Golpe geopol¨ªtico
La cr¨ªtica a la acci¨®n unilateral de Estados Unidos para eliminar f¨ªsicamente a Osama Bin Laden est¨¢ eclipsando, al menos en Europa, el an¨¢lisis de las numerosas consecuencias geopol¨ªticas que va a ocasionar el gesto de autoridad y a la vez de sofisticadio poder militar realizado por Barack Obama. Algo similar est¨¢ sucediendo en la pol¨ªtica interior estadounidense respecto a la imagen presidencial y a la mejora de sus perspectivas de renovaci¨®n de su mandato en 2012. Las relaciones entre Pakist¨¢n y Estados Unidos han entrado en una nueva etapa, en la que ambos pa¨ªses deber¨¢n redefinir sus posiciones y sacar conclusiones claras. Pero, adem¨¢s, la eliminaci¨®n de Obama afectar¨¢ a todo el entorno geogr¨¢fico, especialmente a Afganist¨¢n, donde Estados Unidos puede dar por culminado y terminado el ciclo que se inicio en 2001, con el bombardeo primero y luego la ocupaci¨®n del pa¨ªs con mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
No significa, ni mucho menos, que Washington vaya a tener las cosas m¨¢s f¨¢ciles. Quiz¨¢s va a ser lo contrario, como ya se ha encargado de apuntar Tariq Ramadan en el art¨ªculo publicado ayer en El Pa¨ªs, uno de los pocos analistas que intenta sacar consecuencias m¨¢s globales del ataque. Una vez despejado el horizonte de la guerra contra Al Qaeda, Obama se enfrenta al peligro de una progresiva p¨¦rdida de influencia en Oriente Pr¨®ximo, a favor de las potencias emergentes. En palabras de Ramadan se trata de un oto?o de las relaciones del mundo ¨¢rabe con occidente, una definici¨®n que viene acompa?ada por un especial inter¨¦s en minimizar la pasada influencia de Bin Laden sobre los j¨®venes musulmanes y en subrayar que en realidad el car¨¢cter hist¨®rico de estas noticia es estrictamente americano y occidental, se sobrentiende que como s¨ªntoma de su declive.
Las consecuencias de esta nueva situaci¨®n son evidentes para Israel, que se encuentra ante una disyuntiva que muy pronto se clarificar¨¢: o hace la paz con los palestinos a partir del acervo acumulado y dilapidado una y otra vez desde Oslo, o debe reinventar de nuevo sus relaciones con el conjunto de la regi¨®n sin excluir nuevas guerras. Sin Bin Laden la paz no est¨¢ ni m¨¢s lejos ni m¨¢s cerca, pero hay menos caminos para tergiversar posiciones, de un lado y del otro. El l¨ªder megaterrorista rend¨ªa sus especiales servicios en muy distintas direcciones; a los reg¨ªmenes que se escudaban en el peligro de Al Qaeda o a los enemigos de la paz en Oriente Pr¨®ximo.
Es dif¨ªcil creer que nadie supiera en Pakist¨¢n de la presencia de Bin Laden en Abbottabad. Al menos los todopoderosos servicios de inteligencia. Tambi¨¦n por este lado el gesto de Washington es el del cierre de una etapa, que da por agotada la ambig¨¹edad y el doble juego de una parte del ej¨¦rcito, la administraci¨®n y el espionaje paquistan¨ªes. Aparece as¨ª una sinton¨ªa entre la acci¨®n de las fuerzas especiales estadounidenses hace una semana y la primavera ¨¢rabe en lo que significa de utilizaci¨®n del terrorismo como sistema de chantaje pol¨ªtico y econ¨®mico.
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