Obama lleva el debate de la reforma sanitaria a la televisi¨®n en directo
El presidente busca un acuerdo bipartidista, pero no descarta proceder sin los republicanos

Aunque civilizada y ordenadamente, Barack Obama y los principales dirigentes de la oposici¨®n conservadora han expuesto ante las c¨¢maras de televisi¨®n en directo sus profundas diferencias sobre la reforma sanitaria, cuyo destino parece definitivamente abocado a una soluci¨®n unipartidista que ser¨¢ causa de un fuerte enfrentamiento pol¨ªtico de cara a pr¨®ximas elecciones.
A lo largo de una sesi¨®n de trabajo ¨ªntegramente televisada que comenz¨® a las diez de la ma?ana y concluy¨® despu¨¦s de las cuatro de la tarde, qued¨® patente que los republicanos exigen la retirada de los proyectos de ley ya aprobados por el Congreso como condici¨®n para negociar un nuevo texto de consenso. La mayor¨ªa dem¨®crata, a su vez, advirti¨® de que, en ese caso, aprobar¨¢ la reforma sanitaria mediante un procedimiento legislativo, denominado "de reconciliaci¨®n", que est¨¢ previsto para las leyes urgentes con fuerte impacto en los presupuestos nacionales y que exige una mayor¨ªa simple en el Senado, no los 60 votos que se requieren en el procedimiento habitual. Desde las elecciones de Massachusetts, los dem¨®cratas s¨®lo tienen 59 esca?os en el Senado.
"Esta ley es urgente", ha asegurado Obama en una de sus primeras intervenciones, en las que dej¨® claro que est¨¢ dispuesto a escuchar todas las propuestas, enmiendas y aportaciones que los republicanos quieran hacer a los proyectos actualmente en discusi¨®n, pero que asumir¨¢ el alt¨ªsimo riesgo de aprobar la ley por el procedimiento de urgencia antes que renunciar para siempre a la reforma sanitaria.
La reuni¨®n, absolutamente ins¨®lita en la tradici¨®n pol¨ªtica norteamericana, sirvi¨® para que las dos partes expusieran con claridad sus puntos de vista ante la opini¨®n p¨²blica. Ahora ser¨¢ ¨¦sta la que tenga que juzgar qui¨¦n result¨® m¨¢s convincente. La apuesta es enorme. De ese veredicto pueden depender la valoraci¨®n de la gesti¨®n de Obama, el resultado de las elecciones legislativas de noviembre pr¨®ximo y qui¨¦n sabe si no el de las presidenciales de 2012.
Mucho en juego
En la reforma sanitaria est¨¢ en juego, por supuesto, la soluci¨®n a los monumentales desequilibrios y carencias del sistema de salud de Estados Unidos. Pero es ya s¨®lo el trasfondo de este debate. Ahora hay mucho m¨¢s sobre la mesa: la autoridad de Obama, que hizo de esta reforma su objetivo prioritario, el prestigio de los republicanos, que pueden salir de esto reforzados o demonizados como el partido del no, y la propia gobernabilidad del pa¨ªs, que tiene el derecho a preguntarse si su sistema pol¨ªtico es capaz de abordar los problemas de la naci¨®n.
Todo eso se ha debatido en torno a una mesa cuadrada en la Blair House, un edificio situado justo enfrente de la Casa Blanca que a veces ha servido como residencia de visitantes extranjeros. El formato no se correspond¨ªa con la tradici¨®n norteamericana, que mantiene al presidente f¨ªsicamente alejado de las c¨¢maras legislativas. Era una mezcla de parlamentarismo europeo y de reuni¨®n de trabajo de empresa.
Cada partido eligi¨® a un grupo de senadores y representantes, y todos ellos intercambiaron entre s¨ª y con Obama preguntas, datos, reproches y sugerencias. Obama abord¨® los m¨¢s minuciosos detalles sobre costes, coberturas, seguros, plazos... No cualquier presidente se hubiera podido someter a una sesi¨®n as¨ª, no cualquier pa¨ªs hubiera podido abordar semejante cruce de ideas tan brillantemente expuestas sobre un asunto tan complejo.
La necesidad de un nuevo sistema sanitario
Obama insisti¨® en que el pa¨ªs necesita angustiosamente un nuevo sistema sanitario. Mencion¨® como prueba, entre otras, el hecho de que dos de cada tres cartas que llegan a su escritorio lo piden urgentemente. Pero admiti¨® que el debate envenenado que se ha vivido en Washington en el ¨²ltimo a?o ha desvirtuado ese proyecto. "La pol¨ªtica ha terminado por imponerse al sentido com¨²n", ha dicho.
Ahora, este asunto ha dividido tanto a los dos partidos, a la sociedad, que es muy dif¨ªcil el acuerdo bipartidista que quieren los norteamericanos e intenta el presidente. "No s¨¦ si nuestras diferencias pueden ser superadas", ha reconocido Obama, "pero si no, al menos habremos aclarado al pueblo norteamericano sobre qu¨¦ estamos debatiendo".
Los republicanos ofrecieron su rostro m¨¢s moderado. El portavoz que eligieron es un senador centrista, Lamar Alexander, que reconoci¨® la necesidad de la reforma sanitaria pero rechaz¨® el camino que la Casa Blanca ofrece para conseguirla. "Este pa¨ªs es demasiado grande, demasiado descentralizado, demasiado complicado como para que el Gobierno central pueda presentarse como la soluci¨®n", ha advertido Alexander.
Cuando acab¨®, Obama tom¨® la palabra para recriminarle por el negativismo de su intervenci¨®n: "Hemos escuchado todo lo que no te gusta de nuestras propuestas, pero di tambi¨¦n, para empezar a trabajar, qu¨¦ es lo que te gusta, porque estoy seguro de que algo te gustar¨¢".
A partir de ahora se sabr¨¢ cual de los dos se explic¨® mejor.

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