La penuria reconcilia a los combatientes de los dos bandos nicarag¨¹enses
Los veteranos de la Contra y del Ej¨¦rcito Sandinista unen fuerzas para mejorar sus condiciones de vida
En una casa-mata de ladrillos grises, tan amplia como destartalada, situada frente a un grupo de viviendas prefabricadas del plan Casas para el Pueblo del Gobierno de Daniel Ortega, ?lida Galeano, antes Comandante Chaparra de la Contra y hoy diputada por Convergencia Nacional, la alianza encabezada por el Frente Sandinista en las elecciones de 2006, lucha a trav¨¦s de una peque?a asociaci¨®n para que los excontras y los exsoldados sandinistas reciban la ayuda prometida cuando fueron desmovilizados en 1990 y mejoren sus condiciones de vida.
Veinte a?os despu¨¦s de acabado el conflicto, ni tan siquiera hay una cifra oficial de muertos. Se calcula que m¨¢s de 30.000. La penuria ha reconciliado a los excombatientes de los dos bandos que a diario se re¨²nen en esta casa con sus cicatrices y recuerdos a cuestas. La mayor¨ªa considera que la guerra no vali¨® la pena. ¡°Hubo muchos muertos porque los pobres siempre ponemos los muertos¡±, dice Galeano. Estas son algunas de las historias de la carne de ca?¨®n de una batalla ideol¨®gica que en los a?os ochenta conmovi¨® al mundo.
EUSEBIO NATIVIDAD SILVA (56 a?os)
¡°Fue un desperdicio de nuestras vidas¡±
¡°Yo era de la Guardia Nacional de Somoza y fui de los que dio los primeros tiros. Fundamos la Resistencia en 1979 y a los ocho meses nos amonta?amos. ?ramos 450 hombres. Al principio pele¨¢bamos con garrotes y pistolas, luego con fusiles y botas que nos llegaban de Guatemala. Para 1982-1983 ya tuvimos instructores gringos, israelitas y nicarag¨¹enses. Yo era el Comandante Danto, luch¨¦ en Ciudad Antigua (al norte del pa¨ªs) y particip¨¦ en 100 enfrentamientos, a veces ten¨ªamos cuatro al d¨ªa. Una bala me dio en la cabeza y tengo el cuerpo lleno de metralla".
¡°Con los gringos, la CIA y la cosa de los derechos humanos no pod¨ªamos hacer salvajadas. Cuando ten¨ªamos prisioneros les lav¨¢bamos el cerebro y se pasaban a nuestro bando. De los nuestros que ca¨ªan en manos de ellos no volv¨ªamos a saber m¨¢s. A partir de 1982 no torturamos a nadie. Antes s¨ª porque eran el enemigo¡±.
¡°A partir de 1990 vino la desmovilizaci¨®n. Do?a Violeta (Chamorro) vino a la escuela de entrenamiento y habl¨® de paz. Unos quer¨ªan y otros no. Y nos marchamos a casa. Algunos recibieron una finquita para vivir. Yo vivo en Villa Reconciliaci¨®n (un barrio obrero de Managua) desde 1993. Estamos abandonados, de diez solo hay uno que reciba 1.000 c¨®rdobas al mes (menos de 100 d¨®lares). Cuando estaba en la Contra nos daban un vi¨¢tico. Yo recib¨ªa 1.000 d¨®lares cada seis meses¡±.
¡°Fue una guerra entre nosotros mismos. Fue un desperdicio de nuestras vidas. Unos quedaron tuertos, otros rencos, otros sicoseados (con traumas ps¨ªquicos). Ortega nos ha apoyado m¨¢s que los otros gobiernos de los liberales, nos ha dado laminitas de zinc contra la lluvia y derechos de propiedad¡±.
BERTA SALINAS (44 a?os)
¡°Cuando me desmovilizaron no me dieron ni las gracias¡±
¡°Estuve en el Ej¨¦rcito sandinista. Reclut¨¢bamos a los j¨®venes para el Servicio Militar Patri¨®tico. Los agarr¨¢bamos hasta en los parques. Estaban enojados. Ten¨ªas que explicarles la necesidad de defender la Revoluci¨®n. Claro que hubo barbaridades, mor¨ªan hasta los perros. No me arrepiento de nada pero en vez de estudiar me dediqu¨¦ a la guerra¡±.
¡°Cuando me desmovilizaron no me dieron ni las gracias. Solo un certificado de excombatiente. Soy madre soltera y tengo un hijo discapacitado porque estaba embarazada de un mes pero yo no lo sab¨ªa y me mandaron a una misi¨®n. Me cay¨® una bomba cerca y le da?¨® el cerebro. Mi hijo tiene ahora 24 a?os pero tampoco recibe ayuda. La guerra no mereci¨® la pena. Solo se beneficiaron los pol¨ªticos. Ahora trabajo en la limpieza de una universidad privada¡±.
¡°Si no cambian las personas no cambia el pa¨ªs. Lo que tiene Ortega es que da migajas y los otros no dan nada. Mira m¨¢s por el campesino y las esperas en los hospitales se han reducido. Por eso vamos con Ortega porque el viejo ese (Fabio Gadea) no tiene ni amigos. ?l tiene al menos al Hugo Ch¨¢vez¡±.
SANTIAGO MEJ?A BENAVIDES (49 a?os)
¡°Nos matamos entre nicarag¨¹enses¡±
¡°Yo era el Comandante Solins pero antes era campesino. Me met¨ª en la Contra a los 17 a?os. Si no nos pon¨ªamos de parte del Gobierno nos trataban como contrarrevolucionarios. A mi padre le llevaron preso y le quitaron la finca¡±.
¡°Al principio fue muy duro. Yo no hab¨ªa disparado nunca. Luego uno se adapta a vivir en el lodo, a la experiencia de comando, comiendo lo que se encuentra en la monta?a. La primeras carabinas llegaron de Argentina en 1981 y las botas eran de Guatemala. Hab¨ªa una organizaci¨®n de coroneles de Argentina, Guatemala, Honduras y El Salvador y Panam¨¢ que nos ayudaba. Pero los gringos son muy celosos y quer¨ªan que renunci¨¢ramos a esa ayuda y tom¨¢ramos la suya. A partir de 1982 EE UU nos dio 70 millones de d¨®lares y ayuda humanitaria y empezamos a tener bases. Se nos un¨ªan familias enteras y tuvimos que montar campos de refugiados¡±.
¡°En 1984 recib¨ª entrenamiento en una base de Carolina del Norte. Estuve seis meses. Hice un curso para comandante para introducir tropas en Nicaragua y me hice paracaidista. Hice 18 saltos. Llegu¨¦ a mandar a 500 hombres¡±.
¡°Cuando termin¨® la guerra, entregu¨¦ el fusil y volv¨ª al campo. La finca de caf¨¦ estaba destrozada, no quedaba ni el ganado ni el techo. Mi familia se hab¨ªa ido a Honduras¡±.
¡°La guerra no vale la pena. Nos matamos entre los mismos nicarag¨¹enses. Hemos recibido m¨¢s apoyo de este Gobierno que de los liberales. Daban 200 c¨®rdobas al mes de pensi¨®n y ahora 3.500. Lo de antes era una burla para los lisiados de guerra¡±.
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