T¨²nez condena en rebeld¨ªa a Ben Ali a 35 a?os de c¨¢rcel
El expresidente es el primer dictador encausado tras las revueltas ¨¢rabes
Un tribunal tunecino ha condenado hoy en rebeld¨ªa al derrocado presidente Zine el Abidine Ben Ali y a su esposa, Leila Trabelsi, a 35 a?os de c¨¢rcel cada uno tras ser declarados culpables de robo y posesi¨®n ilegal de grandes sumas de dinero y joyas. El juez ha dictaminado tambi¨¦n que el expresidente y su esposa deber¨¢n pagar 91 millones de dinares (unos 37 millones de euros).
M¨¢s de cinco meses despu¨¦s de su huida de T¨²nez, el 14 de enero, Ben Ali ha proporcionado, por primera vez, su versi¨®n de las circunstancias de su fuga junto con parte de su familia. No lo ha hecho directamente, sino a trav¨¦s de un comunicado distribuido por sus abogados durante el juicio, que ha empezado hoy en la capital. Ben Ali vol¨® a Arabia Saud¨ª para poner a su familia a salvo, pero ten¨ªa la intenci¨®n de regresar a T¨²nez pese a que la informaci¨®n transmitida por servicios secretos amigos indicaba que estaba en marcha un complot para asesinarle.
Ben Ali, de 74 a?os, fue ese d¨ªa el primer dictador ¨¢rabe derrocado por la revoluci¨®n y hoy ha sido tambi¨¦n el primero en ser juzgado, aunque no se sienta en el banquillo. T¨²nez ha solicitado su extradici¨®n a Arabia Saud¨ª, pero no ha recibido respuesta alguna. La fiscal¨ªa ha presentado nada menos que 90 cargos contra el que fue presidente de T¨²nez durante 23 a?os y gobern¨® el pa¨ªs con mano de hierro. El juez ha anunciado que el veredicto sobre los otros cargos de que se le acusa, como posesi¨®n ilegal de drogas y armas, se conocer¨¢ el 30 de junio.
Cuando acabe este juicio, Ben Ali deber¨¢ de nuevo responder ante la justicia, esta vez la militar, por, entre otras cosas, la muerte de unas 300 personas durante las cuatro semanas que precedieron a su huida a causa de los disparos de las fuerzas de seguridad, que recibieron ¨®rdenes de acallar la protesta. ?l lo niega.
Para defenderse, Ben Ali cuenta con cinco letrados de oficio en T¨²nez encabezados por Abdelsettar Massoudi, quien ha sugerido al tribunal que si hubiese actuado con m¨¢s "diplomacia" podr¨ªa haber convencido al imputado de que se sentase en el banquillo. Ha asegurado, adem¨¢s, que ignoraba d¨®nde estaba su cliente y ha pedido un aplazamiento del juicio para preparar mejor la defensa.
Para tratar de salvar sus haberes bancarios y propiedades, que las nuevas autoridades de T¨²nez quieren incautar, Ben Ali ha contratado en el extranjero a dos c¨¦lebres abogados, el franc¨¦s Jean-Yves Le Borgne y el liban¨¦s Akram Azouri. Ambos han tachado el juicio de "mascarada".
En el comunicado, el expresidente se declara inocente y explica, por ejemplo, que las armas encontradas en el palacio presidencial fueron regalos que le hicieron sus hu¨¦spedes extranjeros cuando visitaban T¨²nez.
Ben Ali tambi¨¦n relata las ¨²ltimas horas que pas¨® en T¨²nez cuando todo el pa¨ªs se hab¨ªa sublevado contra la dictadura. Recuerda que el jefe de la seguridad presidencial, Ali Seriati, hoy encarcelado, acudi¨® a su despacho para informarle de que servicios extranjeros amigos hab¨ªan se?alado que estaba en preparaci¨®n un complot para eliminarle.
Se dej¨® entonces enga?ar y embarc¨®, junto con su esposa y sus dos hijos, en un avi¨®n rumbo a Arabia Saud¨ª, pero en cuanto estuvieran a salvo ten¨ªa la intenci¨®n de regresar a T¨²nez.
Ben Ali orden¨® a la tripulaci¨®n del avi¨®n oficial tunecino que le esperase en Yeda (Arabia Saud¨ª), "pero no lo hicieron y desobedecieron sus instrucciones", reza el comunicado. En consecuencia, "no abandon¨® su cargo de presidente de la Rep¨²blica ni huy¨® de T¨²nez, de lo que fue acusado falsamente".
El semanario parisiense Le Nouvel Observateur proporcion¨®, en febrero, una versi¨®n exhaustiva y diferente de la fuga del dictador basada en algunos testigos presenciales.
"Sube, imb¨¦cil, toda mi vida he tenido que soportar todas tus gilipolleces", le espet¨® su esposa en la pista del aeropuerto de T¨²nez. "?Cojones! ?Sube ya!", le lanz¨® Seriati, el jefe de la seguridad presidencial. Ben Ali gimoteaba y suplicaba: "Dejadme; no me quiero ir; quiero morir aqu¨ª, en mi pa¨ªs (...)".
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