Guerra de misiles en Rota
Con mayor defensa antimisiles ser¨ªa menor la necesidad de la disuasi¨®n nuclear
Ni la guerra de las galaxias de Reagan ni el escudo antimisiles de George W. Bush: simplemente, un sistema de defensa razonable contra la amenaza cierta de misiles bal¨ªsticos en malas manos. Lo aprobaron 28 pa¨ªses hace un a?o en la cumbre de la OTAN en Lisboa y se est¨¢ desarrollando ahora con, entre otras medidas, el reciente acuerdo sobre la base de Rota. Obama revis¨® el escudo estadounidense que Bush quer¨ªa extender a Europa con un tercer emplazamiento en Chequia y Polonia, y la Alianza Atl¨¢ntica acord¨® un sistema propio para defender Europa de ataques de Estados y agentes no estatales, grupos terroristas incluidos, con misiles con todo tipo de carga mort¨ªfera. Nada de ciencia-ficci¨®n; amenazas ciertas, de las que los Gobiernos serios tienen la obligaci¨®n de proteger a sus ciudadanos.
Cuando los pa¨ªses de la OTAN aprobaron el nuevo Concepto Estrat¨¦gico y este sistema antimisiles, el Parlamento espa?ol tuvo un debate espec¨ªfico con la comparecencia de la ministra Chac¨®n y, desde entonces, los aliados han ido tomando las medidas correspondientes, incluidas las aportaciones previstas de Estados Unidos. A ese objetivo responden los acuerdos bilaterales con Polonia, Ruman¨ªa, Turqu¨ªa, Espa?a o Pa¨ªses Bajos, as¨ª como la incorporaci¨®n de medios militares nacionales de todos para esta defensa colectiva, tanto para detectar la agresi¨®n a tiempo como para interceptarla antes de que estalle en nuestras calles.
Porque, a diferencia del "escudo antimisiles" de Bush, esta opci¨®n responde al objetivo de "ya va siendo hora de que, de la defensa de los europeos, se ocupen los europeos".
A quienes est¨¢n en la tesis de "EE UU es EE UU, con Bush o con Obama", cabr¨ªa preguntarles si de verdad creen que, hoy, el objetivo de Estados Unidos es aumentar su presencia militar en Europa. Las evidencias, incluidas las presupuestarias, apuntan m¨¢s bien en la direcci¨®n contraria, como hemos comprobado, por ejemplo, en Libia. En la lucha contra Gadafi, lo que se ha demostrado es que Europa no ten¨ªa suficientes capacidades militares para responder a la exigente intervenci¨®n solicitada por las Naciones Unidas para detener las matanzas de civiles en ese pa¨ªs.
Con la construcci¨®n de un sistema antimisiles, ahora de corto y medio alcance, ocurre otro tanto; los pa¨ªses europeos no cuentan con los medios necesarios y dependen de la integraci¨®n de capacidades estadounidenses. Y, si hay una amenaza a la seguridad de la gente, si la proliferaci¨®n de armas con sus vectores bal¨ªsticos en zonas pr¨®ximas es un hecho cierto, los Gobiernos y los partidos pol¨ªticos responsables est¨¢n obligados a ofrecer una alternativa adecuada.
Es en este contexto en el que se sit¨²a el acuerdo bilateral de Espa?a con Estados Unidos el pasado d¨ªa 5 en Bruselas, uno m¨¢s en una agenda de decisiones que afecta a 28 pa¨ªses, y que no puede detenerse por coyunturas nacionales. Un apartado m¨¢s en la compleja arquitectura de la defensa europea antimisiles, de gran inter¨¦s para Espa?a por afectar a la seguridad del ¨¢rea mediterr¨¢nea.
Una cuesti¨®n que no es menor. Para quienes apostamos radicalmente por un escenario de cero nuclear, la alternativa de los sistemas de defensa antimisiles ayuda, y mucho, al objetivo de crear condiciones para un mundo sin armas nucleares, sin abandonar la obligaci¨®n de proporcionar a nuestras sociedades el preciado bien p¨²blico de la seguridad.
Un programa de defensa antimisiles deber¨ªa conducir a los pa¨ªses de la OTAN a poner menos el acento en la disuasi¨®n nuclear, en particular con el despliegue de armas nucleares americanas en Europa. A mayor defensa antimisiles, menor necesidad de la disuasi¨®n nuclear.
?Rusia? Una noticia buena y otra mala. La buena, que en la cumbre de Lisboa los rusos aceptaron considerar la colaboraci¨®n con la OTAN en una defensa antimisiles coordinada. La mala, que a fecha de hoy no hay acuerdo. Lo que les preocupa, como he podido comprobar estos d¨ªas en la comisi¨®n OTAN-Rusia de la Asamblea Parlamentaria, es que pueda ser utilizado contra su territorio.
Por eso denuncian todo el sistema, aunque, para el caso del acuerdo sobre la base de Rota, su aparente preocupaci¨®n resulta incomprensible, ret¨®rica, por razones obvias. Se tardar¨¢, pero habr¨¢ acuerdo si se crea el clima de confianza adecuado, en l¨ªnea con la propuesta de consenso de Madeleine Albright y el exministro de Exteriores ruso ?gor Ivanov en junio pasado.
Cuando casi todas las preocupaciones est¨¢n centradas en la crisis econ¨®mica, el coste no es una cuesti¨®n menor. Lo fundamental es que se trata de una opci¨®n de defensa colectiva, que siempre es m¨¢s barata que una opci¨®n nacional aislada y, adem¨¢s, la ¨²nica eficiente frente a este tipo de amenazas. A Espa?a le interesa estar en primera l¨ªnea en la arquitectura de este sistema en todos los frentes, incluido el industrial. Y a Europa le conviene construir con sus propios medios un esquema de seguridad en un mundo de riesgos globalizados en escenarios de incertidumbre. O, para "m¨¢s Europa", construyamos una "defensa europea".
El Gobierno que salga de las pr¨®ximas elecciones deber¨¢ responder a este desaf¨ªo de seguridad. Es muy importante para Espa?a. En este objetivo, mucha suerte.
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