Homs se desangra a la vista del mundo
Bachar el Asad repite en Homs la matanza que orden¨® su padre hace 30 a?os en Hama
Hafez el Asad destruy¨® Hama y mat¨® al menos a 20.000 de sus habitantes durante el mes de febrero de 1982. Su hijo Bachar el Asad, 30 a?os despu¨¦s, est¨¢ haciendo lo mismo en Homs. La matanza de Hama pas¨® casi desapercibida y solo meses m¨¢s tarde se conoci¨® la crueldad con que el r¨¦gimen sirio hab¨ªa aplastado la rebeli¨®n islamista. Lo que ocurre en Homs, en cambio, se sabe en todo el mundo. Esa es la ¨²nica diferencia. La carnicer¨ªa comenz¨® el 3 de febrero y prosigue d¨ªa tras d¨ªa. Como su padre, Bachar el Asad quiere demostrar que cualquier desaf¨ªo a su poder se paga con r¨ªos de sangre.
Homs, como Hama, Sarajevo, Grozni o Kabul, se sumar¨¢ a la lista de ciudades destruidas en asedios militares contempor¨¢neos. Quiz¨¢ no se sabr¨¢ nunca con exactitud el n¨²mero de muertos causados por la artiller¨ªa y los tanques. Los cad¨¢veres de Hama no pudieron ser contados: las estimaciones oscilan entre 14.000 y 40.000.
Bachar el Asad y su clan deben suponer que si el patriarca Hafez logr¨® imponer en Siria la paz de los cementerios gracias a una org¨ªa de horror en Hama, ellos pueden conseguir lo mismo en Homs. Pero ahora, pese a la manipulaci¨®n grosera de los medios oficiales, los sirios reciben informaci¨®n puntual. Eso no salva a los habitantes de Homs. Tampoco salva, sin embargo, a El Asad. La brutalidad del Ej¨¦rcito no acalla las protestas, sino que las aviva. En Homs queda claro que el mayor peligro para la poblaci¨®n civil no son las ¡°bandas terroristas¡± contra las que dice luchar el presidente, sino el Ej¨¦rcito.
En la provincia norte?a de Idlib, junto a la frontera turca, el Ej¨¦rcito y las milicias irregulares del r¨¦gimen desarrollan una campa?a de terror viajando de una aldea a otra y capturando a sospechosos de participar en la revuelta. Fuentes de la oposici¨®n, no confirmables, aseguran que el martes fueron detenidos y fusilados 27 j¨®venes en la regi¨®n.
El balance provisional de v¨ªctimas mortales en Bab Amro, el barrio de Homs m¨¢s castigado por el ca?oneo, asciende hoy a 19, entre ellas los periodistas occidentales Marie Colvin y Remi Ochlik. La poblaci¨®n civil se hacina en refugios improvisados con muy pocos alimentos y en p¨¦simas condiciones sanitarias. No funcionan los tel¨¦fonos, el suministro de agua y electricidad permanece cortado la mayor parte del d¨ªa y resulta imposible huir, a causa del cerco establecido por las tropas gubernamentales. La situaci¨®n en los hospitales es p¨¦sima, aunque la mayor¨ªa de los heridos no consiguen llegar a ellos.
Como su padre, Bachar el Asad quiere demostrar que cualquier desaf¨ªo a su poder se paga con r¨ªos de sangre
El Gobierno de Rusia, aliado de Bachar el Asad y su principal suministrador de armamento, anunci¨® ayer que intentar¨ªa ¡°mediar entre las partes¡± para lograr el acceso a Homs de convoyes humanitarios. La Cruz Roja lleva d¨ªas pidiendo un alto el fuego cotidiano para suministrar v¨ªveres y medicinas. El Gobierno de Francia convoc¨® al embajador sirio en Par¨ªs para exigirle la apertura de corredores humanitarios, pero obtuvo una inmediata respuesta de Rusia: Mosc¨² aleg¨®, parad¨®jicamente, que eso ¡°agravar¨ªa el conflicto y causar¨ªa choques militares graves¡±, informa Miguel Mora. El respaldo sin matices al r¨¦gimen de Bachar el Asad est¨¢ causando a Rusia un enorme desprestigio en el conjunto de los pa¨ªses ¨¢rabes. Vladimir Putin parece dispuesto a pagar ese precio con tal de mantener su base militar en el puerto sirio de Tart¨²s, la ¨²nica de que dispone en el Mediterr¨¢neo.
La mejor baza de Bachar el Asad ha consistido desde marzo pasado, cuando comenz¨® la crisis, en el temor de amplios sectores de la poblaci¨®n siria a una revuelta te?ida de islamismo, con una creciente presencia de milicianos extranjeros vinculados a las versiones m¨¢s extremistas del islam. Gracias a eso ha mantenido durante meses un apoyo mayoritario en las dos principales ciudades, Damasco y Alepo, dominadas por la burgues¨ªa musulmana sun¨ª, y entre minor¨ªas como la alau¨ª (a la que pertenecen la familia presidencial y la ¨¦lite del r¨¦gimen) y la cristiana.
Esa baza, la del temor al islamismo y a una posible venganza de los sun¨ªes contra las religiones minoritarias, se le desvanece entre las manos. Hace tres d¨ªas miles de vecinos de Mezzeh, un barrio sun¨ª y acomodado de Damasco, se manifestaron contra El Asad. No hubo muertos porque el Ej¨¦rcito disolvi¨® la marcha con gases y tiros al aire, pero qued¨® claro que las bases del r¨¦gimen se resquebrajan. Entre lo malo conocido y lo malo por conocer, aumenta la tendencia a apostar por el cambio.
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