La Europa que nos revela la crisis libia
?Pod¨ªamos dejar morir ante nuestros ojos de telespectadores a las v¨ªctimas de Gadafi? No lo creo.
La audaz decisi¨®n de la ONU de emplear la fuerza en Libia interroga leg¨ªtimamente nuestras conciencias pacifistas. Tomada a iniciativa de Gran Breta?a y de Francia, a las que se unieron Estados Unidos y otros pa¨ªses, esta decisi¨®n necesaria plantea tambi¨¦n importantes interrogantes al proyecto europeo. Que son a la vez morales y pol¨ªticos.
Los interrogantes morales tienen que ver con el recurso a la violencia por parte de los Estados. La cuesti¨®n de la guerra justa, que nos planteamos desde la antig¨¹edad, y que bien puede ser abordada por discursos te¨®ricos y referencias hist¨®ricas, no por ello ha dejado de ser una fuente permanente de dudas y de incertidumbres, que no nos podemos permitir desechar de un manotazo.
Esas incertidumbres morales repercuten, por supuesto, en el plano pol¨ªtico. Podemos comprobar en ¨¦l los s¨ªntomas de una Uni¨®n Europea a¨²n inacabada, y en el que la crisis libia, que sigue a otras, nos recuerda que debe ser reforzada, hacerse m¨¢s coherente, m¨¢s viva, m¨¢s fuerte, como el Tratado de Lisboa nos impulsaba a creer.
La cooperaci¨®n europea en materia cultural o econ¨®mica ha calado en las costumbres y puede jactarse de realizaciones importantes en esos terrenos, en los que cada ciudadano europeo mide las consecuencias. A pesar de ser conscientes de la necesidad de reforzar esa cooperaci¨®n, podemos comprender f¨¢cilmente su sentido y su m¨¦todo. En materia de defensa, por el contrario, nuestra percepci¨®n del proyecto europeo sigue siendo borrosa, y contradictoria. Ello se debe, por supuesto, a la dificultad de hacer avanzar juntos a Estados con tradiciones, con heridas y con ambiciones divergentes. Pero sobre todo se debe, creo yo, a la naturaleza misma del proyecto europeo.
Construido como respuesta a las dos guerras del siglo XX, este proyecto basa su legitimidad en la paz que garantiza. ?C¨®mo aceptar entonces ver que conduce al desencadenamiento de la violencia? Estas dificultades te¨®ricas, mientras sean superables y no conduzcan a la par¨¢lisis, me parecen de buen augurio: todos sabemos que nada ser¨ªa peor que una Europa belicista...salvo una Europa impotente. Lo esencial es por lo tanto mantenerse sobre esa l¨ªnea de cresta, compleja pero necesaria.
Los French doctors zanjaron ese conflicto. Empezaron a atender, m¨¢s all¨¢ de las fronteras prohibidas, a heridos y enfermos de todas las comunidades: fue un gesto pol¨ªtico capital. De este modo naci¨® el deber y luego el Derecho de injerencia, para evitar, cuando no prevenir, las masacres masivas. ?C¨®mo plantearse esta exigencia a nivel europeo?
Ello implica no esquivar el debate y dotarse de instrumentos m¨¢s eficaces, m¨¢s reactivos. Ello implica sobre todo definir una doctrina que nos permita orientarnos en los campos opuestos de una diplomacia europea que se debate entre el universalismo y el repliegue.
Despu¨¦s de varias resoluciones que autorizaban el recurso a la fuerza para proteger a las poblaciones, y que yo hab¨ªa formulado entonces como un derecho de injerencia de la comunidad internacional en los asuntos internos de los Estados, la ONU adopt¨® en 2005, por unanimidad, el principio de una "responsabilidad de proteger" a los civiles, por encima de fronteras y de soberan¨ªas. Despu¨¦s de los Balcanes, Sarajevo, Kosovo, Sierra Leona, Guinea, es en ese marco como ha sido posible la operaci¨®n de Libia, y es en ese marco en el que tenemos que contemplar la iniciativa franco-brit¨¢nica, y luego americana que ha dado como resultado la resoluci¨®n 1973.
La ONU, la Uni¨®n Africana, la Liga ?rabe est¨¢n afortunadamente ah¨ª para proporcionarnos el marco jur¨ªdico que hace de esta violencia transitoria -gracias a la resoluci¨®n 1973? el medio para una paz real, preferible a un pacifismo que dejar¨ªa masacrar a las poblaciones civiles.
Es por tanto a partir de esas bases del derecho internacional como Europa debe hoy entablar un debate de fondo sobre su futuro y sus ambiciones. En tiempos de dudas y de dificultades eso puede parecer superfluo o intempestivo. Creo, por el contrario, que es m¨¢s necesario que nunca.
Esa labor de definici¨®n es en realidad lo que Europa necesita para salir de sus vacilaciones estructurales. ?Somos una potencia regional con vocaci¨®n de gesti¨®n regional, como lo son la Liga ?rabe o la ASEAN, o, por el contrario, pretendemos aportar al mundo un modelo de multilateralismo al servicio del bien com¨²n? Me complace poder constatar que Francia y Gran Breta?a han esbozado juntas una primera respuesta a ese interrogante fundamental.
Bernard Kouchner es exministro franc¨¦s de Asuntos Exteriores y fundador de M¨¦dicos sin Fronteras | Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola
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