Los rebeldes rechazan el despliegue de tropas extranjeras en Libia
Gadafi rechaza el ultim¨¢tum de los sublevados para evitar el asalto a Sirte
De vez en cuando los flamantes ministros libios tienen arrebatos del profundo anticolonialismo arraigado en el pa¨ªs norteafricano. Y aunque durante los seis meses de sublevaci¨®n contra Muamar el Gadafi no se cansaron de rogar encarecidamente bombardeos m¨¢s contundentes de la OTAN y m¨¢s ayuda militar a los rebeldes, y admitieron asesores militares brit¨¢nicos y franceses, bajo ninguna cobertura desean ver soldados de pa¨ªses occidentales en suelo de Libia. Ni occidentales ni de ninguna latitud. El l¨ªder de los rebeldes Mustaf¨¢ Abdel Yalil, presidente del Consejo Nacional de Transici¨®n (CNT), declaraba taxativo su rechazo a la presencia de uniformados for¨¢neos, ni siquiera como observadores, tal como planteaba Naciones Unidas. La sombra del desastre ocurrido en Irak, donde se desat¨® el caos tras el vac¨ªo de poder, planea sobre Libia.
Una explosi¨®n mata a cuatro milicianos en un barrio de Tr¨ªpoli
Ha sido una premisa desde el nacimiento de la rebeli¨®n a mediados de febrero en Bengasi. Las pancartas con el no a la presencia de militares extranjeros colgaron desde los primeros d¨ªas en esta ciudad del oriente de Libia. Ibrahim Dabashi, uno de los representantes del CNT en la ONU, se?alaba ayer a la cadena BBC: "Naciones Unidas estudi¨® la posibilidad de desplegar cascos azules para mantener la paz, pero el caso de Libia es especial. No hay una guerra civil, es el pueblo el que est¨¢ defendi¨¦ndose contra la dictadura". Las conversaciones entre los dirigentes libios y Naciones Unidas dejaron todo meridianamente claro. "No esperamos que nos pidan observadores militares. Es evidente que los libios quieren evitar todo tipo de despliegue militar de la ONU o cualquier otro", explic¨® Ian Martin, enviado del organismo para Libia.
Hace menos de una semana Abdel Yalil no descartaba que polic¨ªas de pa¨ªses musulmanes o ¨¢rabes ayudaran a mantener la seguridad en las ciudades libias. Pero ahora, conquistada Tr¨ªpoli y en plena ofensiva contra los ¨²ltimos bastiones de Gadafi en Sirte y Sabha, los dirigentes libios creen que podr¨¢n hacerse cargo de la coyuntura sin ayuda. Cierto es que la polic¨ªa -nunca demasiado implicada en las atrocidades del r¨¦gimen- ha comenzado a patrullar, pese al temor inicial de los uniformados a la reacci¨®n popular, y que el civismo mostrado por los libios ha sido una norma que no se ha quebrado.
Sin noticias de pillaje, pese a las carencias que padece la poblaci¨®n, las autoridades est¨¢n logrando que los rebeldes olviden su costumbre de disparar al aire, a menudo bater¨ªas antia¨¦reas que producen un estruendo ensordecedor. Sobre todo en Tr¨ªpoli, la poblaci¨®n no est¨¢ habituada a semejantes manifestaciones de jolgorio. Los controles de los milicianos salpican cualquier distrito de la capital, las barreras de cemento obligan a reducir la velocidad en las calles... La delincuencia no es problema. Las dificultades pueden aflorar si el Gobierno de los sublevados aplica el plan ya anunciado: retirar las armas a los shabab (muchachos), la tropa que ha derrocado al dictador.
Porque el autodenominado hermano l¨ªder sigue presente. Nadie se f¨ªa de lo que pueda perge?ar y, sin duda, cuenta con miles de fieles, principalmente en Tr¨ªpoli, Sirte y Sabha. Ayer, en un barrio occidental de Tr¨ªpoli, una explosi¨®n mat¨® a cuatro guerrilleros. No estaba claro si se trat¨® de un coche bomba o de un accidente, dada la falta de destreza que demuestran los rebeldes en el manejo de las armas.
El s¨¢bado ser¨¢ decisivo. Llega a su fin el ultim¨¢tum lanzado por Abdel Yalil a las tropas de Gadafi. Si no deponen las armas, afrontar¨¢n el asalto en las ciudades donde se atrincheran. De momento, no hay bandera blanca. "Ninguna naci¨®n honorable", declaraba a la agencia Associated Press Musa Ibrahim, portavoz de Gadafi, "aceptar¨ªa un ultim¨¢tum procedente de bandas armadas". D¨®nde se hallan Gadafi y sus tropas es a¨²n un misterio. Los jefes militares insurrectos hablan de Bani Walid, regi¨®n des¨¦rtica al sureste de la capital, y Sirte, su ciudad natal, y afirman que est¨¢n en contacto con mandos cercanos al dictador, que de alg¨²n modo buscan una salida personal negociada.
Imposible saber si se trata de propaganda de los militares sublevados -no ser¨ªa la primera vez, ni mucho menos-, pero uno de ellos, Abdel Hakim Belhadj, dijo haber recibido una llamada de Saadi Gadafi ofreciendo entregarse. El propio hijo del aut¨®crata desminti¨® a CNN la propuesta. En todo caso, el desenlace de la guerra parece cercano. El s¨¢bado arranca la ofensiva final.
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