Dioramas del nuevo mundo
Es el abrazo del ¨¢ngel con el diablo. Luis In¨¢cio Lula da Silva, el presidente que ha convertido el pa¨ªs del futuro en la potencia del presente, admirado e idolatrado en las capitales occidentales, se estrecha sin remilgos con el presidente d¨¦spota y tramposo que han puesto los ayatol¨¢s fundamentalistas al frente de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n, ese maldito Mahmud Ahmadinejad que amenaza a Israel con un nuevo holocausto y prepara para ello un arma nuclear en sus silos secretos.
No son, pues, Obama en Pek¨ªn ni el primer ministro indio, Manmohan Singh, en la cena de Estado de la Casa Blanca los protagonistas de los dioramas que estos d¨ªas mejor reflejan las nuevas relaciones internacionales. No hubo grandes noticias ni por tanto im¨¢genes de alto significado en el viaje asi¨¢tico de Obama hace dos semanas respecto a sus predecesores. Como tampoco las hubo en el m¨¢ximo tratamiento protocolario recibido este martes por India en su compleja y cada vez m¨¢s estrecha relaci¨®n con Washington. Siendo ambos muy significativos en el despliegue de las nuevas relaciones internacionales del Washington obamiano, lo que prima ante todo es la continuidad. Con China, ya remota, desde la semilla sembrada en 1972 por Kissinger y Nixon. Con India, m¨¢s inmediata, culminado ya con Bush hijo el viraje o cambio de alianzas desde las estrechas relaciones con Mosc¨² hasta las actuales casi perfectas con Washington.
Lo nuevo es esa foto, de calibre todav¨ªa prohibido en el resto del mundo, que expresa las prisas y el adelanto que est¨¢ tomando Brasil en su acci¨®n internacional respecto a otros jugadores m¨¢s conservadores o d¨¦biles. Una foto que no hay que contemplar suelta, sino en el ¨¢lbum presidencial, donde aparecen los recientes y correspondientes abrazos con el presidente israel¨ª Shimon Peres y con el presidente palestino Abu Abbas. Brasil no es tan s¨®lo una nueva potencia econ¨®mica y el mayor jugador de la escena latinoamericana. Ahora ha ense?ado cartas de mayor calibre: quiere jugar en los dos conflictos m¨¢s envenenados de la nueva escena, en un paso con el que Lula apuesta por adoptar posiciones propias y no siempre en perfecta sinton¨ªa con su aliado Barack Obama, como demuestran las diferencias respecto a la resoluci¨®n de la crisis hondure?a.
La jugada est¨¢ llena de riesgos. No es extra?o el contraste entre el abrazo y las severas palabras de Lula respecto a los principios, quiz¨¢s m¨¢s duras y directas que las que tuvieron que escuchar los chinos de boca del presidente norteamericano: "La pol¨ªtica exterior brasile?a est¨¢ anclada en el compromiso con la democracia y el respeto a la diversidad. Defendemos los derechos humanos y la libertad de elecci¨®n de nuestros ciudadanos con la misma vehemencia con la que repudiamos todo tipo de intolerancia y de recurso al terrorismo". El abrazo y la admonici¨®n. Los intereses y los principios. La jugada de riesgo y la garant¨ªa para cubrirse. Finalmente, Lula s¨®lo puede ceder en la imagen si consigue ganar en los hechos, algo que no est¨¢ nada claro pero que va en su propio inter¨¦s y credibilidad como potencia.
Para jugar en el nuevo tablero global hay que tener cartas de todos los palos. El papel que Brasil est¨¢ imaginando ahora se recorta sobre el que ha venido desempe?ando Europa. Y sucede en el preciso momento en que la Uni¨®n Europea estrena Tratado y remoza su c¨²pula dirigente. Pero estas escenas de cambio apenas cuentan como dioramas del nuevo mundo. Expresan el ensimismamiento europeo frente al hambre de bal¨®n de los emergentes. No son resultado de la voluntad sino de su falta. Los nombramientos de los nuevos cargos, y sobre todo la sustituci¨®n de Javier Solana, el pol¨ªtico europeo con mayor experiencia de la escena internacional, por la baronesa Upholland, sin experiencia diplom¨¢tica alguna, se hallan en las ant¨ªpodas del gesto arriesgado de Lula.
No es ya la teor¨ªa del m¨ªnimo com¨²n denominador lo que ha conducido a que Dur?o Barroso renovara su mandato como presidente de la Comisi¨®n tan prematura y frescamente antes de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, y a que luego se nombrara para los dos nuevos altos cargos a quienes menos molestan a los grandes de la UE. Los tres nombramientos son fruto de la ausencia de voluntad y de objetivos por parte de los l¨ªderes de los 27 y sobre todo de los m¨¢s grandes, de forma que finalmente gana quien pasa m¨¢s desapercibido. Es la elecci¨®n por defecto. Todo lo contrario de la energ¨ªa que mueve las jugadas protagonizadas por quienes de verdad est¨¢n jugando la partida: Estados Unidos, China, Brasil, por supuesto, pero tambi¨¦n Rusia, Ir¨¢n o Venezuela. La pol¨ªtica internacional tambi¨¦n es un deporte de riesgo y de contacto, en el que de vez en cuando, para vencer, hay que abrazar al diablo.
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