"Cre¨ªmos morir"
Los pasajeros espa?oles del 'Costa Concordia' denuncian falta de coordinaci¨®n en la evacuaci¨®n
L¨¢grimas y rabia se han mezclado en Fiumicino, el aeropuerto romano donde desde primeras horas de esta ma?ana los espa?oles del Costa Concordia han comenzado a volver a casa. Antes de partir, han querido compartir sus recuerdos y la indignaci¨®n por lo ocurrido en el accidente. Por un lado han contado el terror y el p¨¢nico sufridos mientras aquella ciudad flotante que hab¨ªan elegido para sus vacaciones se encallaba y se hund¨ªa frente a las costas de la isla de Giglio. Por el otro han mostrado su exasperaci¨®n y enfado por la mala coordinaci¨®n en la evacuaci¨®n y el rescate.
Los primeros en partir ha sido un grupo de 15 espa?oles que abandon¨® el pa¨ªs a las 8.55 con un vuelo de la compa?¨ªa Alitalia con destino a Madrid (han aterrizado sobre las 11.30 en Barajas). Diez minutos m¨¢s tarde que ellos, han viajado 42 personas con destino Barcelona. En el Costa Concordia viajaban 177 espa?oles, seg¨²n la compa?¨ªa naviera, y no 188 como trascendi¨® al principio. De todos modos, en el absurdo baile de cifras que est¨¢ marcando el suceso, la embajada de Espa?a no ha podido a¨²n confirmar este dato. Todos los espa?oles estar¨ªan a salvo, menos uno, el mallorqu¨ªn Guillermo Gual, de 68 a?os. Sus familiares esperan noticias de las autoridades italianas y no han decidido a¨²n si dejar Italia hoy.
Han podido dormir algo y muchos explican que todav¨ªa siguen sintiendo que "todo se mueve a su alrededor", y cuentan "que su mente corri¨® al Titanic". "Cre¨ªmos morir", repiten. Tienen ropa limpia y abrigada que se les proporcion¨® tras su rescate y llevan en bolsas de pl¨¢stico los pocos enseres que pudieron salvar. El resto de sus posesiones han quedado perdidas en el barco.
Los n¨¢ufragos se quejan del abandono por parte de los altos mandos de la tripulaci¨®n, que no ayudaron en las tareas de evacuaci¨®n. Hay que subrayar como Francesco Schettino, comandante del inmenso crucero, est¨¢ acusado de haber abandonado el barco antes de poner a salvo a los pasajeros (adem¨¢s que por homicidio por haber provocado el naufragio "con su impericia y torpeza", seg¨²n sostiene el fiscal). Schettino dej¨® el Costa Concordia que se hund¨ªa por un lado a las 23.30, mientras los ¨²ltimos rescatados tocaron tierra despu¨¦s de las 2.30 de la madrugada. Algunos de los espa?oles repatriados comenzaron a organizarse para presentar una denuncia conjunta, informa Efe.
Fueron camareros, cocineros o asistentes de la guarder¨ªa los que ayudaron e intentaron tranquilizar a los pasajeros. Como relataron muchos supervivientes, la gesti¨®n de los momentos m¨¢s dram¨¢ticos fue entregada a la buena voluntad del personal, que no lograba coordinarse y no parec¨ªa preparado para una emergencia similar. Adem¨¢s, muchos eran extranjeros y no entend¨ªan lo que estaba pasando, coinciden varios testimonios.
"Cuando se fue la luz cundi¨® el p¨¢nico -comenta a Efe Rosa, de Barcelona- y aunque los altavoces continuaban diciendo que no pasaba nada, nadie se lo cre¨ªa, pues el barco empezaba a inclinarse y se propag¨® el salvase quien pueda". Rosa Mar¨ªa Codina, de Matar¨®, no comprende por qu¨¦ les enga?aron ''y continuaban diciendo que no pasaba nada, que era un problema de un motor". Tras el choque con el escollo -que abri¨® una brecha de 70 metros en la carena de la embarcaci¨®n y caus¨® el naufragio - se fue la luz y entre los pasajeros se difundi¨® el miedo, mientras que los miembros de la tripulaci¨®n que intentaban echar una mano repet¨ªan que se trataba solo de un fallo el¨¦ctrico o al motor. Rosa Mar¨ªa estaba en su cuarto crucero, pero ahora asegura que nunca m¨¢s volver¨¢ a poner pie en un barco.
Mar¨ªa del Mar Cubillo, de Barcelona, cuenta lo sucedido como una pesadilla que dur¨® m¨¢s de seis horas, pues en el caos perdi¨® de vista a sus suegros y a su marido que llevaba a uno de sus hijos. Se conmueve cada vez que cuenta como solo a las cinco de la ma?ana, despu¨¦s de pasar horas con su hijo de dos a?os en brazos, consigui¨® zarpar en una de las ¨²ltimas lanchas. Su marido vag¨® durante horas por la isla del Giglio busc¨¢ndola desesperado, e incluso uno de los habitantes le prest¨® el coche para que pudiese proseguir en su b¨²squeda. "S¨¦ que ya se ha dicho mil veces que fue como el Titanic, pero as¨ª fue. Con la diferencia que aqu¨ª no se respet¨® lo de las mujeres y los ni?os primero o lo del capit¨¢n que abandona el ¨²ltimo la nave. Yo fui de las ¨²ltimas y all¨ª no hab¨ªa ya miembros de la tripulaci¨®n", lamentaba Mar¨ªa del Mar.
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