V¨ªsperas de una nueva victoria peronista
Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner arrasar¨¢ en las elecciones del domingo. El Gobierno que salga de ellas ser¨¢ el m¨¢s fuerte y concentrado de los ¨²ltimos 30 a?os. En cambio, el sistema pol¨ªtico es el m¨¢s d¨¦bil y disperso
Nadie duda de la victoria de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner. Las elecciones presidenciales argentinas est¨¢n ganadas desde las primarias abiertas que tuvieron lugar el 14 de agosto. Nada de suspense en lo que concierne a un tercer mandato. ?Hay algo nuevo en esta situaci¨®n? ?Hay algo que tanto opositores como oficialistas pueden festejar juntos?
?Por supuesto. El tercer periodo del partido de Gobierno marca definitivamente que se han recorrido los tramos m¨¢s peligrosos del camino iniciado en 1983 con la presidencia de Ra¨²l Alfons¨ªn. Lo que se llam¨® ¡°transici¨®n democr¨¢tica¡± ya es un cap¨ªtulo cumplido. No hay m¨¢s transici¨®n, sino continuidad institucional, sea quien sea el presidente elegido.
Valdr¨ªa la pena, entonces, examinar qu¨¦ democracia ha quedado despu¨¦s de la transici¨®n. El partido de Gobierno, que une a casi todos los afluentes peronistas y lleva como r¨®tulo Frente para la Victoria, ha desbaratado al resto de las representaciones pol¨ªticas. Las ha reducido a retazos poco significativos y, seguramente, los resultados del pr¨®ximo domingo le dar¨¢n a la presidenta una holgada mayor¨ªa parlamentaria propia (hecha de hermanos, primos y arrimados). El ¨²nico interrogante con perspectivas de futuro es el Frente Amplio Progresista, encabezado por Hermes Binner, que inicia una construcci¨®n a la uruguaya (como lo indica el nombre que ha elegido).
El Gobierno que resulte de estas elecciones ser¨¢ el m¨¢s fuerte y concentrado de los ¨²ltimos 30 a?os. El sistema pol¨ªtico es, en cambio, el m¨¢s d¨¦bil y disperso. Esta es la paradoja argentina. Refleja una realidad dif¨ªcil de aceptar: la democracia es, en estas tierras, un sistema atenuado por tres rasgos que el peronismo (kirchnerista o no kirchnerista) perfeccion¨® a lo largo de su historia: verticalismo, centralismo y car¨¢cter plebiscitario.
La presidenta no dialoga con la oposici¨®n ni con la prensa. Imparte clases magistrales por televisi¨®n
Vamos de a uno. Al ganar estas elecciones la presidenta reafirma una legitimidad de origen. La va a votar m¨¢s del 50% del padr¨®n. La adoran los sectores m¨¢s empobrecidos (que subsisten gracias a los planes sociales pero que est¨¢n casi definitivamente excluidos del trabajo y de los sue?os de ascenso). La respetan sectores medios, porque les parece decidida y llena de coraje; y piensan esto mientras enarbolan sus bolsas de compras y sacuden sus tarjetas de cr¨¦dito. Tiene un grupo creciente de capitalistas amigos, entre ellos los grandes empresarios mineros, que son acusados de depredadores, no pagan casi impuestos y reciben una silenciosa bendici¨®n presidencial.
El plebiscito electoral reafirma a Cristina Fern¨¢ndez. Pero, antes, ven¨ªa de ganar una batalla cultural en la que conquist¨® a j¨®venes, que hoy son funcionarios del Estado; artistas, que la apoyan desde los medios p¨²blicos, que funcionan como medios del Gobierno; acad¨¦micos e intelectuales, que han visto el crecimiento de los presupuestos destinados a la ciencia y el arte. La m¨¢quina cultural kirchnerista no es, por cierto, solo simb¨®lica, sino que devora recursos estatales, contratos, participaci¨®n en canales de radio y televisi¨®n, descomunales puestas en escena como lo fueron los festejos del Bicentenario de la Revoluci¨®n de Mayo y la actual megaexpo Tecn¨®polis. Gran espect¨¢culo, recursos econ¨®micos a discreci¨®n, persuasi¨®n de la imagen.
El centralismo es la forma en que este dispositivo se ha implantado. La tradici¨®n peronista fue centralista desde sus comienzos en la d¨¦cada de 1940. El l¨ªder ocupa un v¨¦rtice a partir del cual se ordena todo: el partido de Gobierno, las bancadas parlamentarias, los ministros y funcionarios. N¨¦stor Kirchner jam¨¢s hizo una reuni¨®n de gabinete ministerial. Cristina Fern¨¢ndez, tampoco. Son una instancia innecesaria, tanto como es innecesario el partido. Todo fuga hacia el v¨¦rtice y desde el v¨¦rtice descienden todas las decisiones. Esto pulveriza cualquier conato de reflexi¨®n horizontal, dentro de un partido congelado en la obediencia y un Gobierno cuyos funcionarios responden, sin relevos, a la presidencia. La verticalidad del justicialismo kirchnerista es un ideal de funcionamiento. Por eso, la presidenta no dialoga con la oposici¨®n ni con la prensa. Sencillamente, imparte clases magistrales por cadena nacional.
Por supuesto, el centralismo es la consecuencia de este rasgo. La Argentina es un pa¨ªs federal solo en la letra de la Constituci¨®n. Todas las decisiones, comenzando por las presupuestarias pasan por la Casa Rosada. Varias provincias debieron reclamar, ante la Corte Suprema de Justicia, deudas que el Estado nacional tiene con ellas. Poco han logrado. El lema es una vertiginosa actualizaci¨®n del ¡°doy para que me des¡±. El lema es ¡°doy, si me obedeces¡±. La presidenta maneja a los gobernadores a trav¨¦s del reparto de recursos que realiza poniendo en un platillo de la balanza la fidelidad y en el otro los dineros p¨²blicos. La autonom¨ªa de las provincias se reduce al m¨ªnimo a trav¨¦s de un chantaje econ¨®mico constante y despiadado.
Unos progresistas apoyan el kirchnerismo y otros lo combaten. Las razones de ambos est¨¢n fundadas
?Todo est¨¢ mal entonces? Contestar afirmativamente implica pasar por alto que la presidenta ha continuado dos pol¨ªticas importantes. Por un lado, la que concierne a los derechos humanos y la continuaci¨®n de los juicios a los responsables del terrorismo de Estado. Nadie puede reprocharle vacilaci¨®n en este punto. Con esta pol¨ªtica Cristina Fern¨¢ndez ha construido su armadura protectora y su casco m¨¢gico. Las organizaciones de familiares, Madres y Abuelas, la veneran y, desdichadamente, han ido perdiendo su car¨¢cter extrapartidario para convertir a muchos de sus dirigentes en militantes oficialistas. Pero el uso de las pol¨ªticas de derechos humanos no debilita la importancia de haberlas encarado con decisi¨®n. Tampoco le quita m¨¦ritos el hecho de que, cuando fueron enunciadas por N¨¦stor Kirchner, el momento era mucho m¨¢s propicio que cuando el presidente Ra¨²l Alfons¨ªn, en 1985, enjuici¨® a las tres Juntas Militares.
Est¨¢n tambi¨¦n las pol¨ªticas de subsidio a la pobreza. Aprobarlas tal como siguen hoy ser¨ªa ignorar que, cuando se implementaron, a partir de la crisis del 2001, la situaci¨®n era catastr¨®fica. En la actualidad, la Argentina est¨¢ en condiciones de perfeccionar esas redes sociales. Sobre todo, de hacerlas independientes de caudillos, de expulsar la tutela del clientelismo y liberar as¨ª la voluntad de quienes se benefician con subsidios y todav¨ªa pueden temer que un cambio de Gobierno termine con ellos. Esta es una tarea inmensa, la mayor y la m¨¢s importante en t¨¦rminos pol¨ªticos y, sobre todo, una tarea emancipatoria. La gran pregunta es, sin embargo: ?querr¨¢ la presidenta en su tercer periodo emancipar de la tutela del clientelismo a sus votantes pobres e indigentes?
Algunas cuestiones pendientes para este tercer periodo: por ejemplo, la despenalizaci¨®n del aborto. Hace meses, Cristina Kirchner se manifest¨® en contra. No volvi¨® a pronunciarse sobre el tema y hay en el Congreso un proyecto de ley que deber¨¢ tratarse. La pregunta es si prevalecer¨¢ un talante conservador y antiliberal. El tema casi no fue objeto de debate previo a las elecciones. Quien esto escribe se escandaliza de que los partidarios de la despenalizaci¨®n subrayen, con toda raz¨®n, las consecuencias sanitarias de los abortos clandestinos, pero se hable muy poco de los derechos de las mujeres a la libertad de elegir su vida. Quiz¨¢s el talante conservador sea compartido con amplias mayor¨ªas sociales.
No creo que sea una cuesti¨®n de detalle. Hace a la composici¨®n ideol¨®gica mixta del kirchnerismo, con algunas vetas tradicionales fuertes, aunque est¨¦n disimuladas por el aire de innovaci¨®n que una mujer pone en la presidencia. Populismo actualizado, democracia plebiscitaria y poco institucional, el kirchnerismo es esa mezcla que habilita que muchos progresistas formen en sus filas y otros progresistas, casi id¨¦nticos, sean opositores con razones igualmente fundadas. Algo que caracteriz¨® desde sus comienzos al peronismo hist¨®rico.
Beatriz Sarlo es escritora, ensayista y cr¨ªtica literaria argentina.
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