Los rusos quieren al hombre fuerte
Vlad¨ªmir Putin act¨²a m¨¢s como un militar o un bur¨®crata que como un pol¨ªtico moderno
Vlad¨ªmir Putin no ha sabido realizar las reformas estructurales modernizadoras de Rusia en los 12 a?os que lleva al frente del Estado, ocho de ellos como presidente titular y cuatro como jefe de Gobierno y motor de un desigual t¨¢ndem con Dmitri Medv¨¦dev, su paisano de San Petersburgo.
La actividad de Putin sigue marcada por su formaci¨®n en el KGB. La desconfianza, el secretismo, la falta de transparencia en la toma de decisiones son algunas de las caracter¨ªsticas de su gesti¨®n. A menudo, Putin act¨²a m¨¢s como un militar (propiciando estructuras jerarquizadas), como un bur¨®crata (eludiendo implicarse emotivamente en las preocupaciones de la ciudadan¨ªa), o como un deportista (batiendo r¨¦cords consigo mismo) que como un pol¨ªtico en un sentido moderno.
En contraste con la agitada ¨¦poca de Bor¨ªs Yeltsin (1991- 1999), dominada por las guerras de los oligarcas para repartirse los bienes del Estado, Putin trajo estabilidad y orden a sus conciudadanos. Consolid¨® su popularidad como unificador del Estado contra los separatistas de Chechenia, aunque el precio de ganar la guerra haya sido cerrar los ojos a las primitivas veleidades de los dirigentes de aquella rep¨²blica cauc¨¢sica.
Alegando que deb¨ªa luchar de forma eficaz contra el terrorismo y que la unidad del Estado peligraba, Putin fortaleci¨® la ¡°vertical de poder¡±, lo que se tradujo en una involuci¨®n democr¨¢tica: los gobernadores elegidos pasaron a ser nombrados, las condiciones para participar en el juego pol¨ªtico se endurecieron. El Kremlin someti¨® las televisiones estatales a un f¨¦rreo control.
"Ser¨ªa falso pensar que Putin es un d¨¦spota oriental", afirma un analista
Putin se libr¨® de los oligarcas que medraron a costa del deteriorado Bor¨ªs Yeltsin. Unos, como Bor¨ªs Berezovski y Vlad¨ªmir Gusinski, se exiliaron; otros, como Rom¨¢n Abram¨®vich, recibieron el benepl¨¢cito del r¨¦gimen a cambio de financiar y callar. El petrolero Mija¨ªl Jodorkovski, el ¨²nico que le plant¨® cara en serio, est¨¢ en la c¨¢rcel acusado de lavado de dinero, estafa y robo de la propiedad del Estado. En pol¨ªtica internacional, tras un frustrado intento de colaborar con Estados Unidos en el campo de la alta tecnolog¨ªa militar (la defensa antimisiles), Putin recuper¨® la ret¨®rica de la guerra fr¨ªa y reafirm¨® los intereses de Rusia en el espacio pos-sovi¨¦tico.
Muchos rusos han visto a Putin como un l¨ªder fuerte capaz de hacer que Rusia deje de estar de rodillas. Esta imagen, no obstante, ha ido combin¨¢ndose con otra menos favorable para el dirigente, a saber, la de encubridor (y tambi¨¦n part¨ªcipe) de una red de corrupci¨®n formada por personajes cuyo denominador com¨²n es gozar de la confianza del l¨ªder. Por debilidad, por complicidad o por una deformada percepci¨®n del servicio p¨²blico y la pol¨ªtica, Putin ignora los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que publica la prensa cr¨ªtica rusa, incluidos los que le afectan a ¨¦l mismo.
La corrupci¨®n ha sido un freno para la modernizaci¨®n del Estado
La corrupci¨®n se ha convertido en un verdadero freno para la modernizaci¨®n del Estado (entre otros motivos porque encarece cualquier empresa de envergadura). La endogamia de la ¨¦lite dirigente es adem¨¢s un freno para el ascenso de las nuevas generaciones de rusos bien preparados profesionalmente y con una visi¨®n racional del mundo. Putin parece no entender que una parte de sus conciudadanos ya no le ama y que su ret¨®rica patri¨®tica no basta para justificar la falta de transparencia y el secretismo de la Administraci¨®n.
Pero ¡°ser¨ªa falso pensar que Putin es un d¨¦spota oriental¡±, seg¨²n advierte el analista Daniil Kotsiubinski. Putin aspira formalmente a la legalidad y, a diferencia de los l¨ªderes de Asia Central, no prolong¨® su estancia en la presidencia m¨¢s all¨¢ de los dos mandatos seguidos que permite la Constituci¨®n. Putin no pisotea la ley directamente, sino que juega con ella y construye un entramado legal para justificar sus decisiones. Jug¨® con la ley al retirarse (no fue tal retiro) y ha vuelto a jugar con ella al volver (lo que no es tal vuelta). E incluso intent¨® dar una rid¨ªcula apariencia de legalidad a la operaci¨®n contra Jodorkovski para dejar que sus propios y fieles oligarcas (caracterizados como altos funcionarios y l¨ªderes de empresas p¨²blicas) se hicieran con las empresas del magnate. Es justamente en estos juegos truculentos para guardar las apariencias donde muchos ven las miserias de Putin.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.