El Ej¨¦rcito toma Bangkok tras la represi¨®n a los 'camisas rojas'
El Gobierno decreta el toque de queda.- Manifestantes incontrolados prenden fuego a la Bolsa de Bangkok y a un centro comercial
La fortaleza de los camisas rojas ha ca¨ªdo a sangre y fuego. Era la 1.15 de la tarde (8.15 de la ma?ana en la Espa?a peninsular) cuando los l¨ªderes del frente antigubernamental subieron al escenario del campamento que ocupaban miles de manifestantes desde hac¨ªa semanas en el centro de Bangkok y anunciaron que claudicaban y se entregaban a la polic¨ªa.
Primero habl¨® Jatuporn Prompan y dijo entre l¨¢grimas: "Os pido disculpas. Pero no debe haber m¨¢s muertes. Los soldados os matar¨¢n. Por favor, dejad el campamento. Ya no es seguro. S¨¦ que est¨¢is dispuestos a luchar, pero no debe morir m¨¢s gente". Centenares de camisas rojas, de pie ante el escenario comenzaron a gritar enojados: "No, no".
Luego habl¨® el segundo de los l¨ªderes, Nattawut Saikua, fr¨ªo y sereno: "Debemos parar aqu¨ª. Ha muerto demasiada gente". "No nos queremos ir, queremos luchar", vociferaron sus seguidores, armados con palos, porras, machetes, tirachinas. Mucha gente lloraba. "Me siento profundamente herida", dec¨ªa Anong Sanatdom, una se?ora de 65 a?os.
A unos centenares de metros, por el norte y por el este, se elevaron grandes columnas de humo negro de las barricadas de neum¨¢ticos ardiendo. De repente, comenzaron a sonar explosiones, estallaron algunos cohetes caseros, se oyeron disparos y cundi¨® el p¨¢nico. La gente ech¨® a correr gritando, mujeres con ni?os, ancianos, monjes, hombres, j¨®venes.
Arde Bangkok
Explotaron la furia colectiva, la frustraci¨®n de la derrota, la amargura contenida, y se produjo el caos. Varios j¨®venes arrojaron c¨®cteles molotov contra el Central World, el segundo mayor centro comercial de Asia, situado junto al escenario, en el cruce de Ratchaprasong, coraz¨®n del campamento. Destrozaron las vitrinas y arrojaron bombonas de gas dentro. Poco despu¨¦s, las llamas rug¨ªan en el interior, convertido en un infierno. El humo se elev¨® sobre la capital de este pa¨ªs conocido como La tierra de las sonrisas. Bangkok ard¨ªa.
La explanada qued¨® pr¨¢cticamente desierta. Sombrillas por el suelo, sandalias perdidas. Pero una mujer, enarbolando una bandera de los camisas rojas, se neg¨® a huir. Se puso de espaldas al escenario y dijo: "No me ir¨¦, morir¨¦ aqu¨ª". Y se qued¨® inm¨®vil, mirando fijamente hacia donde pod¨ªan llegar los soldados. Minutos m¨¢s tarde, el fuego devoraba muchas tiendas, carpas, esterillas.
Centenares de personas se refugiaron en el templo Pathumwanaram y en el Hospital General de la Polic¨ªa, situados a unos centenares de metros. Los soldados avanzaron, parapetados tras las tanquetas, en particular desde el sur, donde se encontraba la principal barricada del campamento, en la confluencia con la calle Silom, n¨²cleo del barrio financiero. All¨ª tuvieron lugar los choques m¨¢s fuertes, entre los soldados, armados con metralletas y fusiles de asalto, y los rebeldes, que intentaron, en vano, repeler con tirachinas, bombas incendiarias, y algunos con pistolas y granadas, la incursi¨®n. Tras el paso de los soldados, quedaron tendidos varios cuerpos con disparos en la cabeza.
Piya Uthayo, portavoz del Ej¨¦rcito, dijo que hab¨ªan sido desplegados 1.000 soldados de acci¨®n r¨¢pida, autorizados a disparar a quien vieran saqueando, prendiendo fuego o incitando a los disturbios. Desde el jueves pasado, el centro de Bangkok se hab¨ªa convertido en zona de guerrilla urbana. Los camisas rojas rechazaron el ultim¨¢tum dado por el Gobierno para que abandonaran el lunes pasado el campamento, que se extend¨ªa sobre un ¨¢rea de tres kil¨®metros cuadrados en el barrio m¨¢s comercial de la capital.
A las 12.15 de la ma?ana, hab¨ªan entrado 17 heridos en el hospital. "Todos con disparos de balas", explica un sanitario. A las 14.59, eran 20. Cinco personas, entre ellas un fotoperiodista italiano, murieron en el asalto. Otros tres informadores resultaron heridos por disparos y explosiones de granadas.
En el cuartel general de la polic¨ªa, colindante con el hospital, seis l¨ªderes de los camisas rojas formalizaron su rendici¨®n. "Uno de ellos no puede ser juzgado porque es diputado y tiene inmunidad parlamentaria", explica un agente, junto a la mesa en la que est¨¢n sentados los cabecillas. El Gobierno dijo que otros l¨ªderes huyeron. Un total de 70 personas han muerto -15 el mi¨¦rcoles- y m¨¢s de 1.600 -de ellas, 50 tambi¨¦n el mi¨¦rcoles- han resultado heridas desde que comenzaron las protestas el 12 de marzo.
Las autoridades llevaron autobuses a uno de los extremos del campamento, pero muchos manifestantes se negaron a salir del templo y el hospital, aterrorizados por las explosiones, el fuego y los disparos incontrolados.
El Ej¨¦rcito anunci¨® m¨¢s tarde en un mensaje televisado que la situaci¨®n estaba bajo control, pero el Gobierno estableci¨® el toque de queda en toda la ciudad entre las 8.00 de la tarde y las 6.00 de la ma?ana para que las fuerzas de seguridad finalizaran la operaci¨®n.
Ataque a edificios simb¨®licos
Tras el anuncio de rendici¨®n, grupos de gente enfurecida atacaron y prendieron fuego a la Bolsa de Bangkok, la sede del Canal 3 de televisi¨®n y otros edificios. Los camisas rojas han acusado a los medios de comunicaci¨®n tailandeses de informar de forma sesgada, favorable al Gobierno, sobre la protesta. La violencia se extendi¨® al noreste del pa¨ªs, feudo de los camisas rojas. Manifestantes incontrolados incendiaron sendos edificios de ayuntamientos en Udon Thani y Khon Kaen. Tambi¨¦n hubo disturbios en otras tres provincias.
A las 15 horas, los alrededores del escenario de Ratchaprasong, desde el que los l¨ªderes rojos arengaron a sus seguidores durante semanas, bajo el viaducto de hormig¨®n del metro elevado que cruza Bangkok, eran humo, fuego y miedo. Televisores abandonados. Ventiladores abandonados. Tirachinas abandonados.
Antes del anuncio de la derrota, una mujer que llevaba meses en el campamento, lo hab¨ªa advertido: "Si los francotiradores disparan y matan a alguno de los l¨ªderes mientras nos hablan, arder¨¢n estos centros comerciales", algunos de ellos los m¨¢s lujosos de la ciudad. En las fachadas, las marcas Dior y Louis Vuitton ofrec¨ªan una imagen ir¨®nica, en medio de la devastaci¨®n y la huida de miles de personas, la mayor¨ªa de ellas, pobres de las zonas rurales y urbanas del pa¨ªs, que acusan al primer ministro, Abhisit Vejjajiva, de haber llegado al poder de forma ileg¨ªtima. Ped¨ªan la disoluci¨®n del Parlamentoo y la convocatoria de elecciones.
Las tropas y blindados comenzaron a concentrarse poco antes del amanecer frente a la barricada sur del basti¨®n rojo, construida con neum¨¢ticos, lanzas de bamb¨² y alambre de espino. Doce helic¨®pteros sobrevolaron la zona a las 7.15 de la ma?ana. El humo de los neum¨¢ticos se elev¨® entre los rascacielos con las primeras luces del d¨ªa. Y comenzaron los disparos. Alrededor de 3.000 camisas rojas se encontraban en el campamento en ese momento. Al caer la noche, el campamento era tierra quemada.
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