Rep¨²blica Dominicana, ante el reto de reordenar la inmigraci¨®n
Cientos de miles de haitianos indocumentados, destinatarios de la regularizaci¨®n
A Franklin Almeyda, ministro del Interior y Polic¨ªa de Rep¨²blica Dominicana, le atraen las misiones imposibles. En el verano de 2006 logr¨® la aplicaci¨®n de un decreto para establecer l¨ªmites de horario de cierre a bares y restaurantes en un pa¨ªs en el que la diversi¨®n nocturna es casi una obligaci¨®n nacional.
Ahora quiere cambiar la fr¨¢gil realidad inmigratoria de su pa¨ªs, marcada por la ausencia de estad¨ªsticas fiables sobre los extranjeros que viven en ¨¦l, pero sobre todo en lo concerniente a la cantidad de haitianos que lo habitan, la gran mayor¨ªa de manera ilegal, principal foco de discordia cuando se analiza el tema migratorio.
Para provocar el cambio, el ministerio ha iniciado el debate en torno a una propuesta para registrar y regularizar a los extranjeros, legales e indocumentados.
Los cientos de miles de haitianos que viven sin papeles en Rep¨²blica Dominicana —el rumor p¨²blico habla de que, junto con los legales, suman en total cerca de mill¨®n y medio— ser¨ªan los principales destinatarios de una iniciativa que sigue el ejemplo de otros pa¨ªses que han llevado a cabo procesos semejantes.
Algunas de esas experiencias se analizaron en el encuentro
internacional Pol¨ªticas Migratorias y Experiencias en Procesos de Regularizaci¨®n, celebrado el 10 y 11 de junio en Santo Domingo, la capital del pa¨ªs, y al que asistieron representantes de 25 pa¨ªses.
Una de las dificultades para el proceso que se quiere aplicar en Rep¨²blica Dominicana se palpa en la epidermis del pa¨ªs, especialmente sensible a la hora de hablar de la legalizaci¨®n de sus vecinos isle?os. Lo que se plantea como la soluci¨®n definitiva para enfrentarse a la debilidad en la aplicaci¨®n de legislaciones migratorias tiene los visos de una carrera de obst¨¢culos que el ministro Almeyda pretende sortear apelando a altas dosis de firmeza y actitud racional en detrimento de las posiciones emocionales.
El debate iniciado la pasada semana trata espec¨ªficamente sobre el reglamento para aplicar la ley de migraci¨®n. En ¨¦l se habla, entre otras cosas, de establecer cuotas para la inmigraci¨®n laboral, de cuidar los intereses de los emigrantes dominicanos, de los procesos de deportaci¨®n y de "preparar y ejecutar el Plan Nacional de Registro y Regularizaci¨®n de los extranjeros", que se extender¨¢ durante 36 meses a partir de su inicio.
Tomando como l¨ªmite la promulgaci¨®n de la nueva Constituci¨®n dominicana, en proceso de revisi¨®n en la Asamblea Nacional, todo extranjero que probase hasta dicho tope su residencia en Rep¨²blica Dominicana por espacio de 10 a?os o m¨¢s recibir¨ªa la residencia permanente y un documento v¨¢lido por cuatro a?os renovable. Quienes demostrasen lo mismo por un periodo de entre cinco y 10 a?os obtendr¨ªan la residencia temporal, v¨¢lida por dos a?os y sujeta a su cambio a permanente. Al resto se le reconoce un estatus de no residente con la entrega de un documento valedero por 60 d¨ªas para turistas y por un a?o para trabajadores temporales, de acuerdo con la ley.
Si bien es cierto que Rep¨²blica Dominicana enamora a los visitantes y no son pocos los que fijan su residencia en ella, tambi¨¦n lo es que los extranjeros de otras nacionalidades diferentes a la haitiana suelen a estar legalizados. Y hasta se nacionalizan.
Seg¨²n datos del ministro Almeyda, en los ¨²ltimos cinco a?os, se nacionalizaron dominicanos 700 cubanos, 400 chinos, 400 estadounidenses y entre 100 y 200 colombianos y venezolanos: "S¨®lo 25 del total de nacionalizados fueron haitianos", afirm¨®.
El proceso de regularizaci¨®n involucrar¨¢ en especial a los llegados del pa¨ªs vecino, generalmente mano de obra barata que trabaja en el sector de la construcci¨®n, en el campo y, ¨²ltimamente, en la hosteler¨ªa, as¨ª como en la venta callejera de frutas y comidas de cuestionable calidad sanitaria.
Hay que a?adir a quienes cruzan para acudir a los hospitales p¨²blicos dominicanos. Las embarazadas llegan a representar la mitad de los casos atendidos por los m¨¦dicos. Sus hijos, sin embargo, no son susceptibles de obtener una nacionalidad dominicana que niegan las disposiciones constitucionales actuales y venideras. S¨®lo podr¨¢n aspirar a inscribir a sus hijos en un Libro de Extranjer¨ªa a t¨ªtulo, exclusivamente, de constancia de nacimiento.
En la inauguraci¨®n de la conferencia internacional mencionada, el presidente dominicano, Leonel Fern¨¢ndez, plante¨® "un ordenamiento, una forma de regularizaci¨®n al fen¨®meno migratorio que tiene que partir de la idea siempre del respeto a los derechos humanos". El ministro Franklin Almeyda est¨¢ decidido a seguir esa l¨ªnea. Pero no todos en el Gobierno lo ven as¨ª. El ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Morales Troncoso, cree que las regularizaciones "env¨ªan a quienes aspiran a inmigrar ilegalmente el mensaje de que pueden apostar a que ellos, con el tiempo, y tras una extendida permanencia, tambi¨¦n le tumbar¨¢n el pulso a la ley". Adem¨¢s, "no resuelven el problema de la inmigraci¨®n ilegal para siempre, y no impiden que la situaci¨®n que corrigen vuelva a repetirse una y otra vez".
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