Estado de sitio encubierto en Honduras
El Congreso, a instancias de Micheletti, restringe m¨¢s derechos y libertades.-Manuel Zelaya pospone su regreso a Honduras para no entorpecer las gestiones de la OEA
Minuto a minuto, pasito a pasito, Honduras se va alejando de las libertades. Al secuestro por parte de un comando del Ej¨¦rcito del presidente Manuel Zelaya le sigui¨® la implantaci¨®n del toque de queda y, ayer, en una vuelta de tuerca m¨¢s para sujetar el pa¨ªs, el nuevo Gobierno presidido por Roberto Micheletti propuso al Congreso la supresi¨®n de cinco libertades individuales. Y los diputados, con la misma unanimidad con que el domingo quitaron a un presidente y eligieron a otro como quien cambia una rueda, obedecieron. Aunque Micheletti descart¨® que se tratase de un estado de sitio, lo cierto es que, durante la noche, las Fuerzas Armadas y la Polic¨ªa tienen la potestad de recortar los derechos de "manifestaci¨®n, inviolabilidad del domicilio, asociaci¨®n, garant¨ªas en la detenci¨®n y libertad de movimientos por el pa¨ªs". La etiqueta no pone "estado de sitio", pero lo que viene dentro sabe igual.
La madrugada anterior, durante el toque de queda, se escucharon un par de explosiones en la ciudad. Los tel¨¦fonos celulares empezaron a sonar, pero nadie pudo confirmar de qu¨¦ se trataba. La preocupaci¨®n que provoca el encierro obligatorio se puede constatar en Tegucigalpa a partir de las seis de la tarde. Aunque a esa hora a¨²n faltan tres para que los ciudadanos tengan que recluirse en sus casas, la estampida es general. Si a eso se le a?ade el diluvio que azota cada tarde una ciudad que no es bonita precisamente, la sensaci¨®n de desconcierto es total. Pero si, con eso no bastara, desde ayer la poblaci¨®n sabe -y mucho m¨¢s la poblaci¨®n que no est¨¢ de acuerdo con Zelaya- que si antes de las seis de la ma?ana suena el timbre, lo m¨¢s probable es que no sea el lechero.
"No necesitan recortar las libertades, porque el pa¨ªs no est¨¢ ardiendo y las manifestaciones contrarias al golpe no son ni muchas ni muy numerosas", explica Oswaldo, un abogado laboralista, "pero se ve que Micheletti no est¨¢ seguro de los apoyos con los que cuenta y quiere amedrentar a la poblaci¨®n". Efectivamente, la sensaci¨®n en la calle no es explosiva ni mucho menos. De hecho, conforme el presidente depuesto sigue acaparando m¨¢s y m¨¢s atenci¨®n medi¨¢tica internacional, en el interior del pa¨ªs su recuerdo se va diluyendo. Ni siquiera la manera brutal y grosera con que fue sacado de la cama y llevado en pijama a Costa Rica ha servido para que muchos de los hondure?os le perdonen sus m¨²ltiples errores. Los tres que m¨¢s afloran en las conversaciones son los de dividir a la poblaci¨®n, enfrentarse a todas las instituciones y, sobre todo, supeditar el pa¨ªs a los intereses del presidente venezolano Hugo Ch¨¢vez. Ni siquiera los vecinos de la colonia Tres Caminos lo echan de menos.
Los dos son guardias privados de seguridad. El m¨¢s flaco lleva una carabina del calibre 22 y el otro una escopeta del 12. Su misi¨®n es guardar la casa donde dorm¨ªa el presidente Manuel Zelaya cuando un comando del Ejercito lo secuestr¨® al amanecer del domingo. "No se moleste", dice con desgana el de la carabina, "no hay impactos de bala, que ya he buscado yo". El vecino de la casa de al lado asoma el bigote. Se llama Genaro Rosales y es pastor evang¨¦lico. A juzgar por su mansi¨®n de dos plantas y su todoterreno verde de varios cilindros, Dios debe de estar muy contento con ¨¦l. El pastor no parece consternado por la desgracia de su vecino. "La pol¨ªtica es el arte de enga?ar, y ¨¦l hab¨ªa dividido al pa¨ªs. Casi mejor que se lo llevaran". Cuando se le recuerda que Zelaya fue v¨ªctima de un golpe militar, dice: "Ah, eso..., pero s¨®lo fueron unos cuantos disparos".
El presidente depuesto es ya un s¨ªmbolo fuera del pa¨ªs, pero en Honduras, si no fuese por el inusitado apoyo internacional recibido, ya habr¨ªa pasado a la larga historia de los gobernantes fallidos. Seg¨²n todas las fuentes consultadas, la ¨²nica credencial que Manuel Zelaya puede presentar ante la comunidad internacional es la de v¨ªctima de un golpe de Estado. No puede presumir de nada m¨¢s. Si, en alg¨²n pasillo de la ONU, alg¨²n colega extranjero le preguntase a Zelaya para matar el tiempo: "Hombre, Mel, aprovecha y cu¨¦ntame c¨®mo est¨¢ tu pa¨ªs despu¨¦s de casi cuatro a?os gobern¨¢ndolo t¨²...". La ¨²nica respuesta sincera tendr¨ªa que ser la siguiente: "Mi pa¨ªs es un enfermo cr¨®nico alimentado por una botella de suero que paga la cooperaci¨®n extranjera. Si no fuese por esa botella...".
Y esa botella, debido a la amenaza internacional de romper toda colaboraci¨®n con un gobierno al que consideran golpista, empieza a quedarse vac¨ªa.
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