Yo discrimino, t¨² discriminas, todos discriminamos
En M¨¦xico, el debate de los derechos de las minor¨ªas se entrampa mientras todos reconocen que son v¨ªctimas de discriminaci¨®n
Los temas del debate en M¨¦xico son hoy tan dispares como lo son las condiciones de vida de los mexicanos. Al mismo tiempo que debatimos intensamente sobre temas b¨¢sicos como pobreza, seguridad p¨²blica o representaci¨®n pol¨ªtica, los espacios de denuncia se llenan de discusiones sobre tem¨¢ticas, digamos, socialmente m¨¢s sofisticadas como la preservaci¨®n ecol¨®gica, los derechos de las personas homosexuales o de los no fumadores y hasta el asunto de la obesidad infantil.
Frente a los intentos de cambio social promovidos por ciertos grupos progresistas de nuestra sociedad, se desatan pasiones desproporcionadas de grupos conservadores que reaccionan como no lo hab¨ªamos visto en M¨¦xico desde mediados del siglo XIX: mientras en la capital del pa¨ªs se aprueba la interrupci¨®n voluntaria del embarazo, en m¨¢s de la mitad de las leyes estatales se legisla para asentar constitucionalmente que la vida empieza en el momento de la concepci¨®n; mientras en el Distrito Federal se aceptan los matrimonios entre personas del mismo sexo, gobernadores del conservador Partido Acci¨®n Nacional tratan de interponer una controversia constitucional ante la Corte para que esos matrimonios no se tengan que reconocer como v¨¢lidos en sus fueros.
En este ir y venir de las pasiones en los extremos, las minor¨ªas quedan atrapadas en el centro sin conseguir avanzar realmente hacia el reconocimiento cabal de sus derechos. Y quiz¨¢ uno de los da?os colaterales m¨¢s preocupantes que est¨¢ dejando tras de s¨ª la guerra de vanidades que estamos viviendo en M¨¦xico es la evidente profundizaci¨®n de hechos discriminatorios hacia ciertos grupos de nuestra sociedad, fen¨®meno al que est¨¢ contribuyendo de manera muy significativa la Iglesia Cat¨®lica que, en aras de defender sus preceptos, no hace m¨¢s que avivar el encono de unos contra otros y, de pasada, condenarnos a todos al infierno.
Ya en 2005 la primera encuesta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminaci¨®n (CONAPRED) daba cuenta del enorme rezago que hab¨ªa en la materia. En promedio 9 de cada 10 mujeres, discapacitados, ind¨ªgenas, homosexuales, adultos mayores y pertenecientes a minor¨ªas religiosas opinaron entonces que en M¨¦xico exist¨ªa discriminaci¨®n por su condici¨®n, una discriminaci¨®n no reconocida por la mayor¨ªa, pero ampliamente ratificada por actitudes y prejuicios manifestados en la misma encuesta.
Hoy, y seg¨²n la encuesta que entregamos este lunes a elpais.com, uno de cada cuatro mexicanos reconoce que la discriminaci¨®n ha aumentado desde entonces y un 36% m¨¢s considera que sigue igual.
Es por ignorancia, justifica el 62% de los entrevistados. El 50% culpa a las propias autoridades por esta situaci¨®n -pero tambi¨¦n a la familia y a la escuela- y el 41% opina que mucha de la culpa la tiene precisamente la religi¨®n.
Hace unos d¨ªas, en la C¨¢mara de Diputados se aprob¨® una modificaci¨®n constitucional que considera agregar un p¨¢rrafo al art¨ªculo 40 de la Constituci¨®n para establecer la laicidad como uno de los cinco principios rectores del orden constituido.
Aunque originalmente el proyecto consideraba agregar un p¨¢rrafo al art¨ªculo 108 de la Constituci¨®n especificando que las autoridades pol¨ªticas federales, estatales y municipales deber¨ªan guiar su actuaci¨®n respetando escrupulosamente y salvaguardando en todo momento, la separaci¨®n entre asuntos pol¨ªticos y religiosos, entre aquellos relativos al Estado y las iglesias, y entre creencias personales y la funci¨®n p¨²blica, y se especificaba que el incumplimiento de esa obligaci¨®n conllevar¨ªa responsabilidad en t¨¦rminos de la ley respectiva de los servidores p¨²blicos, presiones de la derecha y sus aliados de centro hicieron imposible esa modificaci¨®n, por lo que los mexicanos hemos decidido constituirnos en una rep¨²blica laica, pero nuestros funcionarios p¨²blicos pueden actuar por razones de evidente contenido religioso para aceptar o no derechos de las minor¨ªas, y aqu¨ª no pasa nada.
Por lo visto en el M¨¦xico del siglo XXI seguiremos cargando con los prejuicios que nos impusieron los evangelizadores en el siglo XVI, y tanto las mujeres, como los ind¨ªgenas, los homosexuales, y muchos otros tendremos que vivir sujetos a las discriminatorias leyes que dicta la Santa Madre Iglesia Cat¨®lica, Apost¨®lica y Romana. ?Que viva Torquemada!
Nota metodol¨®gica. Encuesta telef¨®nica realizada el 18 de febrero, considerando 500 entrevistas a personas mayores de 18 a?os seleccionadas mediante un muestreo aleatorio simple sobre el listado de tel¨¦fonos del pa¨ªs. Con el 95% de confianza, el error estad¨ªstico m¨¢ximo que podr¨ªa esperarse es del +/- 4.5
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