La 'primavera ¨¢rabe' aguarda en Kuwait
Crecen en el emirato las voces que piden una monarqu¨ªa constitucional
Los kuwait¨ªes acuden este jueves a las urnas para elegir su cuarto Parlamento desde 2006. El ¨²ltimo fue disuelto el pasado diciembre despu¨¦s de una crisis pol¨ªtica que llev¨® al asalto de la C¨¢mara por un grupo de manifestantes y forz¨® la destituci¨®n del primer ministro. Las autoridades rechazan los paralelismos con la primavera ¨¢rabe; aseguran que Kuwait ya tiene un sistema democr¨¢tico, y conf¨ªan en apaciguar las quejas con nuevas d¨¢divas. Mientras, en la calle, el debate sobre la necesidad de limitar el poder de la familia real est¨¢ sacando a la superficie las l¨ªneas de fractura de la sociedad kuwait¨ª.
¡°Elijamos a 50 ¨¢ngeles o a 50 demonios nada va a cambiar hasta que no se mueva la calle¡±, declara Saad Al Ajmi, el editor del peri¨®dico online Al Aan.
Al Ajmi se refiere a que sea cual sea el resultado de las urnas, es el emir quien, de acuerdo con la Constituci¨®n, elige al primer ministro. Adem¨¢s, la familia reinante, Al Sabah, tambi¨¦n se reserva las carteras clave de Defensa, Interior y Asuntos Exteriores. En consecuencia no se produce la alternancia que cabr¨ªa esperar en un r¨¦gimen democr¨¢tico. Adem¨¢s, los ministros (un m¨¢ximo de 16 de los que solo uno tiene que ser diputado) disponen de esca?o en la C¨¢mara, con lo que pasa de 50 a 65 miembros, distorsionando el resultado electoral a favor de los progubernamentales.
De ah¨ª que la oposici¨®n, una vaga coalici¨®n de islamistas, liberales, nacionalistas e independientes, haya hecho causa com¨²n de la petici¨®n de reformas constitucionales, a pesar de las diferencias que separan a los distintos grupos. En Kuwait, que fue pionero entre las monarqu¨ªas petroleras de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga en la adopci¨®n de una Constituci¨®n y un Parlamento tras su independencia en 1961, no est¨¢n permitidos los partidos pol¨ªticos, lo que complica a¨²n m¨¢s el ejercicio democr¨¢tico.
Pero el asunto divide a los 1,2 millones de kuwait¨ªes, de los que 400.000 tienen derecho al voto. Suleiman al Onaizi, del Centro de Investigaci¨®n y Estudios sobre Kuwait, considera ¡°muy peligrosa¡± la reforma constitucional. ¡°Terminar¨¢ llev¨¢ndose por delante a nuestra familia real¡±, asegura. ¡°Si consiguen el derecho a elegir el Gobierno, el pr¨®ximo paso ser¨¢ rechazar al emir. Van paso a paso, pero su objetivo ¨²ltimo es el poder¡±, asegura. ?Qui¨¦nes? ¡°No est¨¢n en la foto, son reci¨¦n llegados al pa¨ªs, no las familias originales¡±, a?ade exponiendo una de las fallas que dividen a los kuwait¨ªes. Tambi¨¦n teme que los partidos pol¨ªticos abran la brecha entre sun¨ªes y chi¨ªes o entre urbanos y tribales.
A pesar de la riqueza que se asocia con el emirato, el sexto exportador de petr¨®leo del mundo, la utilizaci¨®n del tesoro para comprar lealtades pol¨ªticas ha generado desigualdades y rencillas que los kuwait¨ªes airean con una libertad inimaginable en otras monarqu¨ªas petroleras.
¡°Olv¨ªdese de los buenos sueldos y los beneficios sociales que todos recibimos. Eso es una miseria. El dinero de verdad es el de los contratos que se reparten 20 grandes familias¡±, explica un funcionario para poner contexto a la gravedad de las acusaciones de corrupci¨®n que los opositores achacan los gobernantes.
Las grandes familias de comerciantes, los chi¨ªes, algunas tribus... cualquiera que apoya al Gobierno se convierte en objetivo de la oposici¨®n. A la vez, quienes se sienten atacados reaccionan tachando a los opositores de oportunistas, agentes iran¨ªes o kuwait¨ªes de segunda. La creciente polarizaci¨®n de la sociedad empieza a preocupar a los observadores.
¡°Las protestas que hubo el a?o pasado no han tenido que ver con la primavera ¨¢rabe, pero si el Gobierno no lo gestiona bien pueden terminar convirti¨¦ndose una¡±, se?alan fuentes diplom¨¢ticas europeas. En cualquier caso, para quienes participaron en el asalto al Parlamento del pasado noviembre, T¨²nez y Egipto fueron una inspiraci¨®n.
En lo que parece un aviso de lo que se avecina, miembros de la tribu Al Mutairi incendiaron en la noche del lunes al martes la jaima electoral de Mohamed al Yuwaihel, un candidato considerado progubernamental, al que acusaban de haberles insultado. Varios miles de Al Mutairi impidieron el acceso de los camiones de bomberos y permanecieron en el lugar hasta las cuatro de la madrugada para asegurarse de que no quedaba rastro.
¡°Vinieron las fuerzas especiales, pero igual que el d¨ªa que asaltamos el Parlamento no dieron un paso porque sab¨ªan que si lo daban¡¡±, conf¨ªa un testigo a la vez que con la mano hace el gesto de cortarse la garganta.
El incidente motiv¨® la reuni¨®n al d¨ªa siguiente del Consejo de Ministros que advirti¨® que ¡°la estabilidad de Kuwait es la l¨ªnea roja¡±. Los opositores, por su parte, cancelaron sus m¨ªtines individuales y se reunieron en la carpa de Musalem al Barrak, uno de los candidatos m¨¢s vocales contra el r¨¦gimen, no para denunciar el incendio, sino para expresar su apoyo a los Al Mutairi. Uno tras otro los candidatos pidieron unidad y calma, pero tambi¨¦n un cambio radical.
¡°Ya nadie cree en el r¨¦gimen¡±, explica con el ruido de fondo de los discursos Mansur al Khuzam, fundador y secretario general del partido islamista Al Umma. A la pregunta de cu¨¢l es el objetivo, responde que ¡°una transici¨®n pac¨ªfica hacia una democracia verdadera¡±. ?Hay lugar para la familia real? ¡°Depende de ellos. Si son flexibles y aceptan los cambios, tendr¨¢n un sitio, pero buscamos una democracia con los est¨¢ndares europeos, no con los est¨¢ndares ¨¢rabes¡±, resume.
Cuatro son las l¨ªneas que fracturan la sociedad kuwait¨ª:
Sun¨ªes y chi¨ªes
Un tercio de los 1,2 millones de kuwait¨ªes son chi¨ªes. Pero sus or¨ªgenes son distintos. Parte de ellos llegaron desde Persia a finales del siglo XVII; otros proceden de los oasis chi¨ªes de Arabia Saud¨ª, y solo una minor¨ªa son emigrantes recientes desde Ir¨¢n.
¡°Antes no distingu¨ªamos entre sun¨ªes y chi¨ªes, pero el avance islamista lo hace patente¡±, declara Ahmad al Bustan, profesor de la Universidad de Kuwait. ¡°Dicen que los chi¨ªes apoyamos al Gobierno. Es porque tenemos miedo de los radicales religiosos y nos sentimos protegidos¡±, explica. Admite que ¨¦l respalda al Ejecutivo. ¡°Me tienen en el bote, pero ?estoy contento? No, no estoy contento. Mi alumno se ha convertido en mi decano y no me trata bien. Pasa todo el tiempo¡±, a?ade. Sin embargo, lo que m¨¢s parece molestarle no es esa sutil discriminaci¨®n sino que no conf¨ªen en su consejo. ¡°Como todas las semanas con el ministro de Educaci¨®n y cuando le digo que, si no se produce un cambio gradual, habr¨¢ una revoluci¨®n, cree que exagero y me pregunta qu¨¦ necesito¡±.
Uno de los motivos por los que la oposici¨®n se enfrent¨® al anterior primer ministro, el jeque Naser Mohamed al Ahmed al Sabah, fue por sus buenas relaciones con la comunidad chi¨ª.
Urbanos y tribales
¡°Todos en Kuwait venimos originalmente de tribus¡±, ha escrito Badrya Darwish en el Kuwait Times. Pero no todos se identifican como miembros de una. Seg¨²n el censo de 1965, el 80% de los habitantes del emirato eran urbanos y un 20% beduinos. Hoy en d¨ªa, a pesar de que la pr¨¢ctica totalidad de la poblaci¨®n est¨¢ asentada, las estad¨ªsticas identifican a un 40% como urbanos y al 60% restante como afiliado a una tribu.
El activista pol¨ªtico y de derechos humanos Abdelaziz al Orayedh explica que ello se debe en parte a que en 1965 no incluy¨® a muchos n¨®madas (lo que hubiera dado una distribuci¨®n m¨¢s cercana al 60-40). Pero tambi¨¦n a que los beduinos son m¨¢s propensos a la poligamia (una media de dos esposas) y tienen m¨¢s hijos.
Frente a la imagen occidentalizada que proyecta Kuwait, con rascacielos, centros comerciales y j¨®venes a la ¨²ltima, su particular Estado de bienestar ha fomentado el mantenimiento de las estructuras tribales. Sus valores m¨¢s conservadores han convertido a sus diputados en aliados naturales de los islamistas. Muchos liberales temen que si disponen de m¨¢s poder lleven el emirato hacia el modelo saud¨ª.
¡°La gente se lo toma a broma, pero no sabe donde se est¨¢ metiendo¡±, alerta preocupado Al Orayedh. Los jeques tribales retrasaron el voto de las mujeres hasta 2006, favorecen la segregaci¨®n sexual en los espacios p¨²blicos y son menos proclives a la apertura de la econom¨ªa que reclaman los liberales.
Pata negra y advenedizos
Esta divisi¨®n resulta m¨¢s dif¨ªcil de cuantificar, pero es algo que se percibe. La sociedad kuwait¨ª es muy elitista. No todo el mundo es ciudadano de primer grado. Aunque nadie lleva una marca en la frente, la pureza de las ra¨ªces figura en la c¨¦dula de nacionalidad y, adem¨¢s, se desprende de los apellidos. Pertenecer a una de las grandes familias o tribus fundadoras es un grado que se traduce en prebendas y contratos.
¡°Son gente baja¡±, intenta descalificar a sus oponentes pol¨ªticos un destacado islamista. ¡°Nosotros les llamamos esclavos porque aunque en Kuwait se aboli¨® la esclavitud, son descendientes de los que eran nuestros esclavos¡±, explica sin reparar en la contradicci¨®n que supone propugnar un sistema democr¨¢tico y establecer categor¨ªas de ciudadanos.
Quienes no pueden trazar sus ra¨ªces hasta siete generaciones de kuwait¨ªes, o han adquirido la nacionalidad en tiempos recientes, son vistos como advenedizos.
Esa misma l¨ªnea de razonamiento parece subyacer para las objeciones que no s¨®lo el Gobierno, sino la mayor¨ªa de los ciudadanos, oponen a la naturalizaci¨®n de varios miles de personas que desde la independencia del pa¨ªs en 1961 viven sin papeles, los llamados bid¨²n. ¡°No les ven como potenciales recursos humanos para construir la sociedad sino como competidores por unos recursos escasos¡±, explica una consultora estadounidense con larga experiencia en el pa¨ªs.
Los trabajadores extranjeros, que suponen dos tercios de los habitantes, ni siquiera entran en la foto, ya que carecen de derechos civiles.
La familia real
Despu¨¦s de un siglo de alternancia entre las dos principales ramas de la familia real kuwait¨ª de los Al Sabah, en 2006 se rompi¨® el pacto no escrito entre los dos hijos de Mubarak al Kabir, Yaber y Salem. Los descendientes de Yaber desplazaron a los Al Salem tras lograr que el Parlamento declarara ¡°no apto¡± al jeque Saad, que padec¨ªa Alzheimer. El jeque Sabah consigui¨® los apoyos necesarios para ser proclamado emir y eligi¨® como pr¨ªncipe heredero a su hermano Nawaf. Para muchos kuwait¨ªes esa lucha palaciega subyace a los actuales enfrentamientos pol¨ªticos que dividen el pa¨ªs.
¡°En nuevo emir dijo que quer¨ªa convertir Kuwait en un centro financiero internacional y enseguida una parte de la familia real empez¨® a retirar su dinero de las inversiones en las que participaba¡±, explica el activista pol¨ªtico y de derechos humanos Abdulaziz al Orayedh.
Para hacer frente a esos pagos, muchos empresarios pidieron pr¨¦stamos millonarios. La crisis financiera de 2008 arruin¨® a algunos de ellos, creando una base de descontento entre uno de los apoyos tradicionales de la monarqu¨ªa.
Cuando en marzo del a?o pasado empezaron las protestas estudiantiles, no s¨®lo contaron con el apoyo de los diputados de la oposici¨®n, sino tambi¨¦n con los de los rivales dentro de la familia real del entonces primer ministro, el jeque Naser, un hombre del emir. Ahora los observadores temen que estas querellas internas den profundidad al creciente descontento popular por la concentraci¨®n de poder en la familia real y su despilfarro de los recursos p¨²blicos.
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