Centroam¨¦rica y Caribe peligran convertirse en una narco-regi¨®n
La casi guerra civil desatada en la capital de Jamaica , con m¨¢s de 70 muertos y una semana de combates, es una muestra del peligro que corre Centroam¨¦rica y el Caribe debido a la fuerza del narcotr¨¢fico en toda la regi¨®n. Al igual que en Jamaica, donde ahora fracasa el operativo militar para capturar al poderoso capo Dudus, en Guatemala han fracasado grandes operaciones para capturar a los cabecillas del principal cartel guatemalteco, denominado los Lorenzana, cuando miles de pobladores han salido armados a defender a sus "benefactores", frustrando las operaciones montadas por la DEA.
En menos de una d¨¦cada, todos los pa¨ªses han visto crecer la violencia resultado de pandillas dedicadas al narcomenudeo y dispararse la corrupci¨®n en las instituciones de seguridad por la penetraci¨®n del crimen organizado. La pacifica Trinidad pas¨® de siete homicidios por 100.000 habitantes a m¨¢s de 30. Guatemala, Honduras y El Salvador viven una guerra olvidada que los ha convertido en la regi¨®n m¨¢s violenta del planeta. Si en M¨¦xico asusta ver decapitados, en Guatemala y El Salvador las maras juegan al f¨²tbol con las cabezas de sus v¨ªctimas.
Centroam¨¦rica y el Caribe re¨²nen condiciones ¨®ptimas para convertirse en una narcorregi¨®n que podr¨ªa incluir varios Estados fallidos, una violencia end¨¦mica brutal y emigraciones m¨¢s masivas que las actuales. La regi¨®n tiene muchos espacios con ausencia o debilidad del Estado. Esos espacios est¨¢n ubicados en rutas geogr¨¢ficamente estrat¨¦gicas para mover droga desde Colombia y Venezuela; son ideales para bodegas, laboratorios o bases log¨ªsticas, y est¨¢n habitados por poca poblaci¨®n pobre, f¨¢cilmente ganable por los delincuentes. Se ha formado en esos lugares un entramado de rutas m¨²ltiples que incluyen, entre otros, el Pet¨¦n guatemalteco, la costa del Pac¨ªfico entre Nicaragua y El Salvador, la costa atl¨¢ntica de Honduras y Nicaragua, las fronteras de Belice y Guatemala con M¨¦xico y la conexi¨®n por el Atl¨¢ntico de toda Centroam¨¦rica con Jamaica, Rep¨²blica Dominicana, Hait¨ª, Trinidad y todas las islas caribe?as, que, adem¨¢s, tienen mucho turismo y por lo tanto consumo de drogas.
Exportaci¨®n a Europa y EE UU
La regi¨®n combina la rentabilidad de ruta para exportar a gran escala a Europa y EE UU y de plaza para vender al menudeo en el camino. Esta combinaci¨®n genera en el terreno una fatal mezcla delictiva; por un lado, crimen organizado movido por la codicia, y por otro, miseria organizada en pandillas juveniles urbanas dedicadas al narcomenudeo y las extorsiones. Aunque converjan, son dos fen¨®menos de distinta naturaleza, uno se come al Estado v¨ªa corrupci¨®n y el otro a la sociedad v¨ªa la violencia, la descomposici¨®n social y la degradaci¨®n moral.
Los medios han puesto toda la atenci¨®n sobre la violencia en M¨¦xico; sin embargo, el problema principal est¨¢ en el Caribe y Centroam¨¦rica. Casi por razones aritm¨¦ticas, M¨¦xico terminar¨¢ poniendo en control la violencia, aunque tendr¨¢ que aceptar un saldo marginal de ¨¦sta. El poder da?ino del comercio de drogas es directamente proporcional al tama?o de la econom¨ªa de los pa¨ªses. Para Europa y Estados Unidos, las drogas son un problema marginal, porque la econom¨ªa ilegal de la droga no puede competir con sus econom¨ªas legales. La econom¨ªa legal genera una correlaci¨®n social, una disponibilidad de recursos del Estado y unos poderes f¨¢cticos formales que impiden o reducen fuerza al desarrollo de poderes f¨¢cticos criminales.
Sobre la econom¨ªa de la droga hay desde buenas especulaciones hasta fantas¨ªas medi¨¢ticas que colocan a Pablo Escobar y el Chapo Guzm¨¢n entre los hombres m¨¢s ricos del mundo, o que imaginan unos capos ilustrados invirtiendo para el futuro, cuando en realidad no viven m¨¢s de 40 a?os. La evidencia muestra, por ello, que sus inversiones son en cash, en tiempo presente y limitadas a autos, joyas, mujeres y bienes ra¨ªces en sus localidades.
En el 2008 ingresaron a M¨¦xico 14.000 millones de d¨®lares en cash, de los cuales 4.000 corresponden a turismo. Si suponemos que los 10.000 millones restantes corresponden a las drogas y los comparamos con el trill¨®n de d¨®lares del PIB de M¨¦xico, concluimos que para este la droga es marginal, aun sin restar el dinero que se va a Sudam¨¦rica. Sin duda para M¨¦xico es m¨¢s marginal que para Colombia, pero menos que para EE UU. Esto implica que M¨¦xico no puede aplicar la tolerancia estadounidense, pero s¨ª permite prever que saldr¨¢ m¨¢s r¨¢pido y mejor que Colombia de la violencia. La eficacia de la estrategia es, en estos dos casos, un asunto de consensos pol¨ªticos y aprendizaje, porque ambos Estados tienen con qu¨¦ defenderse.
Pero cuando especulamos con los montos de la econom¨ªa de la droga y su impacto sobre los micro-Estados del Caribe y Centroam¨¦rica, resulta obvio que estos no pueden resolver solos el problema y que la inseguridad los terminar¨¢ volviendo inviables. En cualquiera de esos pa¨ªses, el narcodinero es suficiente para construir poderes f¨¢cticos que dominen territorios y poblaci¨®n y coopten o sustituyan al Estado. All¨ª cualquier capo con unos cientos de millones puede comprar o poner de rodillas a polic¨ªas, jueces, empresarios, periodistas, generales, y hasta presidentes.
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