Doble e infame bloqueo
Rusia y China han votado tres veces juntos en el Consejo de Seguridad: para defender a Mugabe, a la Junta birmana y a El Asad
La superpotencia derrotada de la guerra fr¨ªa y la superpotencia ascendente del siglo XXI han trazado una raya en la arena. Hasta aqu¨ª hemos llegado. El momento es dram¨¢tico. Mosc¨² y Pek¨ªn sacan pecho justo cuando Washington y Bruselas demuestran mayores dificultades para gobernarse, gobernar el mundo y rescatar a las econom¨ªas occidentales del pozo. Es una demostraci¨®n de la debilidad de unos y de la pujanza de los otros, un momento del desplazamiento de poder en el mundo, del que las revueltas ¨¢rabes son el ¨²ltimo y m¨¢s espectacular avatar. Detr¨¢s de las superpotencias cl¨¢sicas tambi¨¦n sacan pecho las aspirantes, los emergentes: Brasil, India y Sur¨¢frica. A costa de los sirios, que sufren lo indecible bajo la bota de un r¨¦gimen criminal: 2.700 ciudadanos fallecidos en los seis meses de revuelta, millares de heridos, detenidos y torturados, decenas de miles de refugiados en Turqu¨ªa, L¨ªbano y Jordania.
La discusi¨®n y el debate en el Consejo de Seguridad sobre Siria ha sido la segunda vuelta, con resultado adverso, de las resoluciones sobre Libia, que permitieron la intervenci¨®n a¨¦rea de la OTAN y el derrocamiento de Gadafi. Rusos y chinos han rechazado una aguada resoluci¨®n largamente negociada por los europeos contra el r¨¦gimen de Bachar el Asad, en la que ni siquiera se hablaba de sanciones y todo se limitaba a advertencias, reproches y buenos deseos. Los argumentos de los rusos, que como es habitual son los que han llevado la voz cantante, son terribles y devastadores para los revolucionarios ¨¢rabes que quieren deshacerse de los aut¨®cratas: simetr¨ªa entre r¨¦gimen y oposici¨®n, a la que tambi¨¦n se responsabiliza de la violencia; exclusi¨®n abierta de cualquier intervenci¨®n internacional; rechazo ya no a cualquier r¨¦gimen de sanciones sino a las meras presiones; y reconducci¨®n de la acci¨®n internacional a las arcang¨¦licas recomendaciones de di¨¢logo y de reformas.
No hay hipocres¨ªa alguna, al contrario. En todo caso, cinismo. Es una exhibici¨®n de fuerza y una advertencia. La responsabilidad de proteger, consagrada por Naciones Unidas en 2005, recibe un duro rev¨¦s despu¨¦s de aquel ¨¦xito inesperado en el caso de Libia. Regresan al galope los principios de no injerencia y de respeto a la soberan¨ªa nacional. Mosc¨² y Pek¨ªn se sienten m¨¢s que insatisfechos por la aplicaci¨®n de las resoluciones contra el r¨¦gimen de Gadafi. Sostienen que no se ha protegido a la poblaci¨®n civil de los ataques del coronel, sino que todo se ha hecho para cambiar el r¨¦gimen. Por la cuenta que les trae como pa¨ªses violadores de los derechos humanos y sin escr¨²pulos a la hora de acudir a la fuerza, cortan por lo sano la posibilidad de una expansi¨®n del principio de la responsabilidad de proteger. Es tambi¨¦n un recordatorio a Washington respecto a su reiterado uso del derecho de veto para defender al Gobierno de un pa¨ªs como Israel, vecino y enemigo nada menos que de Siria, protegido y aliado hist¨®rico de Mosc¨² desde los tiempos g¨¦lidos del mundo bipolar.
Rusia y China han utilizado el derecho de veto para frenar a los occidentales en Siria. Es un hito en la evoluci¨®n de las revueltas ¨¢rabes: las dos superpotencias han sacado el l¨¢piz para marcar el mapa. Lo hizo ya anteriormente Arabia Saud¨ª con su intervenci¨®n armada en Bahr¨¦in. Europa y Estados Unidos, en un instante excepcional de acierto geopol¨ªtico, lo consiguieron tambi¨¦n con los bombardeos de la OTAN en Libia.
No es frecuente el uso del derecho de veto conjuntamente por parte de dos pa¨ªses en el Consejo de Seguridad. Esta rara pareja lo ha utilizado en tres ocasiones nada gloriosas, que marcan una l¨ªnea de conducta en defensa de las dictaduras y un inquietante sendero para el siglo XXI. En 2007, Rusia y China rechazaron una resoluci¨®n que ped¨ªa el respeto de los derechos humanos y la liberaci¨®n de los presos pol¨ªticos, entre ellos de Aung San Suu Kyi, en Birmania; en 2008 evitaron un r¨¦gimen de sanciones y el embargo de armas contra el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe; y ahora sortean cualquier apercibimiento a Siria por la represi¨®n desencadenada contra las protestas ciudadanas.
Brasil, Sur¨¢frica e India no han querido dejar solos a chinos y rusos: situados junto a Estados Unidos y Europa, la votaci¨®n hubiera arrojado 12 votos a favor y 2 en contra, con la abstenci¨®n obligada de L¨ªbano, suficiente para salvar a Asad pero con un alto precio simb¨®lico para Rusia y China, que igual hubiera cambiado su voto. Los emergentes tambi¨¦n esperan sacar su tajada geopol¨ªtica de los cambios y de la debilidad europea y estadounidense, y a la vez no enemistarse innecesariamente con los ganadores del envite. La infamia del veto doble ha llevado a Alemania, propensa a desmarcarse como si fuera un emergente m¨¢s, a votar con Washington y los otros pa¨ªses europeos y dejar as¨ª un incongruente mensaje despu¨¦s de abstenerse en la resoluci¨®n contra Gadafi. Europa es d¨¦bil, pero al menos esta vez existe.
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