?C¨®mo se impide una guerra?
Un ataque contra Ir¨¢n debilitar¨ªa a su sociedad civil y acabar¨ªa con la lucha de sus disidentes
Durante los ¨²ltimos nueve meses las autoridades iran¨ªes se han afanado por ofrecer su propia versi¨®n de las revueltas ¨¢rabes. El presidente Mahmud Ahmadineyad declar¨® que los levantamientos de Egipto y T¨²nez se inspiraban en la actitud ¡°desafiante¡± de Ir¨¢n frente a las potencias occidentales. Por su parte, el l¨ªder supremo iran¨ª, el ayatol¨¢ Al¨ª Jamenei, elogi¨® las revueltas de Bahr¨¦in, Egipto y T¨²nez, calific¨¢ndolas de ¡°despertar isl¨¢mico¡± con ¡°objetivos y orientaci¨®n isl¨¢micos¡±.
Esa l¨ªnea argumentativa tiene solo un problema: es dif¨ªcil que el experimento iran¨ª, caracterizado por una problem¨¢tica situaci¨®n econ¨®mica, un creciente aislamiento, una poblaci¨®n descontenta y profundas fracturas pol¨ªticas, pueda ser un modelo para los tunecinos, los sirios, los libios y los egipcios. Despu¨¦s de la amarga experiencia de 1979, los j¨®venes iran¨ªes ya no tienen una visi¨®n rom¨¢ntica de la revoluci¨®n. Si Egipto, T¨²nez y Libia eran dictaduras unipersonales y en ellas resultaba, por tanto, m¨¢s f¨¢cil que la movilizaci¨®n de un movimiento democr¨¢tico se centrara en el combate con ese poder personal, en Ir¨¢n el r¨¦gimen es m¨¢s parecido a una oligarqu¨ªa. Hasta el l¨ªder supremo tiene que lidiar y contemporizar con la Guardia Revolucionaria.
La existencia de m¨¢s centros de poder supone que el r¨¦gimen es m¨¢s resistente al cambio. Las Fuerzas Armadas egipcias no lucharon por Mubarak porque sab¨ªan que pod¨ªan sobrevivir a su r¨¦gimen. En el caso iran¨ª, la Guardia Revolucionaria, ¨ªntimamente unida al r¨¦gimen, no puede esperar sobrevivir a su ca¨ªda. Luchar¨¢ por la Rep¨²blica isl¨¢mica porque as¨ª luchar¨¢ por s¨ª misma. El aparato de seguridad iran¨ª es mucho m¨¢s efectivo y brutal que los de Ben Ali y Mubarak. Desde los acontecimientos registrados despu¨¦s de las elecciones de junio de 2009, la facci¨®n ¡°esencialista¡±, que, representando los intereses de los pasdaran, est¨¢ apoyada por los conservadores tradicionales, ha consolidado su control del poder, acentuando los rasgos autoritarios del r¨¦gimen. Por otra parte, la concepci¨®n del fin ¨²ltimo que se persigue divide a la oposici¨®n iran¨ª entre reformistas y partidarios de acabar con el r¨¦gimen sacerdotal. Para los conservadores radicales y los que controlan todos los medios de ejercer la violencia en la sociedad iran¨ª (la Guardia Revolucionaria, los servicios de seguridad, la Basij paramilitar), la sociedad civil y la democratizaci¨®n son conceptos irreconciliables con los valores e ideales fundamentales del islam y de la Revoluci¨®n Iran¨ª. Por su parte, para los defensores de un Ir¨¢n m¨¢s tolerante, pluralista y democr¨¢tico, el desarrollo de la sociedad civil en el pa¨ªs ha constituido un estallido democr¨¢tico, intelectual y pr¨¢ctico que ha reportado una nueva unidad de acci¨®n.
El r¨¦gimen iran¨ª sigue tratando de ganar popularidad en la calle ¨¢rabe y de dominar la agenda de Oriente Pr¨®ximo
Dicho esto, hay que se?alar que el r¨¦gimen iran¨ª sigue tratando de ganar popularidad en la calle ¨¢rabe y de dominar la agenda pol¨ªtica de Oriente Pr¨®ximo. Sin embargo, aunque su poder geopol¨ªtico se ha incrementado, padece un terrible aislamiento diplom¨¢tico. As¨ª las cosas, contin¨²a conjugando una visi¨®n ideol¨®gica del mundo con c¨¢lculos pragm¨¢ticos dirigidos a lograr sus objetivos estrat¨¦gicos. Y el objetivo estrat¨¦gico primordial de los dirigentes iran¨ªes es la pervivencia del r¨¦gimen. A pesar de su aislamiento diplom¨¢tico y de los levantamientos en los pa¨ªses ¨¢rabes, Ir¨¢n sigue proporcionando dinero, armas y formaci¨®n a sus representantes en Irak, L¨ªbano y Palestina. Contin¨²a tambi¨¦n influyendo en lo que ocurre en Afganist¨¢n a trav¨¦s de una estrategia m¨²ltiple que le lleva a apoyar al Gobierno de Karzai mientras que en secreto respalda tambi¨¦n a diversos grupos insurgentes y de oposici¨®n. En consecuencia, muchos de sus objetivos estrat¨¦gicos est¨¢n velados por la ambig¨¹edad, ya sean sus operaciones a trav¨¦s de terceros o su propio programa nuclear.
El nuevo informe del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA), presentado recientemente, proporciona m¨¢s informaci¨®n sobre las iniciativas de Ir¨¢n para fabricar cabezas nucleares. Aunque el informe es claro y tajante respecto a los experimentos que Ir¨¢n lleva a cabo con la construcci¨®n de un ¡°recept¨¢culo para contener grandes explosivos¡± en un lugar cercano a Teher¨¢n, no demuestra fehacientemente que los iran¨ªes est¨¦n fabricando una bomba. Ante el informe de la OIEA y el hecho de que Israel est¨¦ discutiendo la posibilidad de atacar Ir¨¢n, Teher¨¢n ha reaccionado lanzando violentas advertencias.
En los ¨²ltimos meses, EE UU ha comenzado a celebrar conversaciones estrat¨¦gicas regulares con los seis miembros del Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo, al que pertenecen Arabia Saud¨ª, Bahr¨¦in, Om¨¢n, Catar, los Emiratos ?rabes Unidos y Kuwait, y que supone un contrapeso al poder de Ir¨¢n. Entretanto, el hecho de que Israel haya hecho un llamamiento al mundo para que impida el desarrollo de armas nucleares por parte de Ir¨¢n desata las especulaciones sobre un posible ataque israel¨ª contra ese pa¨ªs. Pero debemos entender que un ataque contra Ir¨¢n no acabar¨ªa ni con su capacidad militar ni con sus instalaciones militares. Matar¨ªa a muchos iran¨ªes inocentes, en su mayor¨ªa opuestos a las ambiciones pol¨ªticas de su pa¨ªs en Oriente Pr¨®ximo. En realidad, cualquier ataque a¨¦reo contra instalaciones nucleares iran¨ªes disparar¨ªa los precios del petr¨®leo, causando un da?o inmediato al comercio mundial. Sin embargo, tambi¨¦n unir¨ªa a los iran¨ªes (dentro y fuera de Ir¨¢n) contra una invasi¨®n extranjera, desenterrando sentimientos antiamericanos hace tiempo olvidados. Entre los costes del enfrentamiento militar tambi¨¦n podr¨ªan figurar ataques de represalia con misiles, lanzados por Teher¨¢n y sus adl¨¢teres desde Gaza y L¨ªbano. Por ¨²ltimo, pero no menos importante, un ataque contra Ir¨¢n debilitar¨ªa definitivamente a la sociedad civil iran¨ª, poniendo fin a la lucha no violenta de sus disidentes.
En los ¨²ltimos meses EEUU ha entablado contactos con las monarqu¨ªas del Golfo, que son un contrapeso a Ir¨¢n
Entonces, ?qu¨¦ quedar¨ªa por hacer si se dejara a un lado la idea de lanzar un ataque a¨¦reo contra las instalaciones militares y nucleares de Ir¨¢n? Sin duda, un camino muy dif¨ªcil pero desde luego preferible a la opci¨®n militar es presionar a Teher¨¢n, por canales diplom¨¢ticos y empresariales, para que comience a tomar medidas que fomenten la confianza. Por otra parte, la gran esperanza de conseguir pac¨ªficamente que descarrile la pulsi¨®n nuclear iran¨ª radica en convencer a China de que ponga en marcha y aplique adecuadamente controles y sanciones comerciales contra Ir¨¢n. Resulta frustrante, y es comprensible que as¨ª sea, que las sanciones no hayan obligado a Teher¨¢n a frenar su programa nuclear, aunque en realidad han tenido repercusiones tan importantes para la Hacienda iran¨ª que el presidente Mahmud Ahmadineyad ha tenido que reconocer hace poco que los bancos iran¨ªes no pueden hacer transacciones internacionales. Dicho esto, hay que se?alar que Washington y sus socios europeos deber¨ªan dejar m¨¢s claro qu¨¦ situaci¨®n ser¨ªa aceptable para la comunidad internacional en lo tocante al abandono por parte de Ir¨¢n de sus intensas investigaciones para lograr un arma nuclear y para conseguir energ¨ªa at¨®mica de uso civil. De manera que todav¨ªa no es demasiado tarde para disuadir a Ir¨¢n de que desarrolle y pruebe un arma nuclear.
Ramin Jahanbegloo, fil¨®sofo iran¨ª, es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Toronto.
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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