Silencio y temor en las calles de Hama, s¨ªmbolo de la revuelta siria
La localidad trata de olvidar los muertos en las protestas contra El Asad en verano Los militares entraron a sangre y fuego en la ciudad el 31 de julio El r¨¦gimen intenta descafeinar unos hechos por los que dimiti¨® el fiscal general
El folleto tur¨ªstico describe Hama como la Ciudad de las Norias y varias de esas ruedas de agua a¨²n se conservan en el cauce del Orontes. Sin embargo, desde 1982 el nombre de Hama est¨¢ asociado con el aplastamiento de una revuelta islamista que dej¨® entre 10.000 y 40.000 muertos, seg¨²n las fuentes. Ahora, la represi¨®n a las manifestaciones populares contra el r¨¦gimen de Bachar el Asad ha reabierto aquellas heridas, que nunca llegaron a cicatrizar. Durante los meses de junio y julio Hama se convirti¨® en el centro de la contestaci¨®n. Las autoridades sirias tratan de mostrar que ha vuelto la normalidad, pero no permiten el libre deambular de los periodistas por sus calles.
Los habitantes de Hama fueron de los primeros en solidarizarse con las protestas que se desataron en Deraa, al sur, por la detenci¨®n de un grupo de chavales que pintaron un eslogan contra el r¨¦gimen en la pared de su escuela. La mecha prendi¨® con facilidad en esta ciudad de un mill¨®n de almas, mayoritariamente sun¨ª, pero donde tambi¨¦n viven varias comunidades cristianas. A los agravios que puedan tener otros sirios, miles familias suman aqu¨ª la imposibilidad de disponer de sus propiedades, ya que el r¨¦gimen nunca emiti¨® certificados de defunci¨®n a las v¨ªctimas del asalto de los ochenta y sin ellos no se puede heredar, ni vender.
Los dos primeros viernes de julio de este a?o varios cientos de miles de personas se congregaron en la plaza del Asi, como los sirios llaman al Orontes. De su car¨¢cter pac¨ªfico dieron testimonio los embajadores de EE UU y Francia que, para irritaci¨®n del r¨¦gimen de Damasco, se acercaron a solidarizarse con los manifestantes.
Las autoridades sirias tratan de mostrar que ha vuelto la normalidad, pero los periodistas
no pueden moverse libremente
El gobernador provincial, Anas A. Naem, repite la versi¨®n sancionada de los acontecimientos. ¡°Grupos de terroristas armados cerraron la ciudad, levantaron barricadas en las calles y sembraron el caos. No pod¨ªamos darles servicios, ni enviar una ambulancia. Tuvimos que suspender los ex¨¢menes de bachillerato¡±, relata para justificar la entrada del Ej¨¦rcito. ¡°En tres o cuatro d¨ªas los militares limpiaron la ciudad y la vida volvi¨® a la normalidad¡±, asegura.
Y esa normalidad es la que las autoridades quieren que vea la prensa. Pero ni el gobernador, ni ning¨²n otro portavoz oficial, dan una explicaci¨®n convincente de qui¨¦nes son los ¡°terroristas¡±, de d¨®nde han salido o qu¨¦ pretenden, m¨¢s all¨¢ de vincularlos a una conspiraci¨®n extranjera. Para probar sus acusaciones muestran a los periodistas (en este caso dos egipcios, un liban¨¦s y esta corresponsal) la destrucci¨®n que causaron en la ciudad.
Naem sit¨²a la entrada del Ej¨¦rcito ¡°a principios de agosto¡±, pero la prensa inform¨® de ella el 31 de julio (seg¨²n varias fuentes, se inici¨® hacia las 5 de la ma?ana). La discrepancia es importante. Los tres edificios que el relaciones p¨²blicas de la Oficina del Gobernador nos muestra fueron incendiados ese d¨ªa, lo que apunta a una reacci¨®n contra la presencia de los militares en las calles, m¨¢s que a lo contrario como sugiere el relato del gobernador.
La primera parada es ante el destruido Club de Oficiales. Una sola persona cruza la calle en ese momento. Es una joven cubierta en el conservador estilo de la zona, con el pa?uelo tapando no s¨®lo el cabello sino tambi¨¦n la barbilla, pero dejando a la vista boca, nariz y ojos. ?Qu¨¦ ha pasado en su ciudad para que alguien haga algo as¨ª?
- El viernes por la libertad de los ni?os hubo 500 muertos, responde en referencia a una manifestaci¨®n pidiendo la libertad de los ni?os detenidos en Deraa.
- ?500?
- Eso o¨ª.
- ?Qui¨¦n los mat¨®?
- No s¨¦, no salgo de casa.
La curiosidad sin disimulo de los agentes de seguridad que acompa?an la visita azora a la mujer. ¡°No le puedo decir m¨¢s¡±, se disculpa.
La segunda parada es en los juzgados, que intentan retomar la actividad mientras alba?iles, electricistas y pintores se afanan por arreglar los destrozos del ataque. Tras varios intentos fallidos de iniciar una conversaci¨®n, una abogada acepta hablar. ¡°No sabemos qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de todo esto, pero sab¨ªan lo que hac¨ªan porque han destruido las fichas de antecedentes penales¡±, asegura. Le pregunto cu¨¢ndo se interrumpi¨® la actividad en los juzgados. ¡°El primer d¨ªa de Ramad¨¢n¡±, responde sin dudarlo. Este a?o esa fecha del calendario musulm¨¢n cay¨® en el 1 de agosto.
- ?Hasta ese d¨ªa pudo venir a trabajar sin problemas?
- S¨ª, todos los d¨ªas.
- ?No hab¨ªa manifestaciones?
- S¨ª, pero la gente culta no nos mezclamos en esos asuntos.
Eso contradice que las protestas hubieran paralizado la ciudad hasta la entrada del Ej¨¦rcito. Aunque tampoco significa que no pasaran cosas. El 31 de agosto, al concluir el mes de Ramad¨¢n, el hasta entonces fiscal jefe de Hama, Adnan Bakur, colg¨® un v¨ªdeo en Internet en el que anunciaba su renuncia al cargo en protesta por lo que calificaba de cr¨ªmenes contra la humanidad. Bakur aseguraba haber presenciado la ejecuci¨®n de 72 prisioneros en un solo d¨ªa y la tortura de cientos de civiles detenidos en la c¨¢rcel central de Hama, durante el mes de julio.
En su despacho, que no result¨® afectado por el incendio, el nuevo fiscal jefe, Ismail Sharif, niega que su predecesor desertara. ¡°Le secuestraron y le obligaron a hacer esa declaraci¨®n¡±, mantiene en consonancia con la versi¨®n oficial. Sharif est¨¢ preocupado por los secuestros y denuncia que en la ma?ana de este lunes ¡°un comando armado¡± se ha llevado a un juez en un distrito cercano. Sin embargo, no le entusiasma hablar de las cifras de procesados.
"Sab¨ªan lo que hac¨ªan porque han destruido las fichas de antecedentes penales", dice una abogada
¡°H¨¢game preguntas sobre asuntos legales, no pol¨ªticos¡±, responde. ¡°La mayor¨ªa son saboteadores, aunque 2.000 manifestantes pac¨ªficos han quedado en libertad tras ser interrogados¡±, apunta. Si eran pac¨ªficos, ?por qu¨¦ les detuvieron? ¡°Porque no ten¨ªan permiso para manifestarse y nuestras leyes, inspiradas en las de varios pa¨ªses europeos, requieren ese permiso¡±, contesta. Finalmente, tras conocer que el gobernador ha dado a la prensa la cifra de 300 detenidos, declara que los encausados son ¡°alrededor de 300¡±.
En el barrio de Hader, la ¨²ltima parada del ¡°programa¡± preparado por las autoridades, los ni?os han vuelto a jugar en las calles. Pero ninguna de las mujeres que pasan ante los restos calcinados de la comisar¨ªa de polic¨ªa admite saber qu¨¦ pas¨®. ¡°O¨ª algo, pero estaba en casa¡±, dice una. ¡°No est¨¢bamos aqu¨ª, nos fuimos de la ciudad¡±, responde otra. ?Cu¨¢nto tiempo? ¡°No me acuerdo¡±, se excusa agarrando al cr¨ªo que la acompa?a y siguiendo su camino.
De regreso con prisas a Damasco, se pasa por Rastan. Desde la carretera se ve el pedestal de la estatua destruida del fallecido presidente Hafez el Asad, padre del actual mandatario, prueba de otra muestra de descontento. A la altura de Homs, las trincheras que rodean la ciudad y los blindados que guardan sus entradas, recuerdan que la ciudad a¨²n no ha sido sometida. ¡°Pueden controlar nuestras calles, pero no nuestras mentes¡±, declara a EL PA?S un joven que ha pasado cuatro meses en prisi¨®n.
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