Obama se concentra en su reelecci¨®n tras el relevo de su jefe de Gabinete
Pete Rouse, un estrecho colaborador del presidente, sustituye a Rahm Emanuel
En un momento decisivo de su presidencia, Barack Obama ha despedido a Rahm Emanuel, el hombre que le sirvi¨® para conectarse con los centros de poder en Washington, y ha nombrado para el mismo cargo de jefe de Gabinete a Pete Rouse, un integrante de su m¨¢s ¨ªntimo c¨ªrculo de asesores, en un movimiento que sugiere el regreso de Obama a sus or¨ªgenes, la recuperaci¨®n en la segunda parte de su mandato de los valores que hicieron de ¨¦l un candidato excepcional en la historia norteamericana. Con este cambio, el presidente demuestra que empieza ya a preocuparse m¨¢s de su reelecci¨®n que de su agenda legislativa.
No es un volantazo. Es el giro de un trasatl¨¢ntico cuyo rumbo definitivo tardar¨¢ unos d¨ªas en conocerse. Por la personalidad y la trayectoria de Emanuel y de Rouse pueden deducirse, sin embargo, algunas consecuencias inmediatas de este relevo: ganan la izquierda y los viejos amigos del presidente, pierden los abogados del bipartidismo y el centrismo; ganan los leales, pierden los advenedizos; gana armon¨ªa la Casa Blanca, pierde brillantez el pa¨ªs.
Emanuel, que ahora tratar¨¢ de ser alcalde de Chicago, era al mismo tiempo un mu?idor de acuerdos pol¨ªticos, un advenedizo que no particip¨® en la campa?a electoral y m¨¢s bien proced¨ªa del entorno de Hillary Clinton y uno de los m¨¢s brillantes cerebros de la clase pol¨ªtica norteamericana. Fue una pieza fundamental en el resurgimiento dem¨®crata tras el triunfo de George Bush y el arquitecto indiscutible de la extraordinaria victoria de esa formaci¨®n en las legislativas de 2006.
Eso lo convirti¨® en uno de los hombres m¨¢s influyentes de Washington. Obama se puso en sus manos para sacar adelante su ambicioso proyecto de reformas. El plan no sali¨® del todo bien. Aunque el ¨¦xito de la aprobaci¨®n de la nueva ley sanitaria y la de control financiero hay que anot¨¢rselo esencialmente a Emanuel, tambi¨¦n hay que culparle a ¨¦l de un accidentado procedimiento que empa?¨® el resultado final y que hizo parecer a Obama d¨¦bil y demasiado conciliador.
La izquierda lo aborrece por eso (tambi¨¦n por algunos desplantes y malos modos) y juzga en retrospectiva que a Obama le hubiera ido mejor si se hubiera olvidado de cortejar a los republicanos y hubiera acelerado la aprobaci¨®n de su programa de cambios solo con votos dem¨®cratas.
No puede garantizarse que la salida de Emanuel, precedida de la de tres asesores econ¨®micos tambi¨¦n del sector centrista, suponga inmediatamente un aumento del peso de la izquierda en esta Administraci¨®n. Obama es por naturaleza un moderado inclinado a escuchar a ambos lados. Pero s¨ª es previsible que la necesidad de reflotar la imagen del presidente despu¨¦s del previsible triunfo republicano en noviembre acent¨²e la oratoria progresista. Probablemente, la situaci¨®n del Congreso dentro de un mes no va a permitir otra cosa.
Entra Rouse, el modesto
La salida de Emanuel es m¨¢s significativa sobre el rumbo que pueden tomar los acontecimientos que la entrada de Rouse, quien asume con una etiqueta formal de "interino" que define su modestia como figura pol¨ªtica. Rouse es la ant¨ªtesis de Emanuel y jam¨¢s podr¨¢ llenar sus zapatos. Despu¨¦s de m¨¢s de 30 a?os en el servicio p¨²blico en Washington, poca gente conoce su nombre, incluso entre los iniciados.
Los dos aspectos m¨¢s destacados de su biograf¨ªa son los de jefe de Gabinete de Obama cuando este era senador ?lo que demuestra que el presidente ha recurrido a quien sabe llevarle fielmente los papeles? y el de jefe de Gabinete del ex senador Tom Daschle, sin duda el pol¨ªtico a quien m¨¢s admira Obama. Rouse ha estado en la Casa Blanca durante los ¨²ltimos dos a?os, pero, como siempre, en un papel oscuro, dedicando su tiempo principalmente a corregir los errores de otros. "El dicho m¨¢s frecuente en el Casa Blanca es: 'deja que lo arregle Pete", ha recordado Obama al presentar a su nuevo jefe de Gabinete.
Emanuel fue de hecho un primer ministro. Ahora esas tareas tendr¨¢n que repart¨ªrselas entre las figuras en ascenso en la avenida de Pensilvania: David Alxerod, el principal consejero pol¨ªtico; David Plouffe, el creador del mito Obama, y Robert Gibbs, quien pronto dejar¨¢ de ser director de comunicaciones para asumir mayores responsabilidades.
Axelrod ya ha anunciado que dentro de un a?o o a?o y medio dejar¨¢ tambi¨¦n su cargo para dedicarse de lleno a la campa?a de reelecci¨®n. Pero es evidente que esa es ya la preocupaci¨®n principal en el entorno del presidente. Si ha sido dif¨ªcil legislar hasta la fecha, despu¨¦s del 2 de noviembre va a ser pr¨¢cticamente imposible que Obama consiga en el Capitolio mayor¨ªas suficientes para sacar adelante leyes como la reforma migratoria, energ¨¦tica, educativa o sobre el cambio clim¨¢tico. Todo se centrar¨¢ en salvar la imagen del presidente del bloqueo que se avecina.
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