"El general nos traicion¨®, nos tendi¨® una trampa"
Hace apenas una semana, esta mujer sal¨ªa en la televisi¨®n hondure?a dirigi¨¦ndose al pa¨ªs desde su despacho de Primera Dama. Ahora, est¨¢ escondida. Hace apenas una semana, Xiomara Castro ped¨ªa con voz firme a sus conciudadanos que fuesen a votar en el refer¨¦ndum del domingo pasado, que apoyasen la iniciativa de su marido, el presidente Manuel Zelaya. Ahora, su voz se quiebra en llanto cuando recuerda a sus hijos y a sus nietos, tambi¨¦n fugitivos en su propio pa¨ªs. Xiomara Castro de Zelaya desvela a EL PA?S los detalles de "la trampa" que le tendi¨® a su marido el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Romeo V¨¢squez.
Pregunta. ?Cu¨¢ndo se enter¨® de que un comando del Ej¨¦rcito hab¨ªa secuestrado a su marido?
Respuesta. Yo no estaba en casa. Me hab¨ªa trasladado a la provincia de donde nosotros procedemos, en el departamento de Olancho, para apoyar la consulta que se ten¨ªa que celebrar un d¨ªa despu¨¦s. A las cinco y media de la madrugada, mi hija mayor, que vive cerca de nuestra casa, me dijo que se estaban escuchando disparos y que ella cre¨ªa que eran en la casa de su pap¨¢. Yo intent¨¦ saber lo que pasaba, pero ni la seguridad de mi marido ni la muchacha que trabaja con nosotros sab¨ªa nada. Como unos 15 minutos despu¨¦s me llam¨® el edec¨¢n del presidente para decirme que los militares hab¨ªan llegado, que lo hab¨ªan golpeado, a ¨¦l y a los miembros de su seguridad, y que se hab¨ªan llevado al presidente. Usted se puede imaginar la angustia... Luego supe que mi otra hija, que s¨ª estaba en mi casa, se encerr¨® en su habitaci¨®n al o¨ªr los disparos y se meti¨® debajo de la cama. A la mujer que cuida a mi hija, los militares le preguntaron: "?d¨®nde est¨¢ el resto de la gente?" La muchacha les dijo que no hab¨ªa nadie m¨¢s. La puerta hab¨ªa sido abierta a tiros. Imag¨ªnese mi zozobra. Yo lo ¨²nico que pens¨¦ fue salir huyendo.
P. ?Hacia d¨®nde se dirigi¨® usted?
R. Supe que los militares me estaban buscando tambi¨¦n a m¨ª para sacarme del pa¨ªs. Y fue entonces cuando decid¨ª refugiarme en las monta?as. Mi madre se vino conmigo. Ten¨ªamos que estar cambi¨¢ndonos a cada rato de lugar porque nos informaban de que el Ej¨¦rcito se iba acercando. Ten¨ªa que salir de d¨®nde estuviera escondida a cualquier hora, a las once, a las doce de la noche...
P. ?Por qu¨¦ sigue huyendo? En principio no hay ninguna orden de b¨²squeda y captura contra usted...
R. Le voy a contar una cosa: yo no puedo confiarme. Si aqu¨ª se irrespetaron los derechos del presidente, entraron en su casa y lo sacaron a la fuerza... ?Usted cree que en este pa¨ªs puede haber ahora mismo alguien seguro de que no le va a pasar nada?
P. Desde su escondite, ?qu¨¦ siente? Miedo, rabia...
R. Miedo. Yo tengo miedo, aunque gracias a Dios he encontrado un lugar donde me siento segura. El hecho de que no pueda ver a mis hijos ni a mis nietos me parece abominable. Mi hija mayor tiene un beb¨¦ y est¨¢ embarazada de seis meses. Mi hijo mayor tambi¨¦n tiene un ni?o peque?o. Mi otra hija tambi¨¦n est¨¢ escondida. S¨®lo puedo ver a mi hijo m¨¢s peque?o, que est¨¢ aqu¨ª conmigo...
P. Su marido, el s¨¢bado por la noche, se fue a dormir tranquilo pensando que el peligro de golpe hab¨ªa sido conjurado. Unas horas despu¨¦s, lo secuestraron y lo sacaron del pa¨ªs en pijama. ?Qui¨¦n lo traicion¨®?
R. Le voy a contar una cosa y usted le va a poner f¨¢cilmente nombre a esa traici¨®n. El mi¨¦rcoles de la semana pasada, mi marido destituy¨® al general Romeo V¨¢squez, el jefe de las Fuerzas Armadas, por negarse a distribuir las urnas del refer¨¦ndum. Tiene usted que tener en cuenta que aqu¨ª en Honduras, desde siempre, es el Ej¨¦rcito el encargado de hacer esta labor. Pues bien, pese a la destituci¨®n y a la crisis que se desat¨®, el general siempre estuvo en contacto conmigo. Me llamaba y me dec¨ªa que no hab¨ªa problema, que todo estaba bien. De hecho, el mismo s¨¢bado yo recib¨ª una llamada de ¨¦l a las dos de la tarde y me dijo: "mire, do?a Xiomara, usted se ha convertido ahora en mi comandanta y quiero decirle que aqu¨ª est¨¢ todo normal, usted tiene que entender que nosotros nos hemos opuesto a repartir las urnas porque es ilegal, pero que nosotros estamos firmes con el presidente. Y usted d¨ªgale por favor de nuestra parte a su marido que, una vez que pase todo esto, que venga al Estado Mayor para que podamos tomarnos un caf¨¦ y arreglarlo todo". Insisto, eso fue a las dos de la tarde del s¨¢bado. Recuerdo que el general Romeo me dijo tambi¨¦n: "La gente est¨¢ controlada. D¨ªgale a su marido que tenga la completa seguridad de que ya no hay peligro". Imag¨ªnese: eso fue a las dos de la tarde del s¨¢bado. Y a las cinco de la ma?ana siguiente ya lo estaban sacando al presidente de nuestra casa. A la fuerza...
P. Entonces ?considera Usted que fue una trampa?
R. Justo. Esa es la palabra correcta. Nosotros nos sentimos traicionados. Ning¨²n gobierno le hab¨ªa dado el apoyo a las Fuerzas Armadas como mi marido lo ha hecho. Cuando nosotros ingresamos en el Gobierno hab¨ªa 6.000 polic¨ªas. No ten¨ªan ni equipo, y el presidente los convirti¨® en 14.000 en apenas tres a?os. Y con los soldados hizo lo mismo. Se les apoy¨® poni¨¦ndoles un sueldo decente. Y f¨ªjese: ellos mismos fueron los que le mordieron la mano.
P. ?De qui¨¦n obedece ¨®rdenes el general Romeo V¨¢squez?
R. Usted habr¨¢ visto como he visto yo al presidente de facto [Roberto Micheletti] levant¨¢ndole la mano al general para que la gente lo aclamara... Han estado juntos en las concentraciones de apoyo al golpe. Pues me imagino que las ¨®rdenes vendr¨ªan de Micheletti.
P. ?Cu¨¢ndo tuvo el primer contacto con su marido despu¨¦s del golpe? ?D¨®nde cree que van a poder encontrarse?
R. Habl¨¦ el martes pasado con ¨¦l. Me dijo que ya hab¨ªa conseguido que unas personas, cuya identidad no puedo desvelar, me recogieran de las monta?as para traerme a este lugar seguro donde ahora me encuentro. Y verlo... D¨®nde lo voy a ver... Yo quisiera verlo en mi casa, en mi pa¨ªs, con mis hijos, unidos como hemos estado siempre. Que regrese la paz, no solamente a mi casa [Xiomara Castro se echa a llorar] sino tambi¨¦n a mi pa¨ªs.
P. ?Ha llorado usted mucho estos d¨ªas, se?ora?
R. Es que son momentos muy duros. Cuando uno recuerda... El primer d¨ªa fue muy duro... Recordar a mis hijos, a mi esposo, a mis nietos... Y ver que en este momento, en este pa¨ªs, el poder lo est¨¢n usurpando unos dictadores.... Uno siente mucha impotencia.
P. ?Tiene usted previsto salir de Honduras?
R. No, yo no me muevo de aqu¨ª. No pienso salir.
P. ?Por qu¨¦ no quiere irse?
R. Porque nuestra vida est¨¢ aqu¨ª. Mi hijos... [se vuelve a emocionar]. Nosotros no tenemos nada de qu¨¦ avergonzarnos.
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