El debate sobre la reforma sanitaria debilita el liderazgo de Obama
El retraso genera dudas entre los congresistas y los ciudadanos.- El presidente se enfrenta a la extrema derecha del Partido Republicano y al ala conservadora de los dem¨®cratas
Barack Obama concluye la semana m¨¢s dif¨ªcil de su presidencia con modestos resultados en su ambicioso proyecto de reforma sanitaria y una imagen de vulnerabilidad desconocida desde que est¨¢ en la Casa Blanca. Tanto la dificultad de la tarea -la aprobaci¨®n de una ley que se ha resistido durante 60 a?os- como la rebeli¨®n entre las propias filas dem¨®cratas han contribuido a debilitar, al menos temporalmente, el liderazgo del presidente norteamericano.
La reforma sanitaria no es, desde luego, una batalla perdida a¨²n. Aunque el Senado no vote la ley antes de las vacaciones de agosto, es posible a¨²n que s¨ª lo haga la C¨¢mara de Representantes, y Obama ha conseguido un compromiso de los senadores de trabajar intensamente en el plan a fin de dejarlo listo para su aprobaci¨®n inmediatamente despu¨¦s del receso veraniego, probablemente en el mes de septiembre.
Pero lo peor no es ese retraso, que no supone incumplir el compromiso de Obama de aprobar la reforma antes de fin de a?o. Lo peor es la incertidumbre que ese retraso genera y las dudas sin resolver, entre los congresistas y entre los ciudadanos, con las que se pospone el debate.
La insistencia del presidente de acabar la tarea antes del verano ten¨ªa el prop¨®sito de aprovechar la ventana de oportunidad que se hab¨ªa abierto en las ¨²ltimas semanas, en las que la voluntad movilizadora de la Casa Blanca hab¨ªa conseguido aunar intereses hasta ahora irreconciliables: aseguradoras, m¨¦dicos, hospitales, pacientes y empresas.
Esa voluntad se vio contrarrestada en los d¨ªas finales del debate por una fuerte resistencia de los sectores conservadores, que fueron capaces de sembrar suficiente confusi¨®n entre la opini¨®n p¨²blica como para que la clase pol¨ªtica -hay elecciones legislativas el a?o pr¨®ximo- se sintiera llamada a la prudencia.
Este retraso ahora, no s¨®lo puede dar alas a los enemigos de la reforma sanitaria, que valoran lo ocurrido como una victoria, sino que puede tambi¨¦n derrumbar el dif¨ªcil castillo de naipes construido por Obama con todos los intereses en juego.
Como consecuencia, el presidente est¨¢ ahora obligado, primero a aprovechar la semana que a¨²n le queda a julio para recuperar la iniciativa y, despu¨¦s, a recapitular, hacer las correcciones precisas y evitar que, como pretende la oposici¨®n, esto acabe convirti¨¦ndose en su Waterloo.
Dos grupos rivales
Obama se enfrenta en este asunto de la reforma sanitaria a dos grupos rivales. Uno es el de la extrema derecha que controla el Partido Republicano, que, como ha pedido el estratega conservador William Kristol, ha ido a esta batalla a matar.
Ese sector es consciente de que Obama es, en estos momentos, la fuerza motriz de la izquierda norteamericana, su alma, su inspiraci¨®n y casi su ¨²nico valor de p¨²blico reconocimiento. Acabando con ¨¦l se puede acabar con todo lo que la victoria dem¨®crata del 4 de noviembre podr¨ªa traer a este pa¨ªs.
Para alcanzar ese objetivo vale todo. Incluida la miserable campa?a que circula desde hace d¨ªas en las radios conservadoras asegurando que el presidente no es un ciudadano norteamericano, que naci¨® en Kenia, y que sus padres falsificaron el certificado de nacimiento. Aunque pueda parecer la idea de un lun¨¢tico, los dirigentes republicanos han dejado circular esa acusaci¨®n hasta el punto de obligar a la Casa Blanca a filtrar a algunos medios de comunicaci¨®n pruebas de la nacionalidad del presidente.
No est¨¢ muy lejos de esa campa?a la reacci¨®n por las palabras de Obama sobre la detenci¨®n, la semana pasada, del profesor negro de la universidad de Harvard Henry Gates cuando trataba de entrar en su propio domicilio. Un sindicato de polic¨ªas se solidariz¨® ayer con sus compa?eros, y una bater¨ªa de columnistas ha salido a criticar al presidente por decir, simplemente, que esa detenci¨®n hab¨ªa sido "una estupidez".
Pero Obama se enfrenta tambi¨¦n a la oposici¨®n de un grupo con m¨¦todos y prop¨®sitos m¨¢s decentes. Se trata del ala derecha del Partido Dem¨®crata, formalmente constituida en la C¨¢mara de Representantes en lo que se conoce como Blue Dogs, un grupo de 52 congresistas que presentan batalla com¨²n en diferentes temas. Los Blue Dogs quieren garant¨ªas de que la reforma sanitaria no va a representar una carga sobre el d¨¦ficit p¨²blico y son filos¨®ficamente reacios a un aumento de impuestos.
Unos y otros han contribuido a darle un tinte demasiado izquierdista a una presidencia que naci¨® y tiene voluntad centrista. Este es un periodo clave para que Obama haga los ajustes precisos para recuperar su naturaleza.
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