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Visiones dom¨¦sticas y contradictorias de Washington y Berl¨ªn sobre la crisis global
La globalidad en crisis conduce la pol¨ªtica hacia las interioridades. No es un repliegue defensivo, al menos todav¨ªa, pero s¨ª una mirada concentrada en las dificultades m¨¢s pr¨®ximas. El repliegue llegar¨¢ si hay que bajar otro pelda?o que nos conduzca a una nueva y m¨¢s tenebrosa fase. No es todav¨ªa el caso: Obama y Merkel ofrecen casi simult¨¢neamente una aproximaci¨®n interior o ensimismada a la globalidad, el primero en su discurso sobre el estado de la Uni¨®n, y la segunda en la entrevista a seis peri¨®dicos europeos, doblada por su discurso en el Foro Econ¨®mico Mundial.
Davos act¨²a siempre como una encrucijada de procesos y conflictos, en la que aparecen los actores m¨¢s destacados de la actualidad global. Este a?o la noticia es la llegada, por primera vez, de una cohorte de dirigentes pol¨ªticos, empresarios y universitarios ¨¢rabes sin vinculaci¨®n alguna con las dictaduras se acercaron por esta localidad alpina en las d¨¦cadas anteriores. Si en la pasada edici¨®n, con el tirano tunecino derribado, nadie prest¨® atenci¨®n a las revoluciones en curso, esta vez se les empieza a recibir con gran curiosidad, como hace dos d¨¦cadas a los nuevos gobiernos surgidos de la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn. Llegan con una idea que sintoniza con las preocupaciones transatl¨¢nticas: la perentoria creaci¨®n de empleo. La falta de puestos de trabajo, sobre todo para los j¨®venes, estuvo en el origen de las revueltas y la falta de puestos de trabajo es lo que puede arruinar el futuro de la democracia. En las tres pr¨®ximas d¨¦cadas hay que crear cien millones, la mitad en la orilla sur y la otra mitad en la orilla norte, para enderezar el rumbo torcido de las econom¨ªas y de las evoluciones demogr¨¢ficas en toda el ¨¢rea.
En el arranque del magno seminario alpino interfiere casi indefectiblemente la voz pol¨ªtica m¨¢s poderosa de la escena internacional, que es la del presidente de Estados Unidos; en su discurso inaugural cuando es el a?o de instalaci¨®n en la Casa Blanca, y en su discurso sobre el estado de la Uni¨®n en los tres a?os siguientes. En muchas ocasiones es grande el acoplamiento entre ambas frecuencias: este a?o lo es tambi¨¦n en la preocupaci¨®n central, de nuevo el crecimiento y el empleo, tema obligadamente recurrente en un foro que lleva ya cuatro a?os empujando puertas falsas para dar con la salida de la crisis, aunque en poca cosa m¨¢s.
Los interiorismos de Obama y de Merkel pertenecen a g¨¦neros distintos, aunque ambos forman parten de una ardua partida por el poder. El presidente estadounidense debe volcarse en la escena propia, donde se juega su reelecci¨®n, en condiciones que muchos analistas consideran desfavorables, por el d¨¦bil estado de su econom¨ªa, el d¨¦ficit desbocado, la imperiosa necesidad de crear puestos de trabajo y el nulo margen de acci¨®n ante un Congreso de mayor¨ªa republicana que le mantiene paralizado y contra las cuerdas. Sus mejores expectativas radican en las debilidades de los candidatos republicanos a las primarias, subrayadas por ellos mismos en una disputa fratricida que promete prolongarse.
La palabra clave para Obama es la igualdad, mientras que para Merkel es la austeridad
El interiorismo de Merkel tiene una traducci¨®n muy simple. Alemania conduce la pol¨ªtica europea porque esta se ha convertido en pol¨ªtica interior alemana. Le pas¨® a Washington despu¨¦s de los atentados del 11-S respecto al mundo entero y le ha sucedido a Berl¨ªn con la crisis de las deudas soberanas, que han convertido la pol¨ªtica presupuestaria de cada uno de sus socios en un cap¨ªtulo de la pol¨ªtica econ¨®mica alemana. A EE UU le ocurri¨® con su pol¨ªtica de seguridad interior y su pol¨ªtica exterior y de defensa que se convirtieron en id¨¦nticas.
Ambas crisis, una de seguridad y la otra monetaria y financiera, han producido modificaciones pol¨ªticas. En EE UU, fue la creaci¨®n del departamento de Seguridad Interior, la declaraci¨®n de la Guerra Global contra el Terror y una legislaci¨®n de excepci¨®n que rebajaba todos los est¨¢ndares sobre derechos humanos. En el caso alem¨¢n, es la UE la que est¨¢ sujeta a su mayor transformaci¨®n desde el Tratado de Roma, bajo la tracci¨®n casi unilateral alemana, con la primera quiebra en su unidad que ha significado la automarginaci¨®n de Reino Unido del pacto fiscal.
La palabra clave para Obama es la igualdad, mientras que para Merkel es la austeridad. Calladamente, ambos discursos se?alan a la izquierda y a la derecha en sus formulaciones m¨¢s cl¨¢sicas. El primero quiere subir los impuestos y la segunda recortar el gasto social y flexibilizar el mercado de trabajo. Uno sugiere el fantasma de la lucha de clases y el otro de una Europa de hegemon¨ªa alemana. Obama se juega su reelecci¨®n a final de a?o, mientras que Merkel se la juega en las generales de 2013. Es decir, con el pr¨®ximo Davos un republicano puede estar en la Casa Blanca, moderado como Romney o radical como Gingrich, y un socialdem¨®crata a punto de alcanzar la canciller¨ªa de Berl¨ªn. Despu¨¦s de todo momento unilateral, llega otro de multilateralismo: Obama lo representa respecto a Bush, y a Merkel le suceder¨¢ lo mismo, con ella misma o con quien la suceda.
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