La esperanza empieza en el teatro
Kabul, de noche, es un r¨²n r¨²n de generadores, una ciudad oscura en la que los focos de los coches descubren la cortina de polvo que cada d¨ªa se mete en los pulmones de la gente y en los ojos
Cuando Asim pasa cerca de los fosos de la orquesta y de tramoya un impulso inconsciente le aleja del borde: all¨ª es donde la gente de Dostum colocaba a sus prisioneros antes de fusilarlos. Los fosos dedicados a los instrumentos y a la ilusi¨®n de los decorados est¨¢n ba?ados de memorias de sangre y cad¨¢veres amontonados. Asim habla sin parar reviendo todo el teatro con sus palabras. "Aqu¨ª ten¨ªamos dos telones, uno mec¨¢nico y otro manual. All¨¢ el sistema de focos. Cumpli¨® los 58 y se pasa cada d¨ªa por lo que fue su casa. Tiene 10 personas a su cargo y escasos ingresos. Ser jefe de luces en un pa¨ªs sin apenas electricidad tiene sus peque?os inconvenientes.
Kabul, de noche, es un r¨²n r¨²n de generadores, una ciudad oscura en la que los focos de los coches descubren la cortina de polvo que cada d¨ªa se mete en los pulmones de la gente y en los ojos. Sin la luz del sol es una ciudad de sombras y gentes armadas. Los llaman polic¨ªas, pero no siempre se sabe por qu¨¦.
Asim es amigo de Naimul¨¢, que hace el papel de coordinador del teatro. Tiene m¨¢s suerte porque su gobierno no es el de recuerdos y voces apagadas sino sobre la esperanza. Cerca del viejo teatro, imponente silueta en espera de una millonada para volver a caminar, est¨¢ en nuevo, una sala semicircular con grader¨ªo de sillas. Desde julio se representa una obra infantil sobre dragones y monta?as. Un grupo de actores y actrices ponen la voz a unas marionetas que cuentan historias de vida. "Es un proyecto noruego", dice Naimul¨¢. "Ellos pusieron el dinero para construir la sala, escribieron la obra y financiaron su puesta en escena. Desde que se estren¨® han pasado por aqu¨ª m¨¢s de 5.000 ni?os. Una empresa rusa facilit¨® el transporte y ayudaron ONG como Save the children".
Ya no hay ni?os en las gradas, pero s¨ª c¨®micos que representan la obra ante unas c¨¢maras de v¨ªdeo. El objetivo es emitir la obra en la televisi¨®n y cambiar, gracias a los dragones y las monta?as, una din¨¢mica de guerra y odio. Suenan las voces de los actores, los galopes de los caballos y la m¨²sica. No lejos del teatro vivo y del teatro muerto est¨¢ el estadio nacional, donde los talibanes aprovechaban los partidos de f¨²tbol para deleitar el p¨²blico con sus ejecuciones sumarias, sus tiros en la nuca, sus asesinatos en nombre de dios.
El estadio y el viejo teatro unidos por los fusilamientos y el fanatismo se miran cada d¨ªa, pero nunca se hablan. Entre ellos s¨®lo puede haber silencio porque los edificios no saben pronunciar palabras, s¨®lo escucharlas. El verdadero di¨¢logo siempre es el de los hombres y ¨¦se, en Afganist¨¢n, est¨¢ a¨²n por escribir.
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