Un pa¨ªs sin cultura democr¨¢tica
Lo ¨²nico que un¨ªa a la heterog¨¦nea oposici¨®n libia era desalojar del poder al s¨¢trapa
Con la muerte de Gadafi se cierra definitivamente un cap¨ªtulo en la historia de Libia. Atr¨¢s quedan los 42 a?os que dur¨® el fallido experimento de la yamahiriya y ocho meses de cruenta guerra civil que ha provocado miles de muertos. Por delante una tarea que se presenta como colosal: la construcci¨®n de una Libia democr¨¢tica.
Un requisito fundamental para poner fin a la guerra civil ser¨¢ desarmar, sin m¨¢s dilaci¨®n, a las diferentes milicias y facciones que han conseguido derrotar, con la inestimable ayuda de la OTAN, a las tropas progubernamentales. Tambi¨¦n deber¨ªan evitarse las represalias contra los leales a Gadafi. Debe recordarse que tanto Amnist¨ªa Internacional como Human Rights Watch han acusado a ambos bandos de perpetrar cr¨ªmenes contra la humanidad y cr¨ªmenes de guerra y han demandado que se abra una investigaci¨®n veraz para establecer las pertinentes responsabilidades.
El Gobierno interino deber¨ªa evitar, adem¨¢s, las purgas dentro de la Administraci¨®n y el Ej¨¦rcito. En todo momento deber¨ªa tenerse presente la amarga experiencia iraqu¨ª, cuando la ilegalizaci¨®n del Baaz y la desmovilizaci¨®n del Ej¨¦rcito resquebrajaron el Estado central y abonaron el terreno para la guerra sectaria. Con el objetivo de no tropezar en la misma piedra, el Consejo Nacional de Transici¨®n anunci¨® recientemente su propia Hoja de Ruta para devolver la normalidad a Libia.
En la pr¨®xima primavera se elegir¨¢ una Conferencia Nacional encargada de redactar la nueva Constituci¨®n. El presidente interino, Mustaf¨¢ Abdelyalil, se ha comprometido a que todos los ciudadanos ser¨¢n iguales ante la ley independientemente de su religi¨®n, etnia, lengua, ideolog¨ªa o credo, pero tambi¨¦n ha advertido que la shar¨ªa se convertir¨¢ en la ¨²nica fuente de legislaci¨®n, un gui?o a los sectores islamistas que tanto han contribuido a la ca¨ªda del antiguo r¨¦gimen. En un plazo m¨¢ximo de 18 meses deber¨ªan celebrarse las primeras elecciones libres y competitivas en la historia contempor¨¢nea del pa¨ªs.
El cumplimiento de esta Hoja de Ruta est¨¢ amenazado por diversos factores. Erigir los cimientos de la Libia pos-Gadafi no ser¨¢, ni mucho menos, una tarea sencilla. Lo ¨²nico que un¨ªa a la heterog¨¦nea oposici¨®n libia era la necesidad de desalojar del poder al s¨¢trapa. Una vez logrado ese objetivo, parece dif¨ªcil que los diversos grupos que conforman el Consejo Nacional de Transici¨®n se pongan de acuerdo en mucho m¨¢s. Adem¨¢s debe tenerse en cuenta que el pa¨ªs tiene una escasa cultura democr¨¢tica. Nunca antes, ni durante la ¨¦poca mon¨¢rquica ni en la dictadura, ha existido una democracia multipartidista en Libia.
Como todos sabemos, la democracia no se construye de la noche a la ma?ana, sino que es una labor ardua y compleja que exige denodados esfuerzos y, sobre todo, consensos entre grupos con agendas que, a menudo, chocan entre s¨ª. Un escollo a?adido es la ausencia de una sociedad civil capaz de articular las demandas de la poblaci¨®n y contrarrestar el poder del Estado. No obstante, esta circunstancia podr¨ªa compensarse con la proximidad geogr¨¢fica de T¨²nez y Egipto, los dos pa¨ªses donde arranc¨® la primavera ¨¢rabe, donde ya se han empezado a dar los primeros pasos hacia la democracia.
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