El Gobierno egipcio presenta su dimisi¨®n tras las protestas masivas en El Cairo
Las manifestaciones exigen la renuncia al poder de la Junta Militar que gobierna el pa¨ªs Nuevos enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad en la plaza de Tahrir, ante las elecciones legislativas del 28 de noviembre
La revoluci¨®n egipcia ha entrado en una fase cr¨ªtica. A s¨®lo una semana del inicio de las elecciones parlamentarias, la violencia vuelve a hervir en El Cairo y el Gobierno interino, abrumado por la brutalidad policial y por el creciente n¨²mero de muertos, ha presentado su dimisi¨®n al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. El futuro del pa¨ªs est¨¢ en suspenso.
Los manifestantes exigen a los militares, en el poder desde que en febrero dimiti¨® el presidente Hosni Mubarak, que vuelvan a los cuarteles y cedan paso a un Gobierno civil libre de tutelas. Soldados y polic¨ªas ejercen una represi¨®n dur¨ªsima en la plaza de Tahrir y sus alrededores: al menos 20 personas han muerto, 33 seg¨²n fuentes m¨¦dicas, y m¨¢s de 1.700 han sufrido heridas en tres d¨ªas de protestas. Para hoy ha sido convocada una nueva manifestaci¨®n masiva.
El mariscal Mohamed Tantaui, jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y en la pr¨¢ctica dictador de Egipto, mantiene la convocatoria electoral para el pr¨®ximo lunes. Pero la ca¨ªda del Gobierno y la actual situaci¨®n en las zonas c¨¦ntricas de El Cairo, Alejandr¨ªa y otras ciudades, precisamente aquellas en las que debe votarse el lunes pr¨®ximo en primera vuelta, hacen dif¨ªcil prever unos comicios pac¨ªficos y m¨ªnimamente regulares. La celebraci¨®n de elecciones est¨¢ en duda.
Tantaui, fiel colaborador de Mubarak durante toda su carrera, reconoci¨® en febrero la ¡°soberan¨ªa popular¡± representada por los manifestantes y se comprometi¨® a permanecer en el poder s¨®lo seis meses, lo necesario para que la ciudadan¨ªa eligiera en septiembre un Parlamento constituyente y un Gobierno de transici¨®n. Las cosas se torcieron desde entonces. Las elecciones no se convocaron para septiembre, sino para el 28 de noviembre, bajo un sistema tan confuso (la votaci¨®n deber¨ªa realizarse por fases y durar hasta principios de enero) que s¨®lo los expertos en la materia logran comprenderlo.
Desde la ca¨ªda de Mubarak, Tantaui ha actuado como un dictador militar cl¨¢sico, con el ¨²nico objetivo aparente de convertir al Ej¨¦rcito en un poder intocable y con capacidad de veto sobre cualquier futura administraci¨®n civil.
El Gobierno t¨¦cnico nombrado por los militares ha demostrado ser un t¨ªtere. El gabinete acept¨® que Tantaui conservara pr¨¢cticamente intacta la polic¨ªa pol¨ªtica de Mubarak, tras un simple cambio de denominaci¨®n; acept¨® que se mantuvieran los juicios militares contra civiles (m¨¢s de 12.000 desde febrero); acept¨® que la tortura siguiera siendo pr¨¢ctica habitual; y acept¨® que la polic¨ªa cargara desde el s¨¢bado de forma salvaje contra los manifestantes en la plaza de Tahrir. Incluso la pasividad del Gobierno, sin embargo, ha llegado al l¨ªmite: ayer decidi¨® renunciar en bloque, dejando al Ej¨¦rcito y a los manifestantes cara a cara, sin ninguna intermediaci¨®n civil.
Tantaui y la c¨²pula militar intentaron pactar una transici¨®n limitada con los Hermanos Musulmanes, islamistas m¨¢s o menos moderados, que cuentan con el partido m¨¢s grande y organizado del pa¨ªs y son quienes m¨¢s posibilidades tienen de ganar las elecciones. Los Hermanos Musulmanes ya se hab¨ªan habituado a cooperar de una forma t¨¢cita con el r¨¦gimen de Hosni Mubarak, bajo el que, pese a ser ilegales, llegaron a disponer de algunos esca?os independientes en el Parlamento y de una enorme influencia social. La coordinaci¨®n entre el Ej¨¦rcito y los islamistas moderados (en comparaci¨®n con el extremismo religioso de los salafistas) permiti¨® marginar a los protagonistas de la revoluci¨®n de febrero, j¨®venes y profesionales que aspiraban a vivir en una democracia laica y representativa.
[Los Hermanos Musulmanes han anunciado esta madrugada (hora espa?ola) que no participar¨¢n en la manifestaci¨®n masiva prevista para este martes en la plaza Tahrir, en El Cairo. Una decisi¨®n que han tomado para ¡°no arrastras a la poblaci¨®n a nuevos y sangrientos enfrentamientos con los que buscan m¨¢s tensi¨®n¡±, dice un comunicado recogido por la agencia Afp.]
Desencanto entre la poblaci¨®n
Desde febrero hasta hoy, el desencanto y la ira se han extendido entre la ciudadan¨ªa egipcia. La econom¨ªa y la seguridad p¨²blica se han deteriorado y la perspectiva de un futuro democr¨¢tico se ha oscurecido. S¨®lo el consenso entre militares e islamistas ha permitido un colapso. Pero ese consenso empez¨® a resquebrajarse hace unas semanas, cuando el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas anunci¨® su intenci¨®n de erigirse en ¡°garante de la Constituci¨®n¡± despu¨¦s de las elecciones.
La ¡°protecci¨®n constitucional¡± que ofrece el Ej¨¦rcito consiste, en realidad, en un rechazo a reconocer la plena soberan¨ªa del nuevo Parlamento. Los miembros del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas quieren detentar la opci¨®n de veto sobre cualquier art¨ªculo de la futura Constituci¨®n que no les parezca apropiado y quieren decidir su propio presupuesto, manteni¨¦ndolo en secreto. Los Hermanos Musulmanes y la gran mayor¨ªa de las fuerzas pol¨ªticas consideran inaceptables esas exigencias.
Esa es la situaci¨®n que ha desembocado en las protestas iniciadas el pasado viernes. En principio, los islamistas optaron por mantenerse al margen. Pero la brutalidad policial y el r¨¢pido crecimiento del n¨²mero de v¨ªctimas han llevado a todos los partidos reformistas, Hermanos Musulmanes incluidos, a bendecir la nueva revuelta de Tahrir.
Como en el 25 de enero y en las jornadas posteriores, los muertos y heridos constituyen la convocatoria m¨¢s potente. Las v¨ªctimas del s¨¢bado atrajeron ayer hacia Tahrir una multitud a¨²n m¨¢s numerosa e indignada; las v¨ªctimas del domingo incrementaron las protestas de hoy. La polic¨ªa usa unos gases lacrim¨®genos especialmente potentes, dispara balas de goma a la altura de la cabeza y, seg¨²n los m¨¦dicos del hospital de campa?a instalado junto a la plaza de Tahrir, recurre ocasionalmente al fuego real. Los militares y la polic¨ªa niegan el uso de balas reales y aseguran que las fuerzas antidisturbios act¨²an ¡°con la m¨¢xima prudencia¡±.
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