Balseros intr¨¦pidos
Un grupo de cubanos llega a la central el¨¦ctrica de Turkey Point, en Florida, pese a las maniobras militares en la isla y la seguridad estadounidense
No s¨®lo el matrimonio Salahi se col¨® el martes en la Casa Blanca, durante la cena de gala que dio Barack Obama en honor del primer ministro indio, Manmohan Singh. El jueves, el d¨ªa de Acci¨®n de Gracias, este tipo de acciones tuvieron un variado matiz humano en Florida, entre una madrugada agitada y una noche chocante. Unas horas antes de que Tiger Woods se estrellara extra?amente contra una boca de riego y un ¨¢rbol al lado de su lujosa mansi¨®n floridana de Isleworth, cerca de Orlando, 300 kil¨®metros m¨¢s al sur un nuevo grupo de cubanos huidos de la isla bajaban de una lancha de traficantes, en un punto de la costa donde los cayos casi empiezan a estar m¨¢s definidos como islas, al sur de Miami Beach, Fisher Island y Key Biscayne.
La noticia no tendr¨ªa m¨¢s trascendencia que otra peripecia en las aguas del estrecho de Florida, si no fuera porque los protagonistas, al tocar suelo estadounidense y tras unos tr¨¢mites burocr¨¢ticos de identificaci¨®n, fueron puestos en libertad y, gracias a la ley de pies secos-pies mojados, la del Ajuste cubano, dentro de un a?o tendr¨¢n derecho a la ansiada residencia por tantos inmigrantes indocumentados. Un nuevo rumbo en sus vidas, como tantos otros en m¨¢s de medio siglo.
Sin embargo, este caso riz¨® el rizo. Si llegar a la costa de EE UU ya es un m¨¦rito, teniendo en cuenta las viles servidumbres impuestas por los traficantes, hacerlo sin ser detectados en Turkey Point, apenas 40 kil¨®metros al sur de Miami, donde est¨¢ la central el¨¦ctrica m¨¢s importante de Florida, Power Light (FPL), monopolio de la luz en el Estado y que funciona con cuatro reactores nucleares, la cuesti¨®n alcanza caracteres de haza?a. Y m¨¢s a¨²n porque fueron ellos los que avisaron de su llegada tras varias horas en una fr¨ªa ma?ana, inhabitual en Miami.
La FPL tiene supuestamente servicios de seguridad reforzados desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Los dos lancheros, como se conoce a los contrabandistas, entraron en uno de los canales de los manglares que se usan para enfriamiento del agua de la central y dejaron la carga hacia las seis de la ma?ana. Pero, seg¨²n el informe que la FPL debi¨® enviar a la Comisi¨®n de Regulaci¨®n Nuclear (NRC), s¨®lo cerca de las 13.30 se recibi¨® la llamada de uno de los balseros en la planta. Los agentes de inmigraci¨®n llegaron una hora m¨¢s tarde. Es decir, m¨¢s de ocho horas despu¨¦s del desembarco.
Un portavoz de la FPL dijo: "Esas personas estaban a seis millas de la planta y nunca representaron un peligro". Y a?adi¨®: "La FPL mantiene un programa de seguridad muy estricto".
A primeros de a?o, la compa?¨ªa, que continuamente pugna por subir las cuotas a sus usuarios en aras de un mejor servicio -su m¨¢ximo ejecutivo justifica sus viajes en avi¨®n privado por razones operativas-, debi¨® pagar una multa de 130.000 d¨®lares a la NRC al descubrirse que seis de sus vigilantes dorm¨ªan durante las guardias o encubr¨ªan a sus compa?eros.
En los a?os ochenta, seg¨²n cont¨® Rafael del Pino, famoso general desertor del Ej¨¦rcito del Aire cubano, la planta nuclear de Turkey Point fue objetivo de Fidel Castro, que plane¨® un ataque con Mig sovi¨¦ticos en caso de confrontaci¨®n con EE UU.
Ahora, Ra¨²l Castro acaba de decir: "El objetivo es no rendirse nunca; no dejar de luchar nunca, aunque no tengamos informaci¨®n". El presidente de Cuba justific¨® as¨ª por en¨¦sima vez las maniobras militares realizadas la semana pasada, ante una supuesta amenaza de invasi¨®n por parte de Estados Unidos, aunque Obama haya declarado que su Gobierno no tiene intenci¨®n alguna de usar su fuerza militar contra la isla.
Las operaciones militares comenzaron precisamente el jueves. Pero, en su transcurso, ni Ra¨²l Castro, ni sus polic¨ªas guardafronteras, ni sus militares se enteraron del viaje a Turkey Point. O no quisieron enterarse, como todos los indicios apuntan en las salidas de balseros, que denuncian la connivencia de las autoridades con los traficantes. As¨ª, mientras se preparaban para una guerra inexistente, una treintena de cubanos y cuatro ni?os eran recogidos en un punto al este de La Habana, en la costa norte de la isla, y emprend¨ªan el periplo en una potente lancha de tres motores y 10 metros de eslora. Lo habitual. En medio del estrecho de Florida les esperaba otra de relevo con los tanques llenos y para despistar. Esta vez funcion¨®.
La ruta directa hacia Florida, en baja en los ¨²ltimos a?os por la mayor vigilancia de los guardacostas y servicios de sat¨¦lite estadounidenses, vuelve a revivir, aunque poco a poco. Tampoco importan las duras condenas a los traficantes detenidos, que rondan los 20 a?os de c¨¢rcel. Parece preferible jugarse la prisi¨®n a perder la vida, como ocurre en la variante de M¨¦xico. Y mucho m¨¢s dinero para los viajeros. En M¨¦xico, los 15.000 d¨®lares "por un mayor recorrido", en lugar de los 10.000-12.000 floridanos, s¨®lo eran ya el aperitivo de los sucesivos pagos obligados a las mafias mexicanas, especialmente a los Zetas. Incluso las torturas y vejaciones sufridas por un grupo recientemente les llev¨® a desear volver a Cuba, la ¨²ltima derrota, ante la imposibilidad de pagar m¨¢s dinero. Adem¨¢s, la nueva ley que da derecho a M¨¦xico a repatriar inmediatamente a los cubanos ilegales ha terminado por frenar la v¨ªa de escape por este pa¨ªs.
Aun as¨ª, los balseros, ahora ya nada artesanales, contin¨²an siendo imparables.
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