Mundur y el drama de la guerra sucia en Libia
Un millar de personas han sido secuestradas y desaparecidas en Misrata por las tropas gadafistas
Las tropel¨ªas que comete Muamar el Gadafi para sofocar la revoluci¨®n en Libia son tan sistem¨¢ticas que hasta la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU las ha denunciado. Este organismo -que lleg¨® a estar presidido por el r¨¦gimen libio- constata en un informe que el Gobierno de Tr¨ªpoli est¨¢ perpetrando "cr¨ªmenes de guerra y cr¨ªmenes contra la humanidad". Mundur no ha le¨ªdo el documento, pero conoce todo de primera mano. Vive en Misrata, asediada por los misiles desde hace tres meses. Las milicias gadafistas han secuestrado a 13 miembros de su familia, entre ellos su padre y sus dos hermanos. Otras mil personas han corrido la misma suerte en esta ciudad, principal enclave rebelde del occidente del pa¨ªs.
"Cuando llegaron los soldados a la granja, todos nos escondimos. Yo me met¨ª debajo de unas tuber¨ªas, en un sitio est¨²pido, y me encontraron el primero", recuerda Mundur, con una media sonrisa avergonzada. Es un chaval de 15 a?os, pelo casta?o y mirada espabilada. Uno a uno, los gadafistas fueron juntando a toda la familia. Maniataron a los varones: el propio Mundur y sus hermanos, de 17 y 18 a?os. Les daban culatazos con los fusiles y les preguntaban por Yamal, su padre, un coronel de la polic¨ªa que en ese momento no estaba en casa. Luego se los llevaron, con todo el dinero y las cosas de valor que encontraron.
Fue a principios de abril en Tamima, a las afueras de Misrata. Alg¨²n vecino, dice Mundur, les acus¨® de guardar armas para los rebeldes. "Pero no ten¨ªamos nada". En el cuartel, Mundur se qued¨® solo en una habitaci¨®n. "Me sent¨ªa como en otro planeta. O¨ªa gritos y llantos. Estaban maltratando a mis hermanos". Mundur pidi¨® que le dejaran verlos. "No, vete a tu casa", le respondieron.
Cuando intent¨®, con su padre, alertar al resto de la familia, era demasiado tarde. El ej¨¦rcito gadafista ya hab¨ªa secuestrado a t¨ªos y primos. "Mi padre decidi¨® que no pod¨ªa quedarse as¨ª y fue a entregarse al cuartel. A mitad de camino se top¨® con la patrulla que ven¨ªa a buscarle". No han tenido ning¨²n contacto desde entonces. "Alguien nos ha dicho que est¨¢n en Abu Salim", la prisi¨®n de Tr¨ªpoli en la que en 1996 el r¨¦gimen asesin¨® a 1.200 presos en tres d¨ªas.
Mundur, su madre y sus hermanas, una de seis a?os y otra reci¨¦n nacida, permanecieron sitiados durante un mes en la granja, hasta que los rebeldes los rescataron. Ahora se han trasladado con el abuelo, que se desespera cuando Mundur coloca en la azotea de la casa la bandera roja, negra y verde de la Libia liberada. No es el momento, le dice el anciano. La guerra sigue, los gadafistas acechan en la periferia y pueden volver. "A m¨ª me da igual. Adem¨¢s, si me llevan, podr¨¦ ver a mi padre".
Las autoridades rebeldes de Misrata est¨¢n organizando un registro de la represi¨®n. Los casos de secuestro y desaparici¨®n forzosa rondan el millar, seg¨²n Salah Haweel, encargado de una p¨¢gina web sobre las v¨ªctimas (www.victimsly.com). "A veces los encarcelan, a veces son casos de reclutamiento forzoso, a veces simplemente los hacen desaparecer".
La incomunicaci¨®n de Misrata, que est¨¢ sitiada y sin tel¨¦fono, ni fijo ni m¨®vil, hace de la b¨²squeda una tarea tan angustiosa como imposible. "Nosotros fuimos preguntando aqu¨ª y all¨¢, y creemos que a nuestra familia se la han llevado a Yafran", explica Mohamed Shaluf, empresario reconvertido en fot¨®grafo voluntario para los equipos de comunicaci¨®n rebeldes. "En total, 35 personas, hombres, mujeres y ni?os, sacadas a la fuerza de sus casas. Hasta mi suegro, que tiene 87 a?os. ?Qu¨¦ da?o pod¨ªa hacer ese hombre?". Yafran es un basti¨®n gadafista situado a 200 kil¨®metros al sur de Tr¨ªpoli. Shaluf est¨¢ convencido de que se los han llevado, igual que a otros muchos, para usarlos como escudos humanos ante un eventual ataque de la OTAN. La organizaci¨®n Human Rights Watch, dice, est¨¢ investigando.
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