Elecciones a la sombra de un farol
Espa?a est¨¢ a punto de completar el cambio de Gobierno en los cuatro pa¨ªses del sur de Europa que hasta ahora m¨¢s dificultades de financiaci¨®n han sufrido
Pura coincidencia o reflejo fiel del mundo en el que vivimos, los dos vuelcos electorales m¨¢s recientes habidos en Espa?a, el de 2004 y, previsiblemente, el de este domingo 20, han discurrido en paralelo a acontecimientos (los atentados de Atocha y agravamiento de la crisis del euro) que muestran de forma dram¨¢tica la completa imposibilidad de separar lo nacional de lo internacional. Hoy, como en 2004, los desaf¨ªos a la seguridad que la ciudadan¨ªa enfrenta, claro est¨¢, en magnitudes diferentes (seguridad f¨ªsica entonces, seguridad econ¨®mica hoy), est¨¢n tan fuera como dentro de nuestras fronteras.
Restaurar la credibilidad internacional de Espa?a y situar al pa¨ªs en primera fila del liderazgo europeo pasa inevitablemente por volver a la senda de crecimiento, crear empleo de calidad y mejorar nuestra productividad, en definitiva, enmendar nuestros errores pasados. Pero lo cierto es que los sacrificios derivados de los recortes presupuestarios y las reformas estructurales pueden ser in¨²tiles si no vienen acompa?ados por decisiones europeas de calado. Si las encuestas no se equivocan, Espa?a est¨¢ a punto de completar el cambio de Gobierno en los cuatro pa¨ªses del sur de Europa que hasta ahora m¨¢s dificultades de financiaci¨®n han sufrido. Las trayectorias de unos y otros son bien diferentes: desde el intervenido pero relativamente estable Portugal hasta la intervenida y permanentemente inestable Grecia, pasando por una Italia en libertad condicional, bajo gobierno t¨¦cnico y con obligaci¨®n de pasar por el juzgado regularmente y una Espa?a que, pese a haber acometido reformas importantes, se ha encontrado con que ¨¦stas no eran suficientes o eran ignoradas por los mercados.
Los gobiernos del sur de Europa ya han ense?ado o est¨¢n a punto de ense?ar todas sus cartas: recortes, austeridad, gobiernos t¨¦cnicos, lo que sea necesario, aunque no haya mucho m¨¢s en el repertorio. Adem¨¢s, el g¨¦lido recibimiento de los mercados a los gobiernos tecn¨®cratas de Grecia e Italia, sumado al alza de la prima de riesgo que est¨¢ viviendo Espa?a, son la mejor prueba de que las soluciones a la crisis est¨¢n mucho m¨¢s fuera que dentro de nuestras fronteras. Da la impresi¨®n de que los mercados han descontado las reformas en el ¨¢mbito nacional, es decir, dan por hecho que las habr¨¢, y que ser¨¢n duras, pero parecen haber llegado por adelantado a una conclusi¨®n a la que los l¨ªderes europeos todav¨ªa no han llegado: que la crisis estar¨¢ viva mientras los mercados duden de si Alemania y el Banco Central Europeo est¨¢n dispuestos a actuar como prestamistas de ¨²ltima instancia. Eso es en definitiva lo que se est¨¢ dilucidando estos d¨ªas.
La Canciller alemana, Angela Merkel, ha dicho en varias ocasiones, la ¨²ltima en el congreso de la CDU celebrado esta semana en Leizpig: ¡°si el euro fracasa, Europa fracasa¡±. Y ha a?adido que ¡°Europa est¨¢ viviendo sus horas m¨¢s dif¨ªciles desde la II Guerra Mundial¡±. Parece que los mercados le han aceptado el envite y est¨¢n dispuestos a hacer mucho dinero apostando contra esa promesa. Muchos operadores sospechan que Angela Merkel va de farol. Y raz¨®n no les falta porque al mismo tiempo que Merkel elevaba el tono dram¨¢tico con sus graves declaraciones sobre el futuro de Europa y la II Guerra Mundial afirmaba no estar dispuesta a modificar los dos elementos que restan credibilidad a esa promesa: primero, al insistir p¨²blicamente, por en¨¦sima vez, en que el Tratado de Lisboa proh¨ªbe la compra de deuda de los Estados por el Banco Central Europeo y, segundo, al reiterar que la emisi¨®n de eurobonos en modo alguno es la soluci¨®n. Ambas negativas est¨¢n ¨ªntimamente relacionados porque, como se ha propuesto, si el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) recibiera una licencia bancaria, podr¨ªa emitir eurobonos respaldados por el Banco Central Europeo, que entonces s¨ª que podr¨ªa prestar ilimitadamente al Fondo, lo que desactivar¨ªa tanto las especulaciones como los movimientos especulativos de los mercados. Hasta ahora, Alemania se ha negado a dar ese paso argumentando que no era legalmente posible pero, sobre todo, porque tem¨ªa que si se utilizaba el BCE para inyectar liquidez a los Estados, el consiguiente alivio de la presi¨®n inducir¨ªa a los pa¨ªses a rechazar nuevos sacrificios e incluso a abandonar las reformas en marcha. Sin embargo, una vez puesta a prueba (satisfactoriamente) la voluntad de reformas en el sur de Europa, lo que se est¨¢ poniendo a prueba ahora es el compromiso de Alemania. La hora de la verdad lleg¨® la semana pasada a Atenas y Roma cuando se vio que Berlusconi y Papandreu iban de farol. Ahora est¨¢ llegando a Berl¨ªn. Merkel va a tener que ense?ar sus cartas, muy pronto.
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