¡°Mi trabajo consiste en tocar el dolor¡±
Marcela Turati (M¨¦xico, 1974) es periodista de la revista 'Proceso' y est¨¢ especializada en la cobertura de los impactos sociales de la violencia causada por la ofensiva contra el narcotr¨¢fico
El nombre de Turati es citado con frecuencia por los periodistas mexicanos. ¡°Marcela va a los lugares a quien nadie m¨¢s va¡±, comenta uno de ellos. Pese a los elogios, Turati prefiere definirse como ¡°una reportera com¨²n especializada en la pobreza. Me hab¨ªa prometido no cubrir nunca asuntos relacionados con el narcotr¨¢fico hasta que, como a todos, la violencia se nos cruz¨® en el camino y nos oblig¨® a cambiar de agenda¡±.
Turati relata que a partir de 2007 comenz¨® a visitar pueblos donde hallaba todav¨ªa ¡°la sangre fresca en el piso¡± de ¡°los cad¨¢veres de los j¨®venes reci¨¦n asesinados¡±. Su trabajo, comenta, lo hace ¡°cometiendo errores y tras varios sustos¡±. Se especializa en ¡°las historias silenciadas, los invisibles¡±. Como los 50.000 ni?os que han quedado hu¨¦rfanos desde que en diciembre de 2006 el Gobierno mexicano emprendiera la guerra contra el narcotr¨¢fico. Las viudas, la estigmatizaci¨®n, las v¨ªctimas. Relata an¨¦cdotas que hielan la sangre, pese a su dolorosa cotidianeidad. Las historias de ¡°los refugiados por el miedo, los defensores de derechos humanos que son asesinados o amenazados de muerte. Mi trabajo consiste en tocar el dolor todo el tiempo¡±.
PREGUNTA. ?Cu¨¢l es el estado actual de la prensa en M¨¦xico? ?Qu¨¦ pesa m¨¢s, la censura o la autocensura?
RESPUESTA. Se extiende un manto de silencio en varios estados del pa¨ªs. Ocurre principalmente en la frontera con Estados Unidos, y tambi¨¦n en los lugares donde dos c¨¢rteles se disputan el territorio, o donde no quieren que se informe sobre sus actividades, o donde los gobernantes quieren prohibir a la prensa que informe. No todos los periodistas corremos los mismos riesgos. Son distintos para los corresponsales extranjeros, los periodistas que viajamos de ciudad de M¨¦xico a los lugares de riesgo y los locales que viven en el fuego cruzado.
En mis viajes a las zonas de violencia me he encontrado muchos reporteros que ya se sienten muertos en vida. Que, como veteranos de guerra, sienten que la vida les es indiferente y ya redactaron su testamento. Conozco a fot¨®grafos en ciudades como Ju¨¢rez que tienen el r¨¦cord de haber fotografiado 19 muertos en un solo turno de trabajo. Muchos est¨¢n amenazados, saben que con cada nota se juegan la vida. Muchos tienen pesadillas. Creo que muchos las tenemos. So?amos con sicarios o masacres. Algunos todos los d¨ªas, en un deterioro psicol¨®gico infrenable.
He escuchado testimonios impactantes, como el del reportero norte?o que cuando supo que un comando de hombres armados hab¨ªa sacado esa misma noche a un colega de su casa, frente a su familia, ¨¦l mismo se despidi¨® de su familia y se sent¨® en la sala a esperar a que pasaran por ¨¦l. Estaba seguro que era el siguiente. Y no quer¨ªa que lo llevaran frente a su familia.
Su amigo amaneci¨® asesinado, tirado en una calle. ?l a¨²n vive y lo cuenta.
O la an¨¦cdota que nos cont¨® el director de un peri¨®dico local del sur del pa¨ªs que recibe llamadas telef¨®nicas con ¨®rdenes de los narcos que lo obligan a tomar foto de cabezas humanas y publicarlas. Y si est¨¢ vivo es porque obedece las ¨®rdenes de todos: de ellos, sus rivales y el ej¨¦rcito. Est¨¢ entre tres fuegos.
No todos los lugares son extremos. No todos est¨¢n silenciados. Pero hay una tendencia al silencio, a la autocensura forzada, a simular que nada pasa, aunque en todos lados los periodistas realizan esfuerzos heroicos por informar, por seguir investigando.
?P. A falta de un Estado de derecho, ?qu¨¦ garant¨ªas tienen un periodista en Mexico para ejercer su profesi¨®n?
R. No existen garant¨ªas en la cobertura de ciertos territorios. Ni siquiera tienes la garant¨ªa de que tu asesinato o tu desaparici¨®n se investigue y se encuentre y juzgue al culpable, porque eso no ocurre. La primera reacci¨®n del Gobierno federal y de los gobiernos locales cada vez que muere o desaparece un periodista es culparlo de que algo deb¨ªa, dando la misma explicaci¨®n f¨¢cil a cada uno de los m¨¢s de 40.000 muertos.
No hay certeza de si vas a regresar o no de una misi¨®n. No por nada, las grandes cadenas de noticias han movido a sus corresponsales de guerra m¨¢s experimentados a M¨¦xico, y estos veteranos nos dicen que esta cobertura es m¨¢s complicada que la de una guerra ya que en M¨¦xico no est¨¢n se?alizados los bandos en conflicto ni los territorios donde operan y generalmente no sabes con qui¨¦n est¨¢s hablando, si el alcalde o el polic¨ªa al que entrevistas trabaja para uno de los c¨¢rteles o es honesto. A veces es preferible no hablar con ninguna autoridad o hacerlo cuando est¨¢s a punto de salir del territorio. A ese grado est¨¢ la corrupci¨®n.
?P. ?Por qu¨¦ la situaci¨®n ha alcanzado cotas desesperantes? ?Cu¨¢les son los sitios en que es imposible ejercer en M¨¦xico? ?Qu¨¦ reacci¨®n tienen peri¨®dicos en estados como Tamaulipas, Nuevo Le¨®n, Chihuahua, ante la rampante violencia?
R. Este sexenio [el periodo presidencial en M¨¦xico es de seis a?os]ha sido como montarnos en una monta?a rusa interminable y cada vez m¨¢s peligrosa, no sabes qu¨¦ pasa, solamente ves que vagones enteros salen volando, que la persona que viajaba adelante ya no est¨¢, las bajadas son m¨¢s despiadadas, no sabes c¨®mo va a acabar el sexenio, qui¨¦n estar¨¢ muerto y si el piloto a¨²n tiene el control.
La violencia se ha ido extendiendo y nos ha ido cercando en varias zonas del pa¨ªs. Muchas veces, los periodistas quedamos en medio.
Todo el Estado de Tamaulipas est¨¢ silenciado y la zona se silencio se va extendiendo a sus alrededores. Esa ruta parece que est¨¢ tomando Veracruz y Tabasco si no lo impedimos, as¨ª est¨¢n grandes porciones de Michoac¨¢n, Zacatecas, Coahuila, Durango, Nuevo Le¨®n, Sonora, Chihuahua, Guerrero, donde los medios de comunicaci¨®n intentan ser controlados por los c¨¢rteles o los gobernadores, y los ciudadanos tienen que echar mano de las redes sociales para avisarse d¨®nde ocurren los tiroteos o documentar lo que sus medios no informan.
Esta historia tiene claroscuros. Los periodistas mexicanos estamos dando la batalla y no nos estamos dejando silenciar, estamos tratando de encontrar grietas para evadir esta mordaza. En algunas zonas los reporteros de medios que eran competencia redactaron sus c¨®digos de seguridad, oblig¨¢ndose a salir a reportear juntos para protegerse. Muchos medios no firman a los periodistas las notas de narcotr¨¢fico, para asumir el riesgo como empresa. S¨¦ de reporteros que por ahora no pueden publicar pero est¨¢n escribiendo libros con la informaci¨®n que tienen, otros regalan la informaci¨®n que no pueden escribir a medios de comunicaci¨®n m¨¢s grades para que la publiquen y s¨¦ de algunos que han abierto portales de noticias por internet del lado texano para evadir el control de los narcos locales.
Muchos reporteros estamos organiz¨¢ndonos en redes de periodistas para poder enfrentar mejor los nuevos retos. Necesitamos aprender de todo: desde c¨®mo entrevistar a ni?os traspasados por la violencia, c¨®mo organizarnos para evitar que todo el pa¨ªs se convierta en zona de silencio, c¨®mo enviar informaci¨®n de forma segura desde las zonas peligrosas o c¨®mo manejar nuestro propio miedo para seguir informando.
El panorama no es alentador pero estamos buscando caminos para blindar la informaci¨®n de la censura de los pol¨ªticos y de los narcotraficantes, y blindarnos nosotros para no dejar que el miedo nos quite la capacidad de disfrutar la vida.
P. ?Cu¨¢les son los vicios del periodismo mexicano?
R. No hemos superado la herencia del PRI: las noticias se basan en las declaraciones de los pol¨ªticos, en seguir a las ¨¦lites, y los medios se han olvidado de su papel de guardianes de los intereses de los ciudadanos. Los empresarios de los medios, en general aunque hay sus excepciones, no piensan que la informaci¨®n es un bien p¨²blico y la utilizan para defender sus intereses y para hacer negocio. En las redacciones se reproduce la desigualdad del pa¨ªs: unos pocos ganan millones, la mayor¨ªa vive con baj¨ªsimos salarios, el empleo se precariza, se contrata a gente peor capacitada para ahorrarse sueldos. El compadrazgo entre pol¨ªticos y due?os de los medios es un lastre y todav¨ªa se castiga a los medios cr¨ªticos y se premia a los aliados.
Marcela Turati es cofundadora de la red Periodistas de a Pie, ha escrito el libro Fuego cruzado: las v¨ªctimas atrapadas en la guerra del narcotr¨¢fico (Random House, 2011) y es coautora de La guerra por Ju¨¢rez (Planeta, 2010)
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