El estilo del presidente
Reforma sanitaria, clima, desarme: Obama encadena ¨¦xitos gracias a su obstinaci¨®n, pragmatismo y voluntad de no imponer su criterio a toda costa
Ya hay hechos. El presidente de los grandes discursos ha comenzado a obtener resultados. Algunos de ellos indiscutibles, monumentales, otros interpretables, condicionados por la actitud de quien los juzga. Pero todos los logros alcanzados hasta la fecha por Barack Obama tienen el com¨²n denominador de la obstinaci¨®n, el posibilismo y la voluntad de no imponer su criterio sobre el de la otra mitad del pa¨ªs.
La aprobaci¨®n de la reforma sanitaria en el Senado es el ¨²ltimo -y, con gran diferencia, el mayor- de esos logros recientes. Aunque todos los republicanos votaron contra la ley por razones pol¨ªticas internas que pueden volverse contra ellos, la reforma es el producto de una dura negociaci¨®n entre dem¨®cratas conservadores y progresistas. El resultado es un texto menos ambicioso que el objetivo inicial de la Casa Blanca, pero probablemente mucho m¨¢s cercano a lo que el pa¨ªs desea y es capaz de digerir hoy.
Es una obra con el sello de Obama. El presidente ha puesto la energ¨ªa necesaria para sortear barreras que, por momentos, parec¨ªan insalvables. Pero tambi¨¦n ha tenido la habilidad para ceder el protagonismo a los congresistas -lecci¨®n aprendida de los errores de Bill Clinton- y el pragmatismo para establecer los m¨ªnimos principios innegociables.
Caracter¨ªsticas similares tiene el triunfo de Obama la semana pasada en la Cumbre del Clima, en Copenhague. Tambi¨¦n all¨ª el presidente norteamericano hizo una demostraci¨®n de coraje para obligar a China a una negociaci¨®n a la que se negaba. Y, al mismo tiempo, de prudencia para entender que los grandes pa¨ªses en desarrollo, por algunas buenas razones, no pueden hacer m¨¢s de lo que ofrecieron. El resultado es un acuerdo, mayormente aplaudido en Washington, que compromete por primera vez a China y a India a trabajar en la medida de sus posibilidades en contra del cambio clim¨¢tico.
?ste parece ser el m¨¦todo de Obama: cambiar las cosas, en la medida de lo posible y al gusto de las mayor¨ªas. No estamos ante un visionario que pretende redise?ar al mundo a su antojo. Estamos ante un activista con el sentido pr¨¢ctico y la paciencia para cumplir s¨®lo la mitad de sus sue?os.
Es el mismo m¨¦todo que se aprecia en la elaboraci¨®n de la estrategia para Afganist¨¢n o en la soluci¨®n del problema de Guant¨¢namo.
El presidente va a tardar m¨¢s de lo previsto en apuntar este ¨²ltimo asunto en la lista de sus ¨¦xitos, pero este mes ha puesto tambi¨¦n las cosas en la buena direcci¨®n. El cierre de Guant¨¢namo est¨¢ sometido a m¨²ltiples obst¨¢culos -rechazo de la opini¨®n p¨²blica, resistencia del Congreso, complejidades t¨¦cnicas y legales- que requieren los mismos recursos: convicci¨®n, cautela, negociaci¨®n.
Poco a poco la agenda de Obama se va cumpliendo -el acuerdo de desarme con Rusia est¨¢ a punto de firmarse, un pacto de desnuclearizaci¨®n m¨¢s ambicioso empezar¨¢ a discutirse, el Congreso votar¨¢ el pr¨®ximo a?o sobre la reforma energ¨¦tica- y el car¨¢cter del presidente se va forjando. Por mucho que se diga en la campa?a electoral, es el Despacho Oval el que finalmente moldea el perfil de la presidencia.
Algunas propuestas se adaptan a la realidad, otras sencillamente se excluyen por inoperantes o rid¨ªculas. Obama tiene ya ejemplos de ambas. Su concepci¨®n sobre las dificultades de la paz y las exigencias de la guerra -brillantemente expuesta en Oslo- est¨¢ sin duda influida por sus primeros meses en ejercicio. Sus pretensiones iniciales de dialogar con Ra¨²l Castro, Hugo Ch¨¢vez o Mahmud Ahmadineyad como si fueran los jefes de la oposici¨®n del mundo, van poco a poco difumin¨¢ndose.
El saldo general, tras el voto de hoy en el Senado, parece positivo. Obama pasa ahora en Hawai unas vacaciones que necesita con urgencia. Su figura se ha ido haciendo m¨¢s humana a lo largo de su gesti¨®n. El mito va abriendo paso a un ser m¨¢s d¨¦bil y entra?able.
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