Gingrich promete mantener el duelo con Romney hasta el final
Los duros ataques entre los dos principales aspirantes han puesto en evidencia la pugna que todav¨ªa existe entre los sectores m¨¢s conservadores del Partido Republicano
Una derrota en Florida, donde Mitt Romney es todav¨ªa el favorito, no va a disuadir a Newt Gingrich de seguir peleando por la nominaci¨®n republicana a la candidatura presidencial, por lo que el partido hace frente a lo que puede ser una larga y divisiva temporada de primarias. Los duros ataques de los ¨²ltimos d¨ªas entre los dos principales aspirantes han puesto en evidencia la pugna que todav¨ªa existe entre los sectores m¨¢s conservadores y quien busca al candidato m¨¢s conveniente para derrotar a Barack Obama.
Gingrich insiste en que esta carrera se prolongar¨¢ hasta la Convenci¨®n Republicana de agosto en Tampa, ¡°a menos que Romney se retire antes¡±. Su esperanza es la de que Romney llegar¨¢ a ese momento con menos delegados que el conjunto de los candidatos conservadores, y que el partido ¡°no va a acabar eligiendo a un centrista¡±.
El ex presidente de la C¨¢mara de Representantes es a¨²n primero en las encuestas a nivel nacional y, seg¨²n sus asesores, se puede ver favorecido por el calendario de primarias que vienen despu¨¦s de Florida. De acuerdo a su c¨¢lculo, si consigue llegar a Tampa como el ¨²nico conservador superviviente y muy cerca en n¨²mero de delegados a Romney, ¨¦l ser¨¢ el nominado.
Puede ser solo una estrategia para hacer parecer m¨¢s dulce su derrota en Florida, donde puede ser rebasado por Romney despu¨¦s de haberse puesto por delante en los sondeos unos d¨ªas despu¨¦s de su sorprendente triunfo en Carolina del Sur.
Gingrich tiene que superar muchos obst¨¢culos para continuar. Tiene en contra a todo el establishment del partido. Los gobernadores republicanos, los congresistas y casi todos los cargos electos de esa formaci¨®n se han puesto activamente del lado de su rival. Eso significa que tiene una enorme dificultad para encontrar dinero para su campa?a, dinero que se hace m¨¢s necesario en la medida en que ¨¦sta se extiende por varios estados del pa¨ªs. El 6 de marzo, el llamado supermartes, se celebran primarias y caucus en diez estados el mismo d¨ªa.
Es muy dif¨ªcil hacer frente a tantas elecciones simult¨¢neamente sin una poderosa maquinaria electoral en cada territorio, de la que Gingrich carece. En Virginia, uno de los escenarios del supermartes, su nombre ni siquiera est¨¢ en las papeletas porque no le dio tiempo a reunir el m¨ªnimo indispensable de firmas que se requieren para la inscripci¨®n.
Romney, en cambio, tiene el apoyo de l¨ªderes locales y una organizaci¨®n heredada y fortalecida de su anterior carrera presidencial, en 2008. Romney lleva desde entonces prepar¨¢ndose para este momento, con la meticulosidad y el orden que caracteriza a un hombre de negocios. Gingrich ha crecido gracias al impulso del Tea Party y a la energ¨ªa de su an¨¢rquica personalidad. No le va a ser f¨¢cil transformar eso en una campa?a ganadora.
Pero s¨ª puede ser suficiente para permitirle a Gingrich mantenerse a la espera de cualquier acontecimiento. Se ha demostrado hasta hoy, elecci¨®n tras elecci¨®n, que Romney no satisface plenamente a las bases del partido, que si votan por ¨¦l es simplemente porque parece la mejor opci¨®n contra Obama.
En eso se ha centrado toda su campa?a de propaganda en Florida. En recordar a los votantes los m¨²ltiples esc¨¢ndalos que se han sucedido en la vida pol¨ªtica de Gingrich y las escasas posibilidades que las encuestas conceden a ¨¦ste de derrotar al presidente en noviembre. Un reciente sondeo en Florida daba a Obama m¨¢s de diez puntos de ventaja sobre Gingrich, mientras que pronosticaba un virtual empate contra Romney.
Esas cifras pueden ser el mejor argumento de Romney a partir de ahora, y esa es la raz¨®n por la que la guerra sucia que los dos candidatos han sostenido en los ¨²ltimos d¨ªas ha acabado perjudicando m¨¢s a Gingrich que al ex gobernador de Massachusetts.
Gingrich ha acusado a su rival de su falta de sinceridad como conservador y de haber sostenido posiciones progresistas durante la mayor parte de su vida. ¡°Es lo mismo que Obama¡±, ha llegado a decir. Romney, por su parte, ha recordado a los votantes que Gingrich fue sancionado por el comit¨¦ de ¨¦tica de la C¨¢mara de Representantes y, en ¨²ltima instancia, expulsado por su propios compa?eros del cargo de presidente de esa instituci¨®n. Tambi¨¦n ha aludido constantemente a los tiempos en que Gingrich cobraba de Freddie Mac, una firma de cr¨¦ditos inmobiliarios.
Ese cruce de cr¨ªticas han dejado en los votantes de Florida la idea de que Romney es un pol¨ªtico al uso, un oportunista como tantos otros. Pero de Gingrich se ha extendido la idea de que es un peligro que puede terminar por dejar la presidencia en manos de Obama. Y esto ¨²ltimo, por supuesto, es la peor pesadilla de los electores republicanos.
Gingrich tiene a¨²n tiempo para revertir las cosas. Esta carrera ha demostrado hasta ahora ser una monta?a rusa en la que nadie se mantiene arriba por mucho tiempo. Cada vez que los votantes ven inevitable la elecci¨®n de Romney, piensan en una alternativa. Puede volver a ocurrir.
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