Y sigue la maquinaria represiva
"La muerte de Orlando Zapata Tamayo fue anunciada desde hace mucho tiempo. Durante casi tres meses, el reo de conciencia ejerci¨® su derecho ¨²ltimo a la huelga de hambre"
La muerte de Orlando Zapata Tamayo fue anunciada desde hace mucho tiempo. Durante casi tres meses, el reo de conciencia ejerci¨® su derecho ¨²ltimo a la huelga de hambre. Hab¨ªa sido encausado por una causa insostenible en cualquier pa¨ªs relativamente democr¨¢tico y, ya dentro de la c¨¢rcel, sufri¨® vejaciones y golpizas. En marzo del a?o pasado debi¨® ser sometido a una operaci¨®n por el co¨¢gulo cerebral producido a golpes por sus carceleros. Su libertad, en suma, fue coartada hasta tal punto que el ¨²nico modo de protestar que le qued¨® fue la huelga de hambre.
La decisi¨®n de que esa huelga terminara en muerte debi¨® ser estimada concienzudamente por las autoridades cubanas. Pues no vale la excusa, tan socorrida para el r¨¦gimen castrista, de desconocimiento. No vale el que ahora se procuren un jefe intermedio a quien culpar de ineficacia. No vale el cuento del carcelero ensa?ado con el preso, ni el cuento del fallo de interpretaci¨®n en la cadena de mando. Tales mentiras no funcionan desde el momento en que lo ocurrido a Zapata Tamayo fue motivo de discusi¨®n en diversas citas internacionales.
La semana pasada, 40 presos pol¨ªticos cubanos hab¨ªan pedido la intercesi¨®n del presidente brasile?o Luiz In¨¢cio Lula da Silva, que visitar¨ªa Cuba. Y, muy especialmente, ped¨ªan que se interesara por la suerte de Orlando Zapata Tamayo.
Por esos mismos d¨ªas, el congresista dem¨®crata por Nueva Jersey, Albio Sires, reclam¨® a Hillary Clinton, secretaria de Estado, y a la representante permanente de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, que examinaran y monitorearan el caso. Asimismo, la senadora cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen, republicana de mayor rango dentro del Comit¨¦ de Asuntos Exteriores de la C¨¢mara de Representantes, dirig¨ªa una petici¨®n al papa Benedicto XVI en el mismo sentido.
Hace tan s¨®lo una semana, las conversaciones celebradas entre Cuba y Espa?a trataron "sin ning¨²n tipo de restricciones" (seg¨²n afirm¨® el portavoz de la canciller¨ªa espa?ola) acerca de este caso. Y los representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, de la Asamblea Nacional del Poder Popular y de la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica de Cuba, quienes constitu¨ªan la parte cubana en esa cita, escucharon hablar del tema.
Contando con todos estos avisos, las autoridades cubanas debieron decidir la muerte del alba?il negro de Banes a quien hab¨ªan sentenciado por desacato, desorden p¨²blico y desobediencia. De lo contrario, de haber querido evitar su fallecimiento, se hace dif¨ªcil creer en una chapucer¨ªa tan grosera dentro de un sistema que resulta, probadamente, el mayor logro del r¨¦gimen revolucionario (no la sanidad ni la educaci¨®n publica): la maquinaria policial-represiva. De haberlo querido con vida, queda hoy en entredicho el tan publicitado sistema sanitario del pa¨ªs.
M¨¢s probable resulta la hip¨®tesis de que ambos dictadores hermanos aceptaron el reto que les tend¨ªa un preso. Trat¨¢ndose de un asunto de soberbia, ni el gobierno estadounidense, ni la Santa Sede, ni el gobierno de Espa?a, ni toda la opini¨®n p¨²blica internacional, se interpondr¨ªan. Ninguna protesta vendr¨ªa a menoscabar la total impunidad con que medran los carceleros Fidel y Ra¨²l Castro.
?Cu¨¢nto pesa un huelguista de hambre muerto cuando se tiene la eterna coartada del bloqueo estadounidense? Las coartadas de libertad e independencia nacional, perfectamente comprobadas por el r¨¦gimen desde hace medio siglo, han de prestarse ya a tapar este esc¨¢ndalo. Y, una vez m¨¢s, se le abrir¨¢ expediente al asesinado, invent¨¢ndole alguna misi¨®n de inteligencia estadounidense o destino parecido.
Mientras escribo estas l¨ªneas ocurre un fuerte movimiento policial alrededor del funeral de Zapata Tamayo. Se producen detenciones y golpizas. La maquinaria represiva no puede estar de duelo cuando m¨¢s trabajo tiene por delante. Pues la muerte de un preso pol¨ªtico no es, para ella, el final de un caso, sino el inicio de otros muchos.
Ojal¨¢ que, en contra de los designios de esa maquinaria, el ejemplo de Orlando Zapata Tamayo consiga despertar la indignaci¨®n internacional y reste a diplom¨¢ticos y mandatarios extranjeros (pienso en Espa?a, especialmente) el mont¨®n de excusas con que intentan disculpar la falta de libertades dentro de Cuba.
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