La felicidad, sus anhelos y pifias, incluso el sexo...
Los candidatos brit¨¢nicos revelan su cara m¨¢s distendida y humana
?Cu¨¢ndo fueron m¨¢s felices los tres grandes candidatos a las elecciones brit¨¢nicas? Gordon Brown se decanta por el nacimiento de sus hijos, David Cameron atribuye ese momento estelar a su luna de miel y, denotando cuanto menos que es un tipo original, Nick Clegg resume su respuesta con un cr¨ªptico "en las monta?as". Algo desbordado por el bombardeo de programas, sondeos y an¨¢lisis sobre el impacto de los debates televisados, el lector brit¨¢nico ha podido relajarse durante el fin de semana con una aproximaci¨®n m¨¢s humana a los tres hombres que aspiran a hacerse con su voto. Los l¨ªderes laborista, conservador y liberaldem¨®crata nunca han resultado tan cercanos y amenos como a la hora de responder al distendido cuestionario que el diario The Guardian plantea cada s¨¢bado a diversos protagonistas de la actualidad.
Que Clegg intenta marcar la diferencia resulta preclaro cuando se le inquiere sobre el personaje vivo a quien m¨¢s admira. Frente a la manida elecci¨®n de sus rivales (para ambos Nelson Mandela es el campe¨®n), el liberaldem¨®crata se?ala a otro sudafricano, el Nobel de Literatura J. M. Coetzee, por esa narrativa que revela toda la crudeza de la realidad. Una respuesta tan brillante como quiz¨¢ opaca para el gusto del elector medio. Se ci?e m¨¢s al gui¨®n de un pol¨ªtico en campa?a al subrayar que lo que m¨¢s deplora en los dem¨¢s es la maldad y el resentimiento, en la l¨ªnea de un Brown que se?ala el prejuicio y la discriminaci¨®n. Lo que Cameron no soporta es la falta de sentido del humor, una definici¨®n que le permite desapegarse de la rigidez del viejo establishment tory. El conservador tambi¨¦n se antoja el m¨¢s simp¨¢tico cuando admite que su momento m¨¢s embarazoso pas¨® por ser descubierto in fraganti violando las reglas de su pretendido ecologismo: despu¨¦s de salir de su casa en bicicleta, los fot¨®grafos le pillaron subi¨¦ndose al coche en la siguiente esquina mientras el ch¨®fer guardaba en el maletero el veh¨ªculo de dos ruedas. En este punto, Clegg se muestra muy soso (habla de la publicaci¨®n de un poema juvenil en la revista escolar) y Brown, en cambio, sanamente autopar¨®dico. El primer ministro relata c¨®mo durante una entrevista con una radio "de los ant¨ªpodas" se explay¨® sobre cuestiones referentes a Australia hasta caer en la cuenta, demasiado tarde, de que se trataba de una emisi¨®n neozelandesa.
El Brown como hombre de Estado emerge al declarar que, de poseer superpoderes, utilizar¨ªa la varita m¨¢gica para mejorar la sanidad p¨²blica, en contraste el ego¨ªsmo de sus dos oponentes: ambos desear¨ªan viajar en el tiempo y el espacio en cuesti¨®n de segundos para matizar el trasiego de la campa?a. Por encima de los t¨®picos que dominan en muchas respuestas del tr¨ªo (por ejemplo, todos dicen haber gastado la mayor suma de dinero en regalos para sus respectivas esposas), Clegg resuelve con astucia el que ser¨ªa su epitafio: "Alguien a quien no le importa c¨®mo ser¨¢ recordado", tan opuesto a la trascendencia de Cameron ("alguien que intent¨® hacer lo correcto") y sobre todo de Brown ("un buen marido y padre que afront¨® los retos del pa¨ªs que ama").
?Se imaginan a un diario espa?ol de informaci¨®n general preguntado a sus pol¨ªticos con qu¨¦ frecuencia practican el sexo? Los brit¨¢nicos no parecen rasgarse las vestiduras ante tal osad¨ªa, otra cosa es que los inquiridos se avengan a procurar detalles. Hay preguntas "que ni siquiera los pol¨ªticos deber¨ªan responder", seg¨²n Cameron, y "cuya respuesta nadie tiene derecho a saber", replica Brown. En realidad, "quienes cuantifican el sexo, claramente no lo disfrutan lo suficiente", tercia Clegg en la respuesta que probablemente se alzar¨ªa con el premio gordo de todo el cuestionario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.