Islam pol¨ªtico 2.0
Los islamistas, aun ganando elecciones, no deben tener carta blanca para devolver sus pa¨ªses al Medievo
Qui¨¦n ha dicho que los fan¨¢ticos carecen de sentido del humor? Ayman al Zawahiri, la mano derecha de Bin Laden, ha declarado que la eclosi¨®n de una primavera ¨¢rabe se debe tambi¨¦n a Al Qaeda. Al Zawahiri, sin el menor complejo, se declara ¡°padre espiritual¡± de todo el movimiento, cuando precisamente los l¨ªderes de la revoluci¨®n tunecina y de la egipcia han procurado distanciarse de todo discurso religioso desde un principio.
Los j¨®venes, en T¨²nez y en Egipto, han acabado de forma pac¨ªfica con reg¨ªmenes que parec¨ªan eternos. La primavera ¨¢rabe ha supuesto la derrota de Al Qaeda. Un mensaje que ha sido recibido tambi¨¦n por los partidos islamistas. La simpat¨ªa que los j¨®venes han despertado en la opini¨®n p¨²blica occidental, junto a otros factores, les ha abierto el camino hacia el cambio, a presentar una imagen totalmente distinta de la que ofrecieron los barbudos de Al Qaeda durante una d¨¦cada.
Los movimientos islamistas de ¨ªndole pol¨ªtica, como En Nahda y los Hermanos Musulmanes, no han tardado en darse cuenta de que es su momento. Los j¨®venes que aspiraban al cambio mediante un discurso moderno y liberal no estaban bien organizados. El ansia de libertad y de democracia ha sido interpretada por el islam pol¨ªtico como una excelente ocasi¨®n para encaramarse al poder. Y el islam pol¨ªtico s¨ª que est¨¢ perfectamente organizado. De la democracia acepta ¨²nicamente la interpretaci¨®n m¨¢s estrecha: la del derecho a votar. La tentaci¨®n es tan fuerte que los l¨ªderes de los Hermanos Musulmanes en Egipto o los del partido En Nahda en T¨²nez no han ahorrado esfuerzos para demostrar al mundo su esp¨ªritu democr¨¢tico. Declaraciones de apertura hacia los sectores laicos o discrepantes, de respeto por las minor¨ªas o por las opciones personales, etc¨¦tera, no han escaseado en el vocabulario islamista durante el ¨¢pice de la primavera. Escuchar a los l¨ªderes de los Hermanos Musulmanes hablar de aceptaci¨®n del Estado laico era una aut¨¦ntica novedad. Sin embargo, pudimos darnos cuenta de inmediato de que solo se trataba de una t¨¢ctica, nada m¨¢s.
No hab¨ªa voluntad alguna de sentar las bases de una democracia s¨®lida. Era ¨²nicamente una nueva maniobra en su camino hacia el poder que, seg¨²n sostienen, es el ¨²nico medio para conducir a las sociedades hacia el islam puro, el de tiempos del profeta, cuando predominaban ¡°la justicia y la prosperidad¡±. Y, para acabar, la recuperaci¨®n del estribillo habitual: el islam es la soluci¨®n.
El problema del islam, sobre todo del de ¨ªndole pol¨ªtica, desde 1798, desde la campa?a de Napole¨®n en Egipto, se cifra en sus continuas tentativas de adaptar la modernidad a los preceptos de la religi¨®n, en vez de permitir que el islam se contamine con la modernidad. Este dilema no ha dejado espacio para una aut¨¦ntica revoluci¨®n en el seno de las distintas sociedades, una revoluci¨®n que pudiera cambiar las estructuras sociales y, sobre todo, las mentales. El mundo ¨¢rabe isl¨¢mico se ha convertido en reh¨¦n de una ideolog¨ªa que cifra su salvaci¨®n exclusivamente en razonamientos religiosos.
El acad¨¦mico franc¨¦s Olivier Roy se ha precipitado pues al hablar del ¡°fracaso del islam pol¨ªtico¡± (L¡®?chec de l¡¯islam politique, Seuil, Par¨ªs, 1992). Hubiera resultado m¨¢s correcto hablar de una ideolog¨ªa que posee una gran capacidad de adaptaci¨®n. Al Qaeda, los Hermanos Musulmanes en Egipto y en otros pa¨ªses ¨¢rabes, as¨ª como el Estado teocr¨¢tico iran¨ª son matices distintos de una ideolog¨ªa com¨²n, incapaz de confluir con el mundo. Ideolog¨ªa que cambia de t¨¢ctica, pero no de objetivo.
La ¨²nica excepci¨®n, probablemente, sea el caso turco, que es necesario analizar con lupa, sin embargo, dado que son muchos quienes lo ven en Occidente come un modelo digno de imitaci¨®n. Se trata, sin duda, del ¨²nico ejemplo positivo que puede proporcionar el islam pol¨ªtico, pero es forzoso se?alar que este modelo naci¨® y creci¨® en una sociedad exquisitamente laica. El ¨¦xito de Erdogan es, por encima de todo, el ¨¦xito de un sistema que debe mucho a su Constituci¨®n, la m¨¢s laica del mundo isl¨¢mico.
En un art¨ªculo publicado en el diario pan¨¢rabe Al-sharq al-awsat, Rafiq Abdessalam (17-10-2011) subraya la capacidad del islam pol¨ªtico de convencer a las masas gracias a su organizaci¨®n y a las prestaciones sociales a favor del pueblo, en contradicci¨®n con todo su quehacer pol¨ªtico, inadecuado para un mundo moderno y globalizado. El islam pol¨ªtico, de no cambiar su visi¨®n de base, nunca podr¨¢ ser un interlocutor v¨¢lido para construir una verdadera democracia, que busque instrumentos para asentar una convivencia pac¨ªfica. Cuando la premisa es la aplicaci¨®n de la ley divina, toda propuesta orientada hacia un Estado legitimado por la voluntad de los ciudadanos se vuelve poco cre¨ªble.
Todo indica que las elecciones en T¨²nez y Egipto llevar¨¢n al islam pol¨ªtico al poder. Esta vez, las potencias occidentales est¨¢n dispuestas a aceptarlo como expresi¨®n de la voluntad popular, y as¨ª debe ser. Occidente, sin embargo, tiene una gran responsabilidad: insistir en el hecho de que ganar las elecciones no significa tener carta blanca por hacer retroceder las sociedades hacia el medievo.
Ha llegado el momento de que el islam pol¨ªtico comprenda de una vez que en un mundo globalizado nadie puede considerarse una realidad aparte.
Zouhir Louassini es periodista marroqu¨ª y trabaja en la Radiotelevisi¨®n Italiana (RAI).
Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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