Misrata registra la crueldad de la guerra civil de Libia
Los habitantes de la ciudad asediada por Gadafi documentaron con c¨¢maras la violencia contra civiles para utilizarlo como prueba en un posible juicio
Mahmoud al Galai trabajaba de oficinista y arbitraba partidos de balonmano. Su vida cambi¨® aquel 18 de marzo en que las tropas de Gadafi entraron en Misrata. A partir de entonces la ciudad de medio mill¨®n de habitantes se conocer¨ªa en el mundo como el Stalingrado libio. Durante casi tres meses de asedio apenas se encontraba agua, ni gas, ni electricidad ni alimentos. Al Galai adquiri¨® pronto el h¨¢bito de coger cada ma?ana un arma y una peque?a c¨¢mara. El lugar al que iba siempre era el mismo: la calle Tr¨ªpoli. Los tanques de Gadafi llegaban desde el aeropuerto hacia el centro de la ciudad y hab¨ªa que pararlos. ¡°No s¨¦ a qui¨¦n se le ocurri¨® la idea, pero alguien pens¨® que pod¨ªamos cruzar camiones en medio de la calle. Los camiones iban cargados de arena para que cuando los tanques les dispararan no se movieran. Yo grab¨¦ un v¨ªdeo en el que se ve c¨®mo el conductor salta del cami¨®n justo a tiempo para que no le disparen los francotiradores. Una persona pag¨® los tres camiones con su dinero. No era rico. Yo tambi¨¦n di mi coche nuevo a nuestras milicias. En los primeros momentos hac¨ªa falta de todo: transporte y dinero para armas. La gente de aqu¨ª lo daba todo por Misrata¡±.
Al Galai habla con nostalgia y admiraci¨®n de aquellos tiempos en los que se juntaban diez amigos, sin ning¨²n l¨ªder ni jerarqu¨ªa, y se lanzaban a combatir a los francotiradores. Ilustra la conversaci¨®n con un v¨ªdeo en el que se ve a un paisano de Misrata gateando en un llano, intentando esquivar a los francotiradores para robar a los gadafistas un coche cargado de armas; otro v¨ªdeo en el que rescatan a un herido tir¨¢ndole una cuerda y arrastr¨¢ndolo por la calle. Tambi¨¦n uno donde disparan a un tanque que cruza la calle Tr¨ªpoli. En otro, muere el que lleva la c¨¢mara y la m¨¢quina se queda inm¨®vil grabando los estertores de su pie y los disparos al fondo, hasta que llega otra persona y continua filmando... Y hay un v¨ªdeo en el que se ve a un joven francotirador gadafista celebrando que ha dado en el blanco. ¡°Ese ya est¨¢ muerto, ya no se r¨ªe m¨¢s". ¡°Le cogieron el tel¨¦fono del bolsillo cuando muri¨®¡±, se?ala Al Galai.
¡°Hab¨ªa tambi¨¦n mujeres mercenarias: bielorrusas, de Honduras, de Colombia, de Serbia¡ Pero la mayor¨ªa eran hombres. Hubo un momento de la guerra en que conseguimos aislarlos. Y les dispar¨¢bamos d¨ªa y noche. Nosotros ten¨ªamos relevos. A las 10 de la noche me sustitu¨ªa un amigo y yo me iba a descansar. Pero ellos no pod¨ªan. Y nos gritaban: ¡®Necesitamos dormir, tenemos hambre, queremos dormir..! Mira¡ este tel¨¦fono es de un francotirador que ven¨ªa de Ir¨¢n¡±.
Esta ha sido la guerra de las grabaciones con el tel¨¦fono. Al Galai asegura haber visto algunas donde aparec¨ªan mujeres de Misrata violadas. ¡°Es un tema muy delicado aqu¨ª. Cuando ve¨ªamos eso, romp¨ªamos las memorias de los tel¨¦fonos. A nadie le gusta hablar de este tema porque te crea un gran problema ante el resto de la sociedad. Si mueres, no pasa nada, te mueres y ya est¨¢. Pero si violan a una mujer de tu familia ese s¨ª que es un problema muy, pero que muy grande. ?Por qu¨¦ la gente de Misrata estamos tan enfadados y queremos combatir en Sirte y en Bani Walid? Porque se han encontrado muchas grabaciones as¨ª. La mayor¨ªa las rompimos, pero otras permanecen guardadas bajo altas medidas de seguridad, para aportarlas como pruebas cuando haya que juzgar a los de Tahuerga [pueblo a media hora en auto desde Misrata donde abundan los hombres de raza negra].
"Grab¨¦ un v¨ªdeo de un conductor que salta del cami¨®n justo a tiempo para que no le disparen los francotiradores"
Los vecinos de la calle Tr¨ªpoli aseguran que Gadafi mand¨® 100 tanques y unos 18.000 soldados a la calle Tr¨ªpoli. ¡°Tenemos documentaci¨®n con el nombre y apellidos de muchos de ellos¡±, comenta Abdela Shanala, de 52 a?os. ¡°Nos cogi¨® por sorpresa porque el d¨ªa antes la ONU hab¨ªa aprobado una resoluci¨®n para proteger a los civiles y cre¨ªamos que Gadafi no iba a atacar una zona llena de civiles¡±. Cuando los gadafistas se fueron Abdela Shanala observ¨® que la calle estaba inundada de armas y se le ocurri¨® montar una exposici¨®n con el material incautado.
La gente pasea ahora con sus hijos entre misiles chino-iran¨ªes de 65 kil¨®metros de alcance. Hay quien coge una bomba con la mano y Shanala le pide, sin darse demasiada prisa, que las suelten porque no est¨¢n desactivadas. Muchos reparan en unas pastillas, que seg¨²n los vecinos, los mercenarios consum¨ªan para combatir como si estuvieran locos. Hay tambi¨¦n bombas de racimo prohibidas por la ONU, que seg¨²n Shanala, el Gobierno espa?ol vendi¨® a Gadafi en 2007. Al lado de las armas se encuentra la escultura que Gadafi mand¨® construir en sus recintos de Tr¨ªpoli, con una mano aplastando un avi¨®n.
"Cre¨ªamos que Gadafi no iba a atacar una zona llena de civiles"
Shanala ya prepara otra exposici¨®n en la que aparecer¨¢n los nombres de todos los muertos, que ¨¦l calcula en unos dos mil. Tambi¨¦n se podr¨¢ ver un lanzagranadas de fabricaci¨®n casera, con el ca?¨®n envuelto en madera para que no se caliente demasiado. ¡°Cuando entraron los gadafistas, ellos ten¨ªan de todo y nosotros nada, s¨®lo c¨®cteles molotov¡±, comenta Shanala. En la calle quedan a¨²n unos cuatro tanques destruidos sobre las aceras. Otros seis han sido desplazados a las calles aleda?as, para que los ni?os jueguen.
¡°Ese tanque de ah¨ª lo quemaron los rebeldes. Y como ten¨ªa explosivos dentro, explot¨®. Despu¨¦s, la OTAN lo bombarde¨®¡±, se?ala el vecino Yalal Mongoush. Las versiones de los vecinos otorgan un papel muy secundario a la OTAN en la liberaci¨®n de la ciudad. ¡°Los gadafistas escogieron como campamento el mercado de vegetales. Ah¨ª ten¨ªan hasta 17 tanques. Y la OTAN no lo bombardeaba porque dec¨ªa que era un edificio civil. S¨®lo tiraron una bomba tres d¨ªas despu¨¦s de que ellos se hubiese ido¡±, relata Shanala.
Mientras en Tr¨ªpoli cada noche bajan los j¨®venes a la plaza de los M¨¢rtires a celebrar que Gadafi ya no Gobierna el pa¨ªs, en Misrata no canta nadie. En Sirte, el lugar donde naci¨® Gadafi, los gadafistas resisten ahora y los de Misrata atacan. Quedan demasiados v¨ªdeos por grabar.
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