"Berlusconi le minti¨® a Europa"
¡°Hasta que no lo vea, no me lo creo¡±. Dario Fo (Sangiano, 1926), el actor y dramaturgo italiano que gan¨® el premio Nobel de la literatura en 1997, mantiene cierta prudencia. No quiere comentar la dimisi¨®n de Berlusconi hasta que no sea cosa hecha y cerrada. Como muchos italianos, con un matiz de ir¨®nico fatalismo, teme un ¨²ltimo codazo del empresario que quiso ser pol¨ªtico.
¡°Hay que tener cuidado. ?l es el maestro del doble juego, un estafador nato, que no puede evitar tender trampas. Giorgio Napolitano [el Presidente de la Rep¨²blica que el mi¨¦rcoles precis¨® en una nota que las dimisiones del Primer ministro son ciertas e inminentes] tambi¨¦n debi¨® tener la misma sensaci¨®n y se lo aclar¨® a los mercados, a los europeos pero en primer lugar a ¨¦l: ¡®te quedan pocos d¨ªas¡¯, le dijo. Si le dejas tiempo, se sale con la suya y te monta el juego de las tres cartas...no quiero ni pensarlo...
PREGUNTA: ?Piensa que Berlusconi prepara una trampa?
RESPUESTA: ?Claro! Ahora est¨¢ obligado a marcharse solo porque se ha quedado con la espalda a la pared. Pero uno como ¨¦l, no se va por conciencia c¨ªvica, como hizo Zapatero. ?l ha ido tirando todo lo que pudo, minti¨® a Europa, intent¨® aguantar hasta el final, ganar tiempo. El tiempo siempre juega a favor de un g¨¢bola, como decimos en dialecto milan¨¦s, que significa el que se esmera en urdir trampas.
P. ?Por qu¨¦ cree que se obstin¨® tanto?
R. Porque tiene pavor a los juicios que le esperan. Si no puede utilizar su posici¨®n para inventar leyes ad personam, que le protejan de los tribunales, si llega a ser un ciudadano casi normal, est¨¢ jodido. Se va a quedar sin el escudo forjado por sus propias intrigas.
P. Berlusconi, un ciudadano normal...
R. Es dif¨ªcil de decir, ?verdad? Parece absurdo imaginarle como a una persona normal. Siempre estuvo por encima, o mejor dicho, afuera. Siempre utiliz¨® trucos, hasta vulgares: los h¨¢bitos sexuales, sus promesas continuas, las declaraciones estrafalarias... Dice una cosa y al cabo de 10 minutos la desmiente. ¡®Los periodistas amplificaron, torcieron, quitaron de contexto, lo que yo quer¨ªa decir¡¯, se justifica. Todo lo que dice, en 10 minutos queda vano y vac¨ªo. Berlusconi ciudadano de a pie es un cuento de hadas. Est¨¢ tan embebido de falsedad que falsificar¨ªa la realidad hasta frente a Dios.
P. En 1998, usted llev¨® a los escenarios una s¨¢tira sobre Berlusconi, El an¨®malo bic¨¦falo. ?La obra a¨²n lo representa?
R. S¨ª. El An¨®malo era un personaje de doble personalidad, que de repente pierde la memoria, no se acuerda nada de su vida. Cuando le cuentan todas las gamberradas que cometi¨®, se encuentra mal, se echa a llorar y no puede asumir haber estado tan poco honesto y claro.
P. ?Qu¨¦ episodio recordar¨¢ de estos 17 a?os de Berlusconi en la escena pol¨ªtica italiana?
R. La imagen que voy a conservar es la que m¨¢s me asombr¨®, es reciente, de estos ¨²ltimos d¨ªas. Lo vi desesperado, desubicado, entre los grandes pol¨ªticos reunidos en Cannes. Todos pasaban de ¨¦l: se un¨ªa a un grupo y los dem¨¢s enseguida se iban y le dejaban solo; se acercaba a otro y le daban la espalda. Estos rechazos, esta falta de atenci¨®n hacia ¨¦l, que est¨¢ tan acostumbrado a pueblos que le aplauden¡ y de repente no es m¨¢s nada m¨¢s que un personaje vac¨ªo de todo poder. Pens¨¦ en aquella canci¨®n que escrib¨ª con Enzo Iannacci, Vengo anch¡¯io. No, tu no. Unos amigos se ponen de acuerdo para ir todos juntos al zoo; uno dice: ¡®?Yo tambi¨¦n voy!¡¯, y el coro le contesta: ¡®?No, t¨² no!¡¯. Berlusconi se halla en la misma situaci¨®n ahora: solo. Me entr¨® angustia, me dio piedad.
P. Adem¨¢s de Merkel y Obama, ?el pueblo tambi¨¦n le ha abandonado?
R. S¨ª. Y ¨¦l tambi¨¦n se ha dado cuenta. Se nota por c¨®mo se porta. Ya evita la muchedumbre, evita las plazas. Su pueblo se r¨ªe a sus espaldas, no le acepta. Debe estar sufriendo el infierno.
P. ?Celebrar¨¢ su partida cuando llegue el d¨ªa?
R. Mientras siga presente, seguir¨¦ con mi angustia. Preocupado por que est¨¦ preparando otra de sus briboner¨ªas.
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