El cuento de un astronauta mexicano
O de c¨®mo los pol¨ªticos venden como un ¨¦xito lo que en realidad es un s¨ªmbolo de su fracaso
Cuentan que en el a?o 2000, cuando el actual alcalde de Los ?ngeles, Antonio Villarraigosa era un pol¨ªtico en ascenso y Presidente de la Asamblea de California, fue invitado a cenar a casa del empresario mexicano Carlos Slim, se le pidi¨®, como mexicano-estadounidense, que explicara en pocas palabras, la diferencia que hab¨ªa entre M¨¦xico y Estados Unidos.
Esto fue lo que contest¨® Villarraigosa: "Mire usted, es muy simple, si mi familia se hubiera quedado a vivir en M¨¦xico, el d¨ªa de hoy yo estar¨ªa sirviendo esta cena."
Quiz¨¢ hubiera sido el caso del astronauta Jos¨¦ Hern¨¢ndez Moreno, quien naci¨® el 7 de agosto de 1962 en French Camp, California. Es estadounidense. Sus padres originarios de un ranchito llamado Ticuitaco, cerca de La Piedad, Michoac¨¢n, M¨¦xico, migraron a Estados Unidos, como ilegales, para emplearse en la recolecci¨®n del tomate y el pepino.
El propio Jos¨¦ Hern¨¢ndez trabajaba todos los veranos en el campo. ?l mismo recuerda como estaba limpiando con azad¨®n una fila de remolacha azucarera, cuando escuch¨® en un radio de transistores la noticia de que Franklin Chang D¨ªaz hab¨ªa sido seleccionado como astronauta y c¨®mo esa noticia lo motiv¨® y ese d¨ªa dijo: "Yo quiero viajar al espacio."
Jos¨¦ Hern¨¢ndez lo logr¨®. Estudi¨® ingenier¨ªa, alcanz¨® el grado de doctor, ingres¨® a la NASA, se prepar¨® y por fin el 29 de agosto de 2009 despeg¨® como parte de la tripulaci¨®n del transbordador espacial Discovery, en una misi¨®n en la Estaci¨®n Espacial Internacional.
Pero, ?qu¨¦ hubiera sido de Jos¨¦ Hern¨¢ndez si su familia se hubiera quedado en M¨¦xico? Es claro que no habr¨ªa alcanzado su sue?o de volar al espacio. Tardaremos muchos lustros, antes de que M¨¦xico logre concretar su primera misi¨®n espacial. Apenas hoy se discute en el Congreso mexicano la posibilidad de crear una Agencia Espacial Mexicana.
Pero m¨¢s que eso, los futuros posibles de Jos¨¦ Hern¨¢ndez si se hubiera quedado en M¨¦xico est¨¢n en la experiencia y en la estad¨ªstica. Como tantos mexicanos pobres, campesinos, de Michoac¨¢n y de otros estados del pa¨ªs, le hubieran quedado pocas opciones y futuros muy limitados.
Dif¨ªcilmente hubiera pasado de la primaria. Estad¨ªsticamente hubiera abandonado los estudios con la secundaria inconclusa y por supuesto su educaci¨®n hubiera sido de muy mala calidad.
Quiz¨¢ se hubiera quedado a sembrar su tierra, lo que le hubiera garantizado un futuro de miseria, con ingresos inferiores a los dos d¨®lares al d¨ªa.
Lo m¨¢s probable es que, inquieto, hubiera emigrado a la ciudad. En ese escenario estad¨ªsticamente las mayores oportunidades a las que aspiraba Jos¨¦ Hern¨¢ndez con la secundaria inconclusa, si es que consegu¨ªa trabajo, eran las de terminar con alg¨²n trabajo precario, como jardinero, mesero, quiz¨¢ como obrero en una maquiladora, como trabajador de la construcci¨®n o quiz¨¢ conduciendo un autobus.
Pero la familia de Jos¨¦ Hern¨¢ndez no se qued¨®, emigr¨® como tantas otras y le dio a su hijo la posibilidad de alcanzar un futuro totalmente distinto.
El contraste de ingresos y de oportunidades entre M¨¦xico y Estados Unidos es tan grande, que por eso M¨¦xico sigue y seguir¨¢ siendo por muchos a?os un pa¨ªs expulsor. Un pa¨ªs del que se han ido ya millones de personas. Para darnos una idea, seg¨²n cifras oficiales, consideradas muy conservadoras por algunos expertos, hoy radican en Estados Unidos cerca de 12 millones de personas nacidas en M¨¦xico. Esto es, algo as¨ª como el 10% de la poblaci¨®n total de M¨¦xico.
En 2007 migraron a Estados Unidos 478.000 personal. En 2008 migraron 450.000 y aunque las autoridades mexicanas esperan que la cifra sea un poco menor en 2009 como consecuencia de la crisis econ¨®mica en Estados Unidos, la migraci¨®n es un proceso constante.
El esplendido documental de Juan Carlos Rulfo y Carlos Hagerman Los que se quedan, nos regala un gran fresco de esta realidad. El drama de los mexicanos que se quedan en las comunidades expulsoras de migrantes. Los contrastes de ingresos, las diferencias, la soledad, la incertidumbre, la miseria, pero sobre todo la falta de oportunidades.
Es con esta realidad de fondo y en esta condici¨®n, en la que entra el absurdo, la contradicci¨®n y la verg¨¹enza. Es aqu¨ª donde aparece la incongruencia que enoja, que debe enojar, cuando el gobierno y los pol¨ªticos mexicanos tratan de convertir a la historia de Jos¨¦ Hern¨¢ndez en un cuento de orgullo nacional.
Es aqu¨ª donde aparece el cuento del astronauta mexicano. Donde nos inventan la historia de superaci¨®n personal de un mexicano, como si fuera de verdad un logro nacional.
En cuanto apareci¨® en el radar la historia del astronauta Jos¨¦ Hern¨¢ndez, de inmediato se activaron todas las maquinarias de la propaganda y el marketing gubernamentales. En el cuartel de todos los partidos pol¨ªticos, del Congreso de la Uni¨®n y del Ejecutivo Federal se movilizaron de inmediato las agendas y los medios para tratar de capitalizar al m¨¢ximo al supuesto astronauta mexicano.
El objetivo: convertir a Jos¨¦ Hern¨¢ndez en orgullo nacional. Es obvio, ante la falta de triunfos reales, cualquier gol de la selecci¨®n nacional, cualquier medalla, cualquier premio de literatura es bueno para tratar de levantar un poco el ¨¢nimo y la moral nacional ca¨ªdas en un pa¨ªs en crisis, complicado y muy emproblemado.
El presidente personalmente pase¨® a Jos¨¦ Hern¨¢ndez por el pa¨ªs. Inmediatamente todos los medios se ocuparon del tema. Jos¨¦ Hern¨¢ndez se convirti¨® en s¨²per estrella. Entrevistas en los medios. Toda una gira de Estado. Visita al Congreso. Homenajes. Los pol¨ªticos quer¨ªan retratarse con ¨¦l. Regalos, las llaves de la ciudad, plaza con su nombre y sobre todo discursos, muchos discursos. Discursos que hablaban una y otra vez del orgullo nacional, de la superaci¨®n personal y de la capacidad de los mexicanos.
Pero la realidad es otra muy distinta. Aunque nos duela, Jos¨¦ Hern¨¢ndez no es un orgullo nacional. Su historia de ¨¦xito no es nuestra historia de ¨¦xito y menos una historia de la que pueda sentirse orgulloso nuestro gobierno o nuestra clase pol¨ªtica.
No es un problema de nacionalidades. Jos¨¦ Hern¨¢ndez es estadounidenses y tiene ra¨ªces mexicanas, tiene acceso a la nacionalidad mexicana, por derecho de sangre, y ¨¦l mismo se identifica mucho con nuestra cultura. Pero ese no es el debate.
Jos¨¦ Hern¨¢ndez puede ser mexicano, pero la historia del astronauta Jos¨¦ Hern¨¢ndez es totalmente estadounidense. El logro de llevar a un jornalero agr¨ªcola pobre al espacio, es una historia de movilidad social en los Estados Unidos. El m¨¦rito es de otro sistema. Jos¨¦ Hern¨¢ndez se hizo en otro pa¨ªs, con otras pol¨ªticas p¨²blicas, con otro gobierno y con otras leyes.
La verdadera imagen de Jos¨¦ Hern¨¢ndez es la fotograf¨ªa de un hombre con una bandera con estrellas y barras en el hombro. Su bandera como astronauta. La bandera de su logro. En todas las im¨¢genes vimos a un miembro de la fuerza a¨¦rea estadounidense, enfundado en su uniforme azul, portando con orgullo la bandera del pa¨ªs que le dio la oportunidad de tener la educaci¨®n de calidad, la salud, las condiciones y el ambiente de libertad necesarios, para alcanzar sus metas.
Inventar el cuento del astronauta mexicano por parte del gobierno, es como robar un pedacito de gloria. Mendigar triunfos ajenos. Usurpar ¨¦xitos imposibles, en un pa¨ªs que no atina el rumbo para convertirse en serio en un M¨¦xico ganador.
El Presidente de M¨¦xico Felipe Calder¨®n dijo en uno de los homenajes: "la brillante historia de vida de Jos¨¦ Hern¨¢ndez es y debe ser un ejemplo para los mexicanos." ?Lo dice en serio? ?Cu¨¢l es el ejemplo Se?or Presidente? ?Irse? ?Nacer en Estados Unidos? ?Migrar? ?Qu¨¦ las familias mexicanas migren a tiempo? ?Hacerse norteamericano? ?Buscar all¨¢ las oportunidades que no se tienen aqu¨ª?
La historia de ¨¦xito de personal de Jos¨¦ Hern¨¢ndez, es al mismo tiempo la historia del fracaso de la pol¨ªtica econ¨®mica, de la pol¨ªtica social y de la pol¨ªtica exterior del gobierno mexicano. Es la historia del fracaso de ¨¦ste y de varios gobiernos mexicanos.
Su historia deber¨ªa darle verg¨¹enza a una clase pol¨ªtica incapaz de ponerse de acuerdo y de generar un proyecto de naci¨®n para los millones de Jos¨¦ Hern¨¢ndez que est¨¢n repartidos por todo el pa¨ªs, y que no quieren ser astronautas, millones de mexicanos a quienes s¨®lo les bastar¨ªa con poder comer, con tener un m¨ªnimo de salud, un piso que no sea de tierra o saber leer y escribir.
Jos¨¦ Hern¨¢ndez es la historia moderna de Benito Ju¨¢rez. Uno llega a la presidencia, el otro llega al espacio. Ambas son historias de ¨¦xito. Historias de superaci¨®n personal. Iconos. Ejemplos. Pedagog¨ªa pura. Historia de bronce. Los dos comparten esa historia de movilidad social, que tanto nos gusta a los seres humanos. Es el cuento de la cenicienta. Es la pobreza superada, es la miseria transitada. Es el ¨¦xito a pesar de la adversidad.
Pero la de Ju¨¢rez es una historia mexicana del siglo XIX. La de Jos¨¦ Hern¨¢ndez es una historia norteamericana del siglo XXI.
Jos¨¦ Hern¨¢ndez dijo en una entrevista: "Lo que me sorprendi¨® mucho es cuando vi al mundo como uno: no hab¨ªa fronteras, no se pod¨ªa distinguir entre Estados Unidos y M¨¦xico", pero lo cierto es que s¨ª existen las fronteras. Su familia cruz¨® una de ellas de manera ilegal. Lo cierto es que s¨ª existen las banderas y las diferencias. S¨ª existe una frontera que hace a dos pa¨ªses muy distintos.
La lecci¨®n es muy clara: si Jos¨¦ Hern¨¢ndez se hubiera quedado en M¨¦xico, quiz¨¢ hoy estar¨ªa sirviendo la cena.
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