Ciberactivismo, no ciberguerra
El ataque contra la web de MasterCard no es un hecho aislado
La agresi¨®n contra las compa?¨ªas de tarjetas de cr¨¦dito MasterCard y Visa y contra la fiscal¨ªa sueca por su persecuci¨®n a Julian Assange ha hecho florecer un t¨¦rmino propio de la ciencia ficci¨®n: ciberguerra.
Las declaraciones de John Perry Barlow, cofundador de la Electronic Frontier Foundation, una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro que trabaja para proteger las libertades civiles y la libertad de expresi¨®n en el mundo digital, han prendido la mecha: "La primera guerra inform¨¢tica ya ha empezado. El campo de batalla es Wikileaks".
?Es posible que se d¨¦ esta circunstancia? Miguel Su¨¢rez, experto en seguridad inform¨¢tica de Symantec, cree que s¨ª se puede considerar como tal: "Y va a ser mucho m¨¢s com¨²n en los pr¨®ximos a?os. De hecho, cada vez es m¨¢s normal que no solo compa?¨ªas, sino tambi¨¦n los gobiernos recurran a nosotros a la hora de definir los planes de protecci¨®n de infraestructuras cr¨ªticas".
La ofensiva contra la compa?¨ªa financiera es similar a
la que sufri¨® la SGAE hace unas semanas: un ataque de denegaci¨®n de servicio, que consiste en el env¨ªo masivo y simult¨¢neo de peticiones a las p¨¢ginas para bloquear los servidores que las hospedan y sirven.
El grupo activista que promueve la acci¨®n es exactamente el mismo: Anonymous. Se organizan a trav¨¦s de un popular foro de entusiastas de la seguridad inform¨¢tica, 4Chan.
Luis Corrons, director t¨¦cnico de PandaLabs, no ve una gran sofisticaci¨®n. "Casi a diario vemos intentos como el de hoy pero no consiguen su objetivo. Suelen actuar como los g¨¢nsters; chantajean a las empresas a cambio de protecci¨®n", expone, "la diferencia estriba en que a este colectivo no le motiva el dinero sino sus ideales y eso s¨ª que desconcierta a las autoridades".
En su web han explicado los motivos y han dado nombre a la acci¨®n: Operaci¨®n Payback. Tambi¨¦n explican su objetivo, abiertamente: MasterCard. Y el momento del ataque: ahora. Desde las once de la ma?ana hora espa?ola celebran en su Twitter el ¨¦xito del ataque. A primera hora de la tarde han dado una direcci¨®n con herramientas para que m¨¢s gente se sume a la acci¨®n. La amenaza se cierne ahora contra Paypal, que tambi¨¦n dej¨® de aceptar a Wikileaks como cliente, y a Twitter por, supuestamente, silenciar los mensajes sobre el cablegate.
La posibilidad de que muchos ciudadanos sin grandes conocimientos inform¨¢ticos pero interesados en sumarse al ataque s¨ª podr¨ªa generar caos en diferentes servicios. "Aunque no es f¨¢cil que se cree una alarma mundial s¨ª que es cierto que los programas maliciosos para generar estos ataques empiezan a tener manuales de uso accesibles. Trabajamos de forma paralela para tener el soporte en caso de emergencia", insiste el responsable de Symantec.
Antonio Miguel Fumero, investigador de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid y socio fundador de la consultora Win Win, cree que la ciberguerra es un t¨¦rmino que no viene al caso. "La mitolog¨ªa de los hackers, con muchos adeptos en Estados Unidos, con toda su literatura, tiene mucho de rom¨¢ntico pero poco sentido. El problema es cuando se mezclan los mitos con las conspiraciones", explica.
"Si se diese una ciberguerra la forma ser¨ªa diferente y se nos har¨ªa entender que la Red es global pero causa efecto local. La estrategia ya no es con un ej¨¦rcito, un mapa y una br¨²jula" indica Antonio Fumero. Opina que todo esto va a servir para que los pol¨ªticos tomen conciencia del nuevo mundo en que viven, aprendan de ello y entiendan que los flujos de la informaci¨®n han cambiado por completo.
En esta misma l¨ªnea se expresa David de Ugarte, activista y miembro del grupo cooperativo de Las Indias: "Esa ¨¦poca ya pas¨®. Es condenable porque se toman la justicia por su mano y perjudican a los usuarios de un servicio". En su opini¨®n la finalidad es muy diferente: "En los 80 y 90 se pretend¨ªa alertar a la sociedad de los fallos de seguridad y problemas de privacidad. En la actualidad ellos son los que ponen en peligro la privacidad de la sociedad. No vale tomar las causas de entonces para los problemas de hoy". Por causas de entonces se encuentran los ataques contra los servidores de propaganda serbios en 1998 porque "justificaban cr¨ªmenes de guerra y decidimos entrar en los servidores y cambiar las im¨¢genes".
David de Ugarte recuerda c¨®mo en 2003 Taiw¨¢n recibi¨® un supuesto ataque de China dej¨® sin servicio varias infraestructuras b¨¢sicas como hospitales, la bolsa, y hasta los sem¨¢foros. "Fue un caos, ordenado y organizado", relata, "pero no se limitaron a un ataque de denegaci¨®n de servicio, sino que incluyeron virus y troyanos (programas nocivos que no parecen serlo)". A finales de septiembre Ir¨¢n tambi¨¦n registr¨® un intento de agresi¨®n a su programa nuclear. En 2007 Estonia acus¨® a Rusia de diversas embestidas que dejaron sin servicio a bancos, estamentos gubernamentales y medios nacionales.
De Ugarte cree que el error de Wikileaks est¨¢ en su funcionamiento "demasiado centralizado, toma datos y los da a unos pocos, pero no los descentraliza. Ah¨ª est¨¢ su vulnerabilidad". La soluci¨®n a esta supuesta deficiencia se ha encontrado tambi¨¦n en la propia red, los sitios espejo que replican el contenido que no quieren que salga a la luz.
Para Antonio Fumero esto es solo el comienzo: "Va a haber muchas m¨¢s protestas, mal enfocadas, porque no est¨¢ claro el enemigo. ?Estados Unidos? ?Las empresas que no quieren colaborar con Wikileaks? ?Los usuarios que salen perjudicados? Para ser ciberguerra hace falta un ataque estrat¨¦gico, sistem¨¢tico y a infraestructuras b¨¢sicas".
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