Obama anuncia que la retirada de Afganist¨¢n comenzar¨¢ en 2011
EE UU pondr¨¢ sobre el terreno 30.000 soldados m¨¢s en los pr¨®ximos seis meses.- El plan del presidente prev¨¦ el inicio de la salida durante su mandato
Con el fantasma de Irak y Vietnam flotando sobre su cabeza, Barack Obama ha marcado severos l¨ªmites de objetivos y de tiempo en su nueva estrategia para Afganist¨¢n, donde el despliegue de 30.000 soldados m¨¢s se ver¨¢ condicionado a la colaboraci¨®n eficaz de las autoridades afganas y al compromiso de poner fin a la guerra cuando la misi¨®n antiterrorista haya sido cumplida, en un plazo aproximado de tres a?os y sin esperar necesariamente a que ese pa¨ªs disfrute de un estable sistema democr¨¢tico.
"Queremos transmitir las responsabilidades al pueblo afgano tan r¨¢pido como sea posible, nuestro objetivo no es el de construir una naci¨®n, nuestro compromiso no es ilimitado e infinito", ha manifestado el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, horas antes de que el presidente desvele los detalles de su estrategia en un discurso en la Academia Militar de West Point. Otro alto funcionario ha a?adido que el prop¨®sito de la Administraci¨®n es el de que la transmisi¨®n de plenos poderes a las fuerzas de seguridad afganas se produzca antes de 2013, iniciando la retirada en julio de 2011.
Entre tantos discursos relevantes que Obama ha pronunciado ya en su joven presidencia, el de hoy ocupa por ahora el primer lugar. Obama intenta convencer al mismo tiempo a los militares inseguros de su misi¨®n, a los congresistas contrarios a gastar m¨¢s dinero, a sus compatriotas reacios a entregar m¨¢s vidas, a los afganos y paquistan¨ªes temerosos del avance talib¨¢n y a los aliados perezosos ante la perspectiva de m¨¢s esfuerzos militares. Todas sus cualidades como l¨ªder, como comunicador, como comandante en jefe, se ver¨¢n esta noche sometidas a una prueba crucial.
Tardar¨¢ alg¨²n tiempo en saberse con cierto rigor si ha conseguido solventar con ¨¦xito este dif¨ªcil tr¨¢mite en el que Obama se juega si duda su futuro pol¨ªtico. Salvando las distancias, este 1-D es el 11-S de Barack Obama. Una profundizaci¨®n de la guerra en Afganist¨¢n que no produzca resultados ostensibles en un plazo razonable enajenar¨ªa al presidente de sus aliados naturales en la izquierda y lo convertir¨ªa en un blanco f¨¢cil de los conservadores en la pr¨®xima batalla electoral.
Obama responder¨¢ a la enorme expectaci¨®n creada con un discurso en el que tratar¨¢ de compatibilizar la necesidad de obtener avances inmediatos en el terreno militar con la conveniencia de empezar a se?alar el final de un conflicto que dura ya nueve a?os. Es una labor contradictoria y compleja la de hablar del final de una guerra el mismo d¨ªa que se ordena el env¨ªo de otros 30.000 soldados, pero ese ser¨¢, en realidad, el mensaje de Obama.
El primer paso de esta nueva estrategia es, en todo caso, el del refuerzo. Pese a las dificultades log¨ªsticas que este despliegue representa, la Casa Blanca pretende que todas las fuerzas est¨¦n ya en el teatro de operaciones en la primera mitad del pr¨®ximo a?o, de modo que para el comienzo del verano haya ya 100.000 soldados norteamericanos en Afganist¨¢n.
Las primeras unidades de marines se preparan para partir al frente antes de las navidades, y los mandos militares han recibido ¨®rdenes de acelerar la preparaci¨®n en otras guarniciones para que el refuerzo se lleve a cabo sin interrupciones desde principios del pr¨®ximo a?o.
Obama quiere levantar la moral de los combatientes y arrebatarle cuanto antes la iniciativa a los talibanes y sus aliados de Al Qaeda. Las tropas de refresco ayudar¨¢n a ganar el control en la disputada provincia de Helmand, en el sur de Afganist¨¢n, y contribuir¨¢n a que los gobernantes surgidos de las ¨²ltimas elecciones afganas adquieran autoridad y prestigio entre la poblaci¨®n.
Pero el despliegue de tropas es s¨®lo una parte de esta nueva estrategia. Tan importante como eso es la redefinici¨®n de la misi¨®n y los ingredientes pol¨ªticos que se le a?aden a ¨¦sta.
Estados Unidos quiere convertir esta guerra en una guerra contra Al Qaeda y s¨®lo contra los talibanes en la medida en que estos apoyen a la organizaci¨®n terrorista responsable del 11 de septiembre. La Administraci¨®n norteamericana contempla la posibilidad de negociar con los talibanes que rompan con Al Qaeda, incluso de permitirles ganar poder o favorecer su participaci¨®n en los ¨®rganos de decisi¨®n en Kabul.
Eso ser¨¢ m¨¢s factible si crece la popularidad del Gobierno presidido por Hamid Karzai. Para ello, Obama establecer¨¢ una serie de metas -entre ellas, poner freno a la corrupci¨®n y a los abusos de poder- que las autoridades afganas tienen que cumplir para seguir contando con el respaldo de Washington.
El presidente recordar¨¢ que Pakist¨¢n es, en realidad, uno de los frentes de la guerra de Afganist¨¢n (o viceversa).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.