Aumenta la represi¨®n en Ir¨¢n
Activistas por los derechos humanos protestan por las ¨²ltimas detenciones
La realidad se obstina en llevar la contraria a Mahmud Ahmadineyad. Justo cuando el presidente iran¨ª defiende en Nueva York que en su pa¨ªs no hay prisioneros pol¨ªticos, se respeta la libertad de expresi¨®n y el poder judicial es independiente, incluso los medios de comunicaci¨®n locales, bajo control estatal, reflejan otra cosa.
Solo en la ¨²ltima semana dos defensores de los derechos humanos internacionalmente reconocidos, Emad Bagh¨ª y Shiva Nazar Ahar¨ª, han recibido sendas condenas de seis a?os de prisi¨®n y un tribunal de apelaciones ha confirmado la sentencia de ocho a?os y medio al l¨ªder estudiantil Majid Tavakol¨ª. Como ellos, al menos otros 500 presos de conciencia est¨¢n encarcelados, seg¨²n la Campa?a Internacional por los Derechos Humanos en Ir¨¢n.
Ahmadineyad, un pol¨ªtico nato con una especial habilidad para arrimar el ascua a su sardina, ha dicho a los periodistas que no entienden el sistema judicial iran¨ª. En efecto, resulta complicado de entender por qu¨¦ los iran¨ªes no tienen garantizado el habeas corpus (derecho de asistencia letrada), pueden ser detenidos sin orden judicial por alguno de los numerosos servicios secretos y, una vez detenidos, se les mantiene incomunicados por tiempo indeterminado, a veces sin avisar del arresto ni siquiera a su familia.
Lo denunciaba este verano en una entrevista con este diario Mohammed Mostafae¨ª , el primer abogado de la ya tristemente c¨¦lebre Sakineh Ashtian¨ª, que se vio obligado a abandonar Ir¨¢n en medio de una campa?a de injurias por haber aireado su condena a morir lapidada. Lo ha repetido en Nueva York, apenas dos d¨ªas antes de la llegada de Ahmadineyad, la Nobel de la Paz Shir¨ªn Ebad¨ª, que no puede regresar a su pa¨ªs desde las elecciones del a?o pasado. Y lo confirman todos y cada uno de los detenidos que, como el periodista o el cineasta Jafar Panahi, logran escapar del kafkiano sistema judicial iran¨ª gracias a las presiones internacionales que les facilita su fama.
Incluso el ex presidente Ali Akbar Rafsanyan¨ª se reuni¨® el pasado martes con las familias de algunos de esos presos pol¨ªticos, cuya existencia niega Ahmadineyad. Aunque el peso de Rafsanyan¨ª en la Rep¨²blica Isl¨¢mica ha disminuido, su gesto constituye una prueba de las divisiones del r¨¦gimen.
"De hecho, la gente critica al Gobierno con gran dureza y no les imponemos ninguna restricci¨®n", ha defendido Ahmadineyad. Sin embargo, a menudo los detenidos son acusados de "insultar al presidente" o de moharebeh, un cargo de dif¨ªcil traducci¨®n ("enemistad contra Dios") y m¨¢s dif¨ªcil defensa. El Comit¨¦ para la Protecci¨®n de los Periodistas y Reporteros Sin Fronteras se?alan que las prisiones iran¨ªes albergan a un tercio de todos los informadores encarcelados en el mundo.
La condena a Baghi se debe una entrevista que realiz¨® al fallecido gran ayatol¨¢ Montazer¨ª, uno de los m¨¢s destacados cr¨ªticos del sistema iran¨ª. A Nazar Ahar¨ª se la ha castigado por su trabajo en el Comit¨¦ de Reporteros de Derechos Humanos, una red dedicada a denunciar los abusos del r¨¦gimen. La abogada Nasrin Sotoudeh ha sido detenida por denunciar que las autoridades estaban fabricando acusaciones de evasi¨®n de impuestos como justificaci¨®n para procesar a los letrados que aceptan casos de derechos humanos. Desde que Ahmadineyad lleg¨® al poder, el 70% de los activistas de derechos humanos han sido encarcelados o se han visto obligados a exiliarse. Los que quedan, no pueden trabajar.
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