n -esta misma semana el municipio admiti¨® que ya se construyen tres edificios de siete plantas en un barrio ¨¢rabe- ha sido imparable desde hace d¨¦cadas.
Son m¨¢s de 18.000 las viviendas demolidas desde que Israel conquist¨® Cisjordania. No s¨®lo se echan abajo en Jerusal¨¦n. Se aplica en toda la denominada zona C, el 60% del territorio ocupado, que es el sometido a jurisdicci¨®n civil y militar del Gobierno. En esta regi¨®n, la Administraci¨®n Civil -eufemismo de un organismo dirigido por militares- ha denegado el 94% de las licencias solicitadas por palestinos. Las gr¨²as, sin embargo, trabajan a buen ritmo en las colonias jud¨ªas.
Esta pol¨ªtica israel¨ª de hechos consumados ha convertido la negociaci¨®n pol¨ªtica entre la Autoridad Palestina y los Gobiernos sionistas en un callej¨®n sin salida. Escrib¨ªa el jueves el profesor israel¨ª Meron Benvenisti: "Existe una convicci¨®n creciente de que la posibilidad de establecer un Estado palestino independiente ya no existe, al margen de que se cree una entidad similar a los bantustantes (surafricanos)... Las posiciones pol¨ªticas de Netanyahu conducen inevitablemente a un punto muerto y a una profundizaci¨®n de las pol¨ªticas de anexi¨®n".
Evidentemente, no es ninguna novedad. El derribo de edificios es, junto a la exigencia de que se frene la construcci¨®n en los asentamientos jud¨ªos en Cisjordania, una demanda que EE UU y la Uni¨®n Europea plantean con vigor creciente en las ¨²ltimas semanas. Pocos creen que no sea tarde.
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