La larga y fr¨¢gil primavera ¨¢rabe
Las revueltas han dado lugar a conflictos llenos de incertidumbre.
Ha pasado casi un a?o desde el inicio de las protestas en T¨²nez que acabaron con la ca¨ªda del presidente Ben Ali en enero de este a?o, causando un efecto domin¨® que se extendi¨® por el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo. Las revueltas se convirtieron en muchos casos en conflictos que todav¨ªa perduran y que, en ocasiones, han hecho resurgir las rivalidades religiosas y la entrada en escena de partidos islamistas. A¨²n as¨ª, los pueblos ¨¢rabes siguen luchando por acabar con reg¨ªmenes dictatoriales que se han perpetuado en el tiempo. El proceso de cambio est¨¢ todav¨ªa repleto de incertidumbres. Pa¨ªs por pa¨ªs, este es el estado de la cuesti¨®n:
Egipto
La transici¨®n egipcia atraviesa sus d¨ªas m¨¢s delicados desde la dimisi¨®n de Hosni Mubarak, en febrero de este a?o. Al menos cinco personas han muerto y otras mil han resultado heridas en las peores protestas desde el traspaso de poderes, que ocurren a una semana de las primeras elecciones legislativas. Entre las principales amenazas que identifican los j¨®venes que impulsaron la revoluci¨®n est¨¢ el riesgo de que las listas independientes permitan a los mubarakistas hacerse con una importante cuota en el Parlamento. Por otra parte la crisis que gener¨® la muerte de 25 manifestantes coptos en la represi¨®n de las fuerzas de seguridad de una protesta de esta minor¨ªa, ha abonado el terreno para los enfrentamientos sectarios. La semana pasada otros 30 resultaron heridos en otro enfrentamiento. A eso se suma que la presencia y la voz de los salaf¨ªes se hace notar cada vez m¨¢s en las calles, y muchos ciudadanos consideran que estos, junto a elementos afines al r¨¦gimen, estar¨ªan tratando de desestabilizar el pa¨ªs y forzar la opini¨®n p¨²blica en pos de un nuevo hombre fuerte que gobierne al estilo de los pasados dictadores.
Por su parte, la Junta Militar que gobierna el pa¨ªs pierde adeptos a diario. Desde el final de la revoluci¨®n se han celebrado m¨¢s de 11.000 juicios militares a civiles y muchos temen que pretendan perpetuar la posici¨®n privilegiada que tienen desde tiempos de Nasser. Las torturas y la violencia contra activistas y opositores sigue siendo denunciada a diario por las organizaciones de derechos humanos. El caso m¨¢s pol¨¦mico es el de Maikel Nabil un bloguero que empez¨® una huelga de hambre el pasado 23 de agosto despu¨¦s de que un tribunal militar le condenara a tres a?os de c¨¢rcel por insultar al ej¨¦rcito.
Libia
Con la detenci¨®n del hijo y eventual sucesor de Muamar el Gadafi, Saif el Islam, el s¨¢bado pasado, Libia parece haber puesto punto final a su periodo de transici¨®n. La detenci¨®n de Saif el Islam ocurri¨® casi un mes despu¨¦s del linchamiento y asesinato de su padre en la ciudad en la que naci¨®, Sirte, el ¨²ltimo basti¨®n fiel al r¨¦gimen. El primer ministro interino, Abderrahim al Kib, form¨® Gobierno esta semana y, pese a la visita del fiscal general del Tribunal Penal Internacional de La Haya, Luis Moreno-Ocampo, para intentar atraer el caso de Saif al Islam al TPI, todo parece indicar que el juicio se celebrar¨¢ en Tr¨ªpoli.
El fin del conflicto dar¨¢ paso a una declaraci¨®n de liberaci¨®n de Libia, y a partir de ese instante comenzar¨¢ a correr el plazo de ocho meses para la celebraci¨®n de unas primeras elecciones que tendr¨¢n car¨¢cter constituyente. A diferencia de otros pa¨ªses ¨¢rabes sometidos a similares convulsiones pol¨ªtico-militares, en Libia deben construirse todos los entramados pol¨ªticos, institucionales y sociales desde sus cimientos. Sin Parlamento, ni partidos todav¨ªa creados, dada la acentuada carencia de cultura pol¨ªtica entre sus seis millones de habitantes, y tarta petrolera apetitosa para poderos¨ªsimos grupos de inter¨¦s econ¨®micos, Libia afronta un panorama posb¨¦lico que muchos presagian turbulento.
Los l¨ªderes pol¨ªticos desde?an las incipientes rivalidades regionales y el componente tribal, ya desgastado a estas alturas del siglo XXI. Pero emergen los primeros signos de que el patr¨®n de T¨²nez puede prosperar: un grupo islamista disciplinado y con vocaci¨®n exclusivamente nacional se enfrentar¨¢ a otros partidos liberales ¨Clos principales miembros del Gobierno interino son hombres formados acad¨¦micamente en Estados Unidos¨C para definir la Constituci¨®n que guiar¨¢ el rumbo del pa¨ªs. Siempre que el proceso no descarrile.
Bahr¨¦in
Los aires de cambio que llegaron desde el Oeste adquirieron un tinte sectario en esta isla-Estado, donde una dinast¨ªa sun¨ª gobierna sobre una poblaci¨®n mayoritariamente chi¨ª. Aunque las manifestaciones iniciales no aspiraban al cambio de r¨¦gimen, la falta de concesiones de la familia real contribuy¨® a radicalizar las protestas.Un informe difundido este mi¨¦rcoles por un organismo designado por el rey Hamad bin Issa al Jalifa subraya las violaciones de los derechos humanos en las protestas de febrero y marzo en el pa¨ªs del Golfo P¨¦rsico. El organismo habla de la responsabilidad del Gobierno en la violenta represi¨®n de las manifestaciones antigubernamentales, en la que murieron 35 personas, entre ellas cinco miembros de las fuerzas de seguridad. El rey ha anunciado que los funcionarios involucrados ser¨¢n juzgados y relevados de sus cargos.
Los esl¨®ganes pidiendo una monarqu¨ªa constitucional se transformaron en pintadas de ¡°Muerte a los Al Jalifa¡±. Los sectores m¨¢s extremistas se hicieron con la voz de ambas comunidades. La dimisi¨®n en bloque de los 18 diputados del Wefaq, la oposici¨®n chi¨ª moderada, oblig¨® a unas elecciones parciales el pasado septiembre. La relevancia de las protestas en el diminuto pa¨ªs (su extensi¨®n, de 750 kil¨®metros cuadrados, es apenas un 25% mayor de la de Madrid capital) se deben a un detalle crucial: alberga la V Base Naval estadounidense.
Arabia Saud¨ª
En el reino del desierto no ha habido primavera. Las estaciones en esta tierra ¨¢rida se limitan al verano y el invierno. Medios de comunicaci¨®n y analistas obnubilados por los sucesos de T¨²nez y Egipto quisieron ver un efecto contagio en las protestas que familiares de presos pol¨ªticos llevaron a cabo tanto en la Provincia Oriental (unos centenares) como en Riad (unas decenas). Una convocatoria de manifestaci¨®n a trav¨¦s de las redes sociales en marzo se silenci¨® con un descomunal despliegue policial. Pero aunque los saud¨ªes siguieron con enorme inter¨¦s los acontecimientos en los pa¨ªses vecinos, una mezcla de represi¨®n y cooptaci¨®n parece bloquear cualquier amago reivindicativo. Frente a quienes interpretan el programa social multimillonario anunciado por el rey y la celebraci¨®n (tras dos a?os de retraso) de las recientes elecciones municipales como un gesto preventivo, tambi¨¦n hay quien argumenta que esas medidas ser¨ªan insuficientes ante un malestar generalizado. De momento, no ha llegado a estallar el conflicto.
Om¨¢n
Si hab¨ªa un rinc¨®n del mundo ¨¢rabe donde nadie se esperaba una revuelta era Om¨¢n, un pa¨ªs donde el absolutismo benevolente del sult¨¢n Qab¨²s parec¨ªa haber logrado la paz social. Sin embargo, las revueltas de Sohar, y en menor medida Salalah y Mascate, pusieron de relieve que la tierra del incienso tampoco es el para¨ªso. A diferencia de otros gobernantes, Qab¨²s se apresur¨® a tomar medidas, econ¨®micas y pol¨ªticas, y logr¨® que las protestas no fueran a m¨¢s. No se oyeron llamamientos al cambio de r¨¦gimen entre los manifestantes ni la polic¨ªa les reprimi¨® con la dureza de otros lugares. Si bien su promesa de ampliar el poder legislativo y de control del Consejo Consultivo no se ha concretado, el entusiasmo de los oman¨ªes en las elecciones del pasado s¨¢bado indica que el sult¨¢n a¨²n tiene margen de maniobra. El conflicto se ha contenido.
Siria
Las revueltas en Siria han dado paso a un conflicto que se desliza peligrosamente hacia la guerra civil. Varios grupos de la oposici¨®n al presidente Bachar el Asad se han armado y tratan de luchar con el Ej¨¦rcito, sobre todo en la provincia central de Homs. En la provincia de Homs se suceden con mayor frecuencia los choques entre el Ej¨¦rcito y presuntos militares disidentes. Las protestas han causado al menos 3.500 muertes, seg¨²n la ONU, y han ocasionado tambi¨¦n la fragmentaci¨®n de algunas ciudades en diferentes grupos religiosos. Mientras tanto, el gobierno de el Asad contin¨²a ignorando las recomendaciones internacionales.
La diversidad ideol¨®gica del Consejo Nacional, que combina a miembros de la Declaraci¨®n de Damasco (asociaci¨®n prodemocr¨¢tica y laica formada poco despu¨¦s de que Asad heredara el poder de su padre, Hafez el Asad, en 2000) con el partido islamista ilegal de los Hermanos Musulmanes, los Comit¨¦s de Coordinaci¨®n Local (grupos de activistas que organizan las protestas en cada ciudad) y varios partidos kurdos, hace muy dif¨ªcil que se establezca un liderazgo unificado contra Bachar el Asad.
Mientras tanto, el conflicto ha afectado a la econom¨ªa del pa¨ªs, cercana al colapso. Las sanciones impuestas por la UE al comercio de petr¨®leo han dejado al Gobierno bajo m¨ªnimos, con un presupuesto destinado casi exclusivamente a la seguridad y a los aumentos de salarios p¨²blicos para intentar ganarse el favor del pueblo.
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