?Una Europa euroesc¨¦ptica?
Los l¨ªderes europeos piden una mayor uni¨®n para salir de la crisis pero la opini¨®n p¨²blica desconf¨ªa cada vez m¨¢s de las instituciones comunes
?M¨¢s Europa? Esa parece ser una de las soluciones propuestas a la crisis econ¨®mica y pol¨ªtica que asola al continente. La forma concreta que esa ¡°mayor¡± Europa tome no est¨¢ nada clara (creaci¨®n de un tesoro europeo, establecimiento de impuestos europeos, fortalecimiento de los mecanismos de control fiscal por parte de las instancias supranacionales,¡), pero todas ellas parecen pasar por una nueva ronda de transferencias de soberan¨ªa hacia las instituciones supranacionales en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica econ¨®mica.
Nada hace pensar que los l¨ªderes europeos encuentren en la opini¨®n p¨²blica europea un aliado en este proceso. Seg¨²n el ¨²ltimo Eurobar¨®metro, menos de la mitad de los europeos (un 47%) creen que la pertenencia de su pa¨ªs a la UE ha sido algo positivo (frente al 18% que piensa que ha sido algo malo y al 31% que considera que no ha sido ni bueno ni malo), y solo el 41% conf¨ªa en la Uni¨®n Europea (frente a un 47% que desconf¨ªa). Si preguntamos a los europeos sobre algunas de las reformas propuestas, como un mayor papel de las instituciones supranacionales en la definici¨®n de la pol¨ªtica fiscal, los resultados son incluso menos esperanzadores.
En cierto sentido, que el euroescepticismo est¨¦ en auge no deber¨ªa sorprendernos. Una de las regularidades emp¨ªricas m¨¢s estables encontradas por los estudiosos de la opini¨®n p¨²blica europea es que el apoyo al proceso de integraci¨®n est¨¢ muy correlacionado con el ciclo econ¨®mico: los europeos apoyamos la integraci¨®n en los a?os de bonanza econ¨®mica y nos hacemos euroesc¨¦pticos en las crisis. Si observamos la evoluci¨®n de la desconfianza hacia la Uni¨®n Europea por pa¨ªses (gr¨¢fico 2), se aprecia que son los pa¨ªses que est¨¢n atravesando mayores dificultades econ¨®micas aquellos donde el ascenso del euroescepticismo es m¨¢s acusado.
Mientras que en los pa¨ªses escandinavos (con poblaciones tradicionalmente muy euroesc¨¦pticas) la desconfianza de sus poblaciones hacia Europa de hecho se ha reducido ligeramente en la ¨²ltima d¨¦cada, en los pa¨ªses del centro del continente y, sobre todo, en la periferia m¨¢s afectada por la crisis (los famosos PIIGS), se puede detectar un claro aumento de la desconfianza hacia la UE en los ¨²ltimos cinco a?os. Por el papel central que, seg¨²n algunos, la opini¨®n p¨²blica alemana ha jugado en la capacidad de los l¨ªderes europeos de adoptar determinadas decisiones, es particularmente preocupante el aumento de la desconfianza hacia la UE en este pa¨ªs que, a pesar de no haber sufrido apenas la crisis econ¨®mica, ha visto c¨®mo su nivel de desconfiados hacia Europa ha aumentado en solo cuatro a?os en veinte puntos, hasta colocarse en un 55%.
Menos de la mitad de la poblaci¨®n europea cree que la UE ha sido positiva
?Qu¨¦ papel ha jugado la existencia de la moneda ¨²nica en este proceso de auge del euroescepticismo? Resulta complicado establecer n¨ªtidas relaciones de causalidad con estos datos, pero es llamativo que dos de los tres pa¨ªses que decidieron quedarse fuera de la uni¨®n monetaria tienen hoy ¨ªndices de confianza en la UE mejores que hace una d¨¦cada, mientras que, con la excepci¨®n de Finlandia, todos los miembros de la eurozona han visto c¨®mo el euroescepticismo crec¨ªa en sus poblaciones (gr¨¢fico 2). El caso de Grecia es el m¨¢s dram¨¢tico de todos: mientras que en el 2001 tres cuartos de la poblaci¨®n confiaban en la UE y un cuarto desconfiaba, en 2011 la relaci¨®n se ha invertido: hoy s¨®lo un tercio de la poblaci¨®n conf¨ªa en la UE, y dos tercios desconfian.
?Han cambiado las caracter¨ªsticas de los individuos europe¨ªstas y euroesc¨¦pticos a lo largo de esta d¨¦cada? Un an¨¢lisis en detalle de los determinantes de la desconfianza a nivel individual (gr¨¢fico 3) revela que si bien muchas caracter¨ªsticas de los individuos (edad, clase social) siguen estando asociadas de la misma forma que hace diez a?os con diferentes opiniones sobre la UE, el efecto de la ideolog¨ªa del individuo ha cambiado de direcci¨®n: en 2001 los europeos de izquierdas tend¨ªan, en media, a desconfiar menos de la UE que los de derechas. Hoy sucede lo contrario: ideol¨®gicamente, son los europeos de izquierdas los que m¨¢s desconf¨ªan de la UE.
Si, como apuntan estos datos, la crisis econ¨®mica y su gesti¨®n ha deteriorado el apoyo a la UE en los pa¨ªses m¨¢s duramente afectados por la crisis y entre los sectores m¨¢s progresistas de la poblaci¨®n, ?existen formas de recobrar la confianza de los europeos en la UE y de dotar de una legitimidad democr¨¢tica a los intensificaci¨®n del proceso de integraci¨®n de la que ahora carece?
Es cierto que, dada la heterogeneidad de intereses que conviven en la UE, la capacidad de adoptar pol¨ªticas que agraden a amplios sectores de europeos y que hagan por tanto recobrar la confianza de ¨¦stos en las instituciones supranacionales es limitada. Sin embargo, los propios datos de Eurobar¨®metro muestran que s¨ª existen pol¨ªticas demandadas de manera casi un¨¢nime por los europeos: la abrumadora mayor¨ªa de los europeos creen que la Uni¨®n Europea deber¨ªa endurecer las pol¨ªticas contra los para¨ªsos fiscales (89%), regular los salarios en el sector financiero (82%), o establecer un impuesto a los beneficios de los bancos (84%) o a las transacciones financieras (el 72%). La UE puede aprovechar el amplio consenso ciudadano sobre estas cuestiones como una oportunidad para ganar la confianza ciudadana que ha perdido durante la crisis. O puede elegir ignorar estas demandas y agrandar los problemas de desconfianza ciudadana a medida que estas cuestiones sean cada vez m¨¢s centrales en la agenda pol¨ªtica de los europeos. Hagan ustedes sus apuestas.
Jos¨¦ Fern¨¢ndez-Albertos es investigador del CSIC.
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