Berlusconi, agredido en Mil¨¢n por un hombre con problemas mentales
El atacante causa una rotura en la nariz y en un diente al primer ministro italiano
Silvio Berlusconi, primer ministro italiano, fue agredido ayer en Mil¨¢n, al t¨¦rmino de un mitin en la plaza del Duomo. El agresor es un hombre de 42 a?os, Massimo Tartaglia, que fue arrestado inmediatamente por la polic¨ªa. Tartaglia, que sufre desde hace a?os problemas mentales, lanz¨® un souvenir -una estatuilla de pl¨¢stico y yeso en miniatura de la catedral de Mil¨¢n- que impact¨® en la boca del primer ministro. Al ser detenido, dijo: "Yo no soy nadie".
Su padre, Alessandro, un peque?o empresario de la periferia milanesa, cont¨® que la familia vota al Partido Democr¨¢tico, y achac¨® la deplorable acci¨®n de su hijo a "la crispaci¨®n pol¨ªtica que vive el pa¨ªs". El agresor portaba en el bolsillo un spray urticante a la pimienta y otro souvenir. El fiscal le acus¨® de "lesiones agravadas contra funcionario p¨²blico" y de actuar "con premeditaci¨®n".
Eran las seis y media de la tarde, el mitin del Pueblo de la Libertad hab¨ªa terminado unos minutos antes, y Berlusconi saludaba y firmaba aut¨®grafos a sus seguidores y estaba a punto de subirse al coche oficial para abandonar la plaza. En ese momento, Tartaglia, pelo corto, anorak gris, mirada perdida, lanz¨® contra el primer ministro, de 73 a?os, un objeto contundente desde una distancia de tres o cuatro metros.
La impresionante imagen del magnate y pol¨ªtico, con la cara ensangrentada y la expresi¨®n entre at¨®nita y furiosa, dio r¨¢pidamente la vuelta al mundo mientras Berlusconi era trasladado en ambulancia a las urgencias del hospital San Raffaele.
Los m¨¦dicos apreciaron diversas heridas: rotura parcial del hueso nasal, laceraci¨®n interna y externa en los labios, p¨¦rdida de sangre, dos dientes afectados, uno de ellos roto, y alg¨²n corte. El cirujano que le dio algunos puntos de sutura declar¨® que encontr¨® al primer ministro "molesto y abatido". Por precauci¨®n, Berlusconi fue sometido a un TAC. No revel¨® complicaciones. Tras pasar 24 horas en observaci¨®n, necesitar¨¢ entre 15 y 20 d¨ªas de curas.
La confusi¨®n en el momento del incidente fue enorme. Todo sucedi¨® en segundos. Al recibir el impacto, Berlusconi se llev¨® la mano a la cara, empez¨® a sangrar, se dobl¨® en un gesto de dolor, pareci¨® que fuera a perder el conocimiento. Alguien le puso una bolsa negra con hielo en la cara para contener la hemorragia. Izado en andas por sus escoltas, fue introducido en su coche mientras la polic¨ªa se lanzaba a detener al agresor, interceptado y golpeado por los seguidores que aclamaban al pol¨ªtico.
Con expresi¨®n petrificada, Tartaglia no opuso resistencia. Seg¨²n diversas fuentes, se limit¨® a repetir: "Yo no he sido, yo no soy nadie". Segundos despu¨¦s, Berlusconi recuper¨® el ¨¢nimo y se puso de pie en el estribo del coche para buscar al asaltante, y con un gesto asegur¨® a sus seguidores que estaba bien. Su rostro mezclaba el estupor y la rabia.
Es la segunda vez que el magnate de Brianza (Mil¨¢n) es agredido en la calle. En 2004, en la plaza Navona de Roma, un obrero le lanz¨® el tr¨ªpode de su c¨¢mara de fotos y le alcanz¨® en el cuello, sin causarle heridas graves.
Al salir de urgencias para pasar a la habitaci¨®n, Berlusconi achac¨® el ataque a "una campa?a de odio" contra ¨¦l. "Es el fruto", explic¨®, "de los que han querido sembrar ciza?a. Casi me lo esperaba. Todos deben entender que no se puede ultrajar a un primer ministro. Eso es defender las instituciones". Su portavoz, Paolo Bonaiuti, revel¨® que, antes del mitin, Berlusconi hab¨ªa presentido una agresi¨®n contra ¨¦l. Su amigo Emilio Fede cont¨® que le dijo que hab¨ªa salvado el ojo "de milagro".
El 14 de octubre, los servicios secretos hab¨ªan alertado de que el riesgo de que Berlusconi sufriera un asalto como el de ayer, obra de "exaltados o mit¨®manos aislados, en actos p¨²blicos", era muy alto. El dispositivo de protecci¨®n se hab¨ªa ampliado a dos anillos de seguridad, uno cercano, de cuatro personas, y otro m¨¢s alejado, formado por seis guardias.
Tras detener al agresor, la polic¨ªa le interrog¨® durante tres horas con la asistencia de su psic¨®loga. Tartaglia lleva diez a?os recibiendo tratamiento psiqui¨¢trico en el hospital Policl¨ªnico de Mil¨¢n, pero no trascendi¨® qu¨¦ perturbaci¨®n sufre. Su padre, Alessandro, cont¨® que el detenido trabaja con ¨¦l en la empresa familiar y es "inestable psicol¨®gicamente, aunque nunca hab¨ªa pegado a nadie". Los Tartaglia residen en la periferia industrial de Mil¨¢n. Los vecinos dijeron que no recuerdan haber asistido a episodios de violencia del agresor, salvo algunos raptos de c¨®lera y gritos en casa.
Condena un¨¢nime
Todas las fuerzas pol¨ªticas condenaron el ataque, que el l¨ªder de la Liga Norte, Umberto Bossi, calific¨® de "acto terrorista". El presidente de la Rep¨²blica, Giorgio Napolitano, manifest¨® en una nota su solidaridad al primer ministro, y conden¨® la "espiral de violencia". Antonio di Pietro, l¨ªder de Italia de los Valores, tras reprobar la agresi¨®n, se?al¨® que Berlusconi "instiga a la violencia".
La cita de Berlusconi con sus votantes milaneses, en la ciudad donde edific¨® su imperio inmobiliario y medi¨¢tico, valorado en 7.000 millones de euros, se hab¨ªa anunciado como un ba?o de masas a modo reparaci¨®n por la complicada situaci¨®n, pol¨ªtica y privada, que atraviesa hace meses.
El Pueblo de la Libertad comenzaba la campa?a de reparto de carn¨¦s entre sus militantes, tras siete meses de vida como partido virtual. Unas mil personas acudieron a ver a Berlusconi, que comenz¨® su discurso bromeando sobre la "emboscada" que le hab¨ªa tendido su ministro de Defensa, Ignazio La Russa, al organizarle ese mitin inesperado. La alocuci¨®n empez¨® con cr¨ªticas a la oposici¨®n, a la que calific¨® como "f¨¢brica de odio y de envidia impregnada de valores marxistas".
A los cinco minutos, Berlusconi se par¨®, mir¨® a su izquierda, y se dirigi¨®, bastante tenso, hacia algunos asistentes que profer¨ªan silbidos y le gritaban "ladr¨®n" y "buf¨®n". "Por eso tenemos que estar aqu¨ª", clam¨®, "porque hay gente como vosotros. Nosotros somos liberales, esas cosas no las haremos nunca. ?Verg¨¹enza, verg¨¹enza, verg¨¹enza!". La seguridad evacu¨® a los disidentes.
La agresi¨®n confirm¨® que la divisi¨®n de Italia ante su pol¨¦mico primer ministro ha adquirido niveles preocupantes y que 2009 pasar¨¢ a la historia como el annus horribilis de Il Cavaliere.
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